Gastón Ceballos trabajaba desde hace diez años en la planta de Victoria de la empresa alimenticia Mondelez, ex Kraft, hasta que fue despedido el viernes pasado. La empresa sugirió que el causal de despido era la suposición de robo y que Ceballos había discutido con un empleado de seguridad luego de que sonara el detector de metales que la compañía utiliza como método de control de los trabajadores al término de su jornada laboral.
Esta acusación fue rebatida por los trabajadores que presenciaron la escena citada por la empresa. Hemos atestiguado que lo único que sucedió fue que sonó el detector de metales porque Ceballos se había olvidado las llaves en el bolsillo de la campera, y que una vez que las sacó y volvió a pasar por el detector, se fue a su casa normalmente, aseguró uno de los trabajadores de Mondelez. Y agregó: Creemos que la empresa, que viene arreglando decenas de retiros voluntarios, quiso justificar este despido a cualquier costo, y además se tomó revancha con Gastón, que había reclamado algunos incumplimientos como la entrega de ropa y botines reglamentarios para los compañeros. La gerencia, en tanto, no pudo probar la acusación, aludiendo que las cámaras de seguridad no funcionaron ese día y que el empleado de seguridad involucrado había sido trasladado a otra planta.
Ante la arbitrariedad del despido, el lunes la asamblea de trabajadores decidió parar la producción para reclamar la reincorporación de Ceballos, medida que aún se sostiene. Desde ese momento el clima en la fábrica fue empeorando. El mismo lunes la gerencia impidió el ingreso de los delegados, hubo forcejeos, los golpearon y bloquearon las salidas de emergencia, que tienen candados hasta hoy, afectando la seguridad de todos los que estamos adentro. Al día siguiente, suspendieron la comida que sirven todos los mediodías y cerraron el comedor. No les importa que haya compañeros que son diabéticos o compañeras que están en período de lactancia, nos tienen sin comer. Nos tratan como si fuéramos monos enjaulados, describió uno de los operarios en diálogo con Tiempo Argentino.
Ante la continuidad del paro, la compañía reforzó la presencia del personal de seguridad y comenzó a dialogar individualmente con algunos trabajadores, muchos de los cuales denunciaron presiones, amedrentamiento y amenazas veladas. De los casi 600 empleados de la compañía, un grupo de diez accedió a retomar la producción y la gerencia decidió aislarlos, otra vez bloqueando con candados y cadenas el sector en el que trabajan. A pesar de las intimidaciones seguimos con el reclamo porque lo conocemos a Ceballos, es un trabajador que nunca ha tenido un problema. Primero lo echaron sin ofrecerle nada y después, como no tenían pruebas, le ofrecieron arreglar una indemnización, pero él no accedió porque tiene tres hijos que mantener y lo que necesita es trabajar, señaló otro de los operarios.
Ante la visibilidad que tomó el caso por las marchas de los empleados de Mondelez, el Ministerio de Trabajo convocó a las partes a una audiencia de conciliación que se realizó en la misma tarde del miércoles. En tanto se sostenga el despido de Ceballos, los trabajadores debatirán en Asamblea la continuidad del paro.