El índice de precios al consumidor del mes de agosto que elabora el Indec subió un 4,2%, mostrando un nuevo quiebre, esta vez hacia arriba, en su zigzagueante tendencia.
Con este número, el alza acumulada en los ocho primeros meses del año es de 94,8%. La variación interanual es de 236,7%.
En la práctica, el número muestra que hay un piso consolidado en torno al 4 por ciento mensual que será difícil de quebrar en tanto siga la recomposición de las tarifas de los servicios públicos y la práctica de actualizarlas a través de la inflación de los meses previos.
Fueron precisamente los precios regulados (los que están sujetos a decisiones del gobierno o tienen un gran componente impositivo) los que impulsaron el índice hacia arriba: subieron 5,9%, mientras que los estacionales lo hicieron en sólo 1,5%.
Pero también sigue siendo elevada la denominada inflación núcleo, integrada por todos los bienes y servicios (alrededor del 70% de que releva el Indec) que no están comprendidos en ninguna de las otras dos categorías: subió 4,1%, dando la pauta de que aun sin influencias de los otros dos tipos, el ritmo al que viaja la inflación sigue siendo muy rápido a pesar de que el dólar y los ingresos suben por debajo de ese nivel.
En la presentación de su informe, el Indec destacó que “la división de mayor aumento en el mes fue Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (7,0%) por las subas en Alquiler de la vivienda y gastos conexos, en Suministro de agua y en Electricidad, gas y otros combustibles. Le siguieron Educación (6,6%) por el alza en los distintos niveles y tipos de enseñanza; y Transporte (5,1%) por los incrementos en el transporte público.
Como se observa, salvo los alquileres (que subieron fuertemente después de la derogación de la ley que los regulaba), los demás precios de esos ítems fueron determinados por el gobierno vía resoluciones o bien acuerdo con los prestadores.
En el caso de Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, en los ocho primeros meses del año la variación acumulada fue de 179,9%, casi duplicando el promedio general. Eso refleja la influencia de los tarifazos de luz, gas y agua potable en la canasta de las familias.
En cambio, la división de Alimentos y bebidas no alcohólicas, que tiene el mayor peso en el ponderador final (porque es al que las familias le destinan mayor proporción de sus recursos), subió por debajo del promedio: 3,6%. Así encabezó el grupo de los que tuvieron menor variación, en el que se destaca Prendas de vestir y calzado, que tuvo un alza de 2,1%.
El número final (que coincidió en un todo con el que había adelantado el gobierno porteño para el ámbito de CABA) significa también un obstáculo para el relato del gobierno de Javier Milei. Después de la tendencia descendente de los cinco meses iniciales de gestión (aunque los números fueron altos por la influencia de la mega suba del dólar del 118%), este es el segundo rebote consecutivo que muestra el índice: en junio subió cuatro décimas porcentuales, hasta 4,6%; y ahora pasó del 4% de julio (el más bajo de todo el año) al 4,2% de agosto.
También le pone un límite al objetivo del ministro de Economía, Luis Caputo, que sigue pensando en llegar a la deflación antes de fin de año. La semana pasada dijo que “la realidad se va a ir llevando puesto al escepticismo”. Habrá que ver cómo se relacionará esa frase con los resultados de su política anti inflacionaria.