Mientras el presidente Javier Milei propone la salida del país de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los medios oficialistas agitan sobre un explosivo aumento de homicidios en el Conurbano, una declaración del ministro de Salud de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, alertó acerca de una crisis socio sanitaria de la que poco se habla: el incremento de suicidios en la población durante el último año, desde que asumió el nuevo gobierno de la motosierra, la violencia y la ausencia del Estado protector.
“La cantidad de suicidios en la provincia duplica la cantidad de asesinatos. Se duplicaron los suicidios en el primer año de Javier Milei”, aseguró el funcionario bonaerense días atrás. También destacó que estos episodios aumentaron en la población de adultos mayores, la más frágil, la que enfrenta día a día las mayores consecuencias del ajuste, la más abandonada.
Las políticas de vaciamiento y desfinanciación de las áreas primordiales del sistema de Salud, como el desmantelamiento de equipos territoriales, de líneas de ayuda, los despidos en el Hospital que abordan esta temática (especialmente el Laura Bonaparte), no hacen más que agravar la situación y encender una alarma, en medio de la ausencia de datos oficiales a nivel país.
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Los suicidios, una preocupación mundial
“La problemática del suicidio es una preocupación en todo el mundo, tanto es así que, coordinados por la OMS, la mayoría de los países están incrementando sus presupuestos en la implementación de políticas en prevención. Lamentablemente, a pesar de que nuestro país tiene una Ley Nacional de Prevención del Suicidio, no conocemos cuáles son los recursos que está poniendo en práctica la Dirección de Salud Mental que depende del Ministerio de Salud”, expresa Alberto Trimboli, presidente honorario de la Asociación Argentina de Salud Mental.
El profesional ponderó la mención de la problemática por parte del ministro Kreplak: “no suele ser un tema que se hable desde el Estado y tampoco desde la sociedad. Los medios nos están haciendo perder de vista que hay miles de personas que se quitan la vida todos los días, muchos más que los fallecidos por hechos de inseguridad”.
Trimboli apunta que los suicidios son la causa más frecuente de muerte en las personas de 15 a 29 años a nivel mundial y que no se cuenta con datos oficiales del último año a nivel país. “Entre los adolescentes y jóvenes hay factores que inciden como los consumos problemáticos en entornos digitales, apuestas en red, ciberbullying, acoso virtual y empieza a aparecer los relacionado con la inteligencia artificial. Hace unos meses conocimos un caso en Estados Unidos en el que un adolescente de 14 años se suicidó por un pedido de su ‘novia’ creada por Inteligencia Artificial”, asevera.
Sostiene que el Ministerio de Salud debe implementar un programa con enfoque intersectorial que incluya divulgación y sensibilización sobre la temática, capacitación a profesionales, a medios, fuerzas de seguridad y a la comunidad en general. Campañas que hoy no existen. “También debe destinar recursos para financiar herramientas, y, fundamentalmente, es indispensable la vigilancia, monitoreo y evaluación de la situación del suicidio”, añade.
El Estado debe prevenir
Hortensia Cáceres es la jefa de guardia del Hospital Nacional Bonaparte, especializado en Salud Mental y hoy en proceso de desmantelamiento por parte del Ejecutivo. Aclara que es importante diferenciar los intentos de suicidios, que son aquellas acciones reales que pueden llevar a la muerte, respecto de las tentativas, que son gestos: “se han incrementado cierto tipo de intentos de suicidio, especialmente en los más jóvenes, con la particularidad de que vienen junto con el consumo problemático de sustancias e incluso se dan en contexto de intoxicaciones”.
La especialista cuenta que esta problemática creció de manera exponencial en la época posterior a la pandemia junto con todas las patologías de salud mental: “en especial en adolescentes y personas jóvenes vimos aumento en depresión, trastornos de ansiedad y tentativas de suicidio”. Tras el Covid vino el año pasado el ajuste, la crisis, la violencia cotidiana y un Estado que se alejó. Casi otra pandemia. Cáceres apunta que el abordaje de estos casos debe ser interdisciplinario, con intervención de psicólogos, trabajadores sociales y enfermeros para detectar las diferentes variables de motivos: “las estrategias difieren de persona a persona, se trabaja con la singularidad, la familia y su entorno, los amigos. El apoyo de una red socio afectiva es fundamental”.
¿Cómo se puede abordar desde una perspectiva comunitaria? Para Cáceres, el rol del Estado es de suma importancia. Desde la educación, donde los docentes necesitan capacitarse en la temática para detectar si suceden cambios significativos en el estado de ánimo de los adolescentes y jóvenes, hasta la promoción de políticas de prevención. “No solo promover el diálogo en todos los espacios. Es fundamental que no haya desfinanciamiento de la salud mental. Nosotros también tenemos un rol para prevenir y promocionar con espacios y talleres”, alerta.
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La profesional apunta que la mayoría de los casos se dan en un marco de ruptura de los lazos sociales, donde los factores socieconómicos son de gran relevancia: “por eso hubo un incremento posterior a la pandemia, como resultado de la pérdida del lazo social. Aparece el fenómeno de la individualidad a la que le agregás la crisis socioeconómica. Tenemos pacientes que tenían su tratamiento y obra social y se han quedado sin trabajo y no consiguen otro”. Sentirse solos y aislados. Las redes de contención y afecto se vuelven fundamentales.
“Lo importante es armar una red en lo social para las personas con ideación suicida”, resalta Alberto Álvarez, de la Asociación Psicoanalítica Argentina. El abordaje depende de los grupos etarios involucrados: “en adolescentes, a veces, no son suicidios buscados sino que suceden durante actividades peligrosas, incluso de rangos deportivos. Hay chicos que en ese estrés de la cercanía de la muerte se sienten vivos”. Para casos como estos es importante que la comunidad genere espacios de diálogo para encontrar una salida a la angustia y a la necesidad de esas experiencias cercanas a la muerte que transitan algunas juventudes: “en un municipio bonaerense donde ocurrió esto hace unos años, por ejemplo, no había un lugar público y cuidado para que los adolescentes corrieran, hicieran gimnasia o anduvieran en bici o moto. Y se trabajó mucho con el municipio para inaugurarlo junto con charlas y programas de salud mental y salud en general”.
En el caso de adultos mayores, los que se encuentran más en riesgo son aquellos que están en soledad, sin familiares o amigos, o que padecen alguna enfermedad que deteriora su calidad de vida o autonomía. El psiquiatra apunta: “hay que trabajar mucho los lazos sociales para incluirlos en una red. Es fundamental que trabajen juntos los médicos clínicos, los de cabecera, los psiquiatras con las obras sociales y el Pami. Lo fundamental es la inclusión”.
Alarma por más casos juveniles en Tucumán
En octubre las alertas se encendieron en la ciudad de Bella Vista (Tucumán): en solo tres meses, seis adolescentes decidieron quitarse la vida. La localidad, ubicada a 35 kilómetros de la capital tucumana, se vio convulsionada por la emergencia en salud mental de las juventudes.
La intendenta, Paula Quiles, declaró a La Gaceta: “estamos en una situación muy compleja, en la que varios chicos están tomando la decisión de quitarse la vida. Imaginen el nivel de alarma que tenemos. Necesitamos que se nos escuche”. Quiles expresó que aún con una Dirección de Salud municipal en la que se habían contratado psicólogos, y desde la cual se realizaban charlas en colegios y escuelas, no era suficiente. “No somos el sistema (de Salud provincial) y no contamos con los recursos para llevar a cabo tratamientos”, aseguró. En este sentido, reclamó al gobernador Osvaldo Jaldo su intervención para frenar la crisis de salud mental.
Al respecto, el Ministerio de Salud provincial comunicó la realización de actividades y talleres de prevención del suicidio en toda la provincia. “Hay que desmitificar eso de que ‘el que avisa no se suicida’. Siempre hay que estar trabajando con los jóvenes, pendientes de los síntomas”, apuntó la psicóloga María Magdalena Gutiérrez, parte del área programática de Salud Mental en la web oficial del Ministerio. La profesional resaltó que “la familia cumple un rol fundamental para poder detectar a tiempo la situación, y contener. Los padres deben estar atentos respecto a conductas cambiantes. O si la persona está muy retraída en la casa, puede ser un indicador”. También ponderó el rol de las escuelas en su detección.
Más muertes que por homicidios y por hechos viales
Alicia Stolkiner, licenciada en Psicología, especializada en salud mental, opinó en Tiempo: «Una recorrida por los medios en estos días nos da la impresión de una epidemia de inseguridad por homicidio doloso en el Conurbano que no coincide con los datos. Hay que cuidarse de los usos de la información. (…) La OMS considera epidemia el homicidio doloso cuando supera los 10 cada 100.000 habitantes. La Argentina tenía en 2023 una tasa de 4,4 por 100. 000 habitantes (la segunda más baja de Latinoamérica) y la Provincia de Buenos Aires tenía una tasa del 4,86 en el mismo período (…). Lo que se ha incrementado, y especialmente en jóvenes, es la mortalidad por suicidios. En 2020 el homicidio doloso ocupaba el tercer lugar en causa de muertes violentas, bastante por debajo de suicidio y accidentes viales. El suicidio es hoy un riesgo aumentado especialmente en los jóvenes, ni hablemos de los accidentes viales. ¿Por qué se trabaja para generar esta sensación de riesgo de vida por homicidio? ¿Por qué se hace especial hincapié en el homicidio en robo, cuando los femicidios son, probablemente, el principal riesgo estadístico de muerte por homicidio doloso de las mujeres?» .