Los pueblos no queman autos, los pueblos claman por pan, tierra, techo y trabajo. Siempre en Paz, siempre pacíficamente.
Milei y Bullrich necesitaban quemar un auto para ponerlo al día siguiente en la tapa de los diarios. E instalar así la asociación entre movilización popular y crimen.
Mientras tanto, dentro del Senado se legitimaba el saqueo de nuestros recursos naturales y la entrega del país a los grupos monopólicos privados.
Sin embargo, el Estado no se retira del todo. Queda reducido a la categoría de “Ministerio de Seguridad del Sistema”, es decir, a cargo sólo del aparato represivo para sofocar la protesta que surge del hartazgo popular.
Si la Democracia deja de ser el gobierno del Pueblo, si deja de expresar el poder popular, deja de ser Democracia en términos sustantivos.
Cuando la Democracia representativa deja de representar hay que poner vallas al frente de sus instrumentos para protegerlos de la presencia del Pueblo, porque ya no lo representan. Han pasado a representar al poder económico que hambrea, que paraliza obras, que despide trabajadores y trabajadoras.
Tenemos que señalar que cuando las instituciones instrumentales de la Democracia como el Congreso, se disocian del Pueblo al que deben representar, y violan las instituciones sustantivas, que son el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena, el mantel tendido, el guardapolvo, el pupitre y el aula, el taller y la fábrica, la industria, los medicamentos y la vivienda, la defensa de la Democracia se traslada al Pueblo en la calle y a sus organizaciones, y ya no está en esos instrumentos vacíos hasta que vuelvan a llenarse de Pueblo. Siempre en Paz, siempre pacíficamente.
Y, desde luego, reivindicar a aquellos diputados y diputadas que pusieron el cuerpo junto al Pueblo en la calle, y a aquellos senadores y senadoras que fueron fieles en su voto al mandato que recibieron.