Sergio Massa pasó todo este mes detrás de un objetivo que formalizará el próximo miércoles: asumir el Ministerio de Economía, pero con el control directo e indirecto de casi todas las estructuras del Estado vinculadas a la programación y control de la actividad más delicada del país. La señal de largada la marcó el 3 de julio el entonces ministro Martín Guzmán, cuando mandó su renuncia por Twitter. Desde ese momento el titular de la Cámara Baja impulsó su ingreso al Gabinete. La jefatura de ministros no era el premio mayor sino la cartera que Silvina Batakis conducirá hasta esta semana. Su fugaz paso por la silla eléctrica del Palacio de Hacienda desnudó la repetición de un destrato inédito, directamente vinculado a la aceleración de la crisis, pero también revelador de la fragilidad interna del gobierno para afrontarla.
Finalmente no alcanzaron los retoques. Luego de un mes de negociaciones discretas e inestables, Massa protagoniza el último intento del Frente de Todos para retomar la iniciativa antes del año electoral que se avecina. Será con el respaldo de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y la aceptación del presidente Alberto Fernández. El tigrense ahora prepara su renuncia para la presidencia de la Cámara de Diputados y diseña dos paquetes: uno de medidas económicas urgentes para los próximos diez días y un puñado de ejes extraelectorales para explorar una instancia de interlocución con todas las fuerzas opositoras dentro del Congreso.
El jueves por la tarde, apenas concluyó el tramo más intenso de los tironeos para que el presidente decidiera, la Casa Rosada confirmó la designación de Massa como flamante ministro de Economía, Producción y Agricultura. Cuando se conoció la noticia, Massa pasó por la Sala de Periodistas de la Cámara Baja. «Denme tiempo, el fin de semana voy a estar definiendo las medidas», dijo, ante las consultas de la prensa. Según supo este diario, el abanico de decisiones que prepara incluye un nuevo acuerdo de precios, que buscará ampliar y reforzar con incentivos para afrontar el capítulo más caliente de su gestión como superministro: ordenar una nueva devaluación controlada del peso, pero en un contexto donde las estimaciones sobre la inflación de julio superan el 8 por ciento.
Este sábado, en medio de la ansiedad por conocer sus primeras medidas, Massa definió una hoja de ruta por Twitter para contener versiones, mientras trascendía una potencial reunión con la Mesa de Enlace agropecuaria.
A partir de este lunes informará el elenco de funcionarios que le responderá para controlar la fusión de tres ministerios. Se impuso hasta el martes para contar todo el equipo. Ese mismo día, a las 14, comenzará la sesión especial prevista para aceptarle la renuncia a la presidencia de la Cámara y designar un reemplazante. Suena con fuerza la posibilidad de que Cecilia Moreau lo suceda. La legisladora del Frente Renovador goza del respaldo del extitular del bloque, Máximo Kirchner y de CFK. No habrá confirmación oficial hasta que se reúna el bloque del FdT, conducido por Germán Martínez. Concluido su paso por la conducción de Diputados y resuelta su sucesión, el presidente Alberto Fernández le tomará juramento el miércoles por la tarde. No se sabe si será en el Salón Blanco o en el Museo del Bicentenario, pero la mayor incógnita de esa ceremonia tiene que ver con la eventual presencia de CFK. En su entorno sólo explicaron que la agenda de la titular del Senado todavía no está definida para esta semana.
El designado ministro dio la orden de no ventilar nombres ni medidas. Este diario supo que Massa considera “ineludible” impulsar una “corrección” del tipo de cambio oficial. Se trata de un punto de acuerdo con CFK, aunque la incógnita es cuáles serán los instrumentos que utilizarán para que no sea abrupta ante un escenario de bajo nivel de reservas en el Banco Central. Para abordar el tormentoso frente de las divisas resuena un paquete de nuevas concesiones con los exportadores. Sería la ampliación del esquema del dólar diferenciado que aplicó el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, esta semana para los agroexportadores. La idea es reformarlo, extenderlo en el tiempo y ampliar su aplicación a las industria, la minería y otras actividades exportadoras que reclaman la misma posibilidad.
Otras fuentes consultadas dicen que las medidas serán 15 y que apuntarán a evitar un salto cambiario. En ese plano aparece la posible implementación de un desdoblamiento. Por debajo del secretismo, en el gobierno admiten que los temas más urgentes tienen que ver con aumentar el nivel de reservas, achicar la brecha cambiaria y definir una política devaluatoria ante el “dólar atrasado”. El otro punto tiene que ver con la táctica de aumentos salariales, sumas fijas y bonos para jubilados que buscarán contener el impacto de la inflación.
No hay certezas sobre los alivios fiscales que buscará impulsar el tigrense, en un momento donde el fisco no está en condiciones de resignar ingresos por la necesidad de cumplir el ajuste pactado con el FMI. La línea discursiva del “tax relief” que Massa buscó impulsar en Diputados siempre fue muy resistida por Guzmán y ahora, sentado en el Palacio de Hacienda, el tigrense deberá administrar esos costos. Hay otro tema caliente. Está concentrado en la ampliación de los subsidios para el transporte público automotor. El oficialismo y la oposición acordaron en la Comisión de Transporte de la Cámara Baja una ampliación de esos fondos de 36.000 a 59.000 millones de pesos, pero esa cifra ahora está en veremos y forma parte de otro punto gris para el futuro del Ministerio de Transporte. La cartera que conduce el renovador Alexis Guerrera será una secretaría y es parte del segundo capítulo de los cambios en el Gabinete. Deberá acompañar a Massa en la dura negociación que le espera con los gobernadores, que ya están en estado de alerta por la ausencia de subsidios para lo que queda del año y el martes afrontarán un paro nacional de la UTA para el turno noche en reclamo del adelantamiento de la paritaria.
Uno de los ejes estructurales de los próximos meses tiene que ver con la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Cumplidas las metas del primer trimestre, el directorio ahora debe aprobar un desembolso de 4.100 millones de verdes por el segundo trimestre. En el gobierno cuentan con ese giro, aunque la próxima revisión viene difícil. La estrategia inmediata estará puesta en cruzar agosto con las reservas del BCRA, pero en el mediano plazo podría incluir un “waiver” ante el posible incumplimiento de las próximas metas. En el largo término ninguna de las fuentes consultadas descartó una renegociación de los objetivos pactados con el FMI, porque el impacto de la guerra en Ucrania hizo saltar todas las previsiones que fueron aprobadas.
Ese punto también dependerá de la composición del gabinete económico. Massa mantiene una relación directa con el FMI y lo demostró cuando tuvo una reunión virtual con una parte del staff y puenteó a Guzmán para redefinir el proyecto de ley que había enviado el Ejecutivo para que el Congreso autorizara la firmar del pacto. La relación con los organismos multilaterales de crédito correrá por cuenta del futuro viceministro económico, cuyo nombre sigue en reserva, pero también tallará Massa, poseedor de un estrecho vinculo con el bipartidismo norteamericano y con el actual titular del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver Carone, que se negó hace una semana a concretar el desembolso de un crédito aprobado de 500 millones dólares y ahora cambió de opinión.
Por fuera de los nombres en danza, Massa sumó un jugador omnipresente para lo que viene: Roberto Lavagna, exministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, será asesor del superministerio.
La relación con el Fondo será clave para el año próximo, pero la administración de Fernández la afrontará luego del relanzamiento del Gabinete, donde Massa aparece como una apuesta del frentetodismo pero también una limitación para el kirchnerismo. Si al tigrense le va bien, se limitan las chances electorales de ese espacio y crecen las suyas, pero si el relanzamiento no prospera implicará un límite para todos los socios oficialistas. Más allá de las especulaciones también sobrevuela otro dato político clave en el resideño del esquema de poder el FdT con la licuación del futuro electoral del Fernández.
El armado de la grilla que administrará Massa no deja de ser materia de intrigas e incógnitas. En la relación con el FMI, podría continuar el representante argentino Sergio Chodos, pero no descartan su reemplazo. Lo mismo sucede con el secretario de Energía, el neuquino Darío Martínez, que podría dejar el cargo para continuar con su misión como titular del PJ provincial. En el frentetodismo aseguran que no habrá cambios en el equipo energético y aseguran la continuidad de Federico Basualdo como subsecretario de Energía Eléctrica y Federico Bernal como titular del Eargas. Ante la dimensión del nuevo superministerio la atención está puesta en el regreso de Raúl Rigo a la secretaría de Hacienda, la llegada de Gabriel Delgado al área de Agricultura, que hasta ahora no habría aceptado regresar del exterior, y la salida de Lisandro Cleri al frente del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS para ingresar al BCRA, pero al frente de la mesa de dinero de la autoridad monetaria. No surge ninguna señal que alimente la salida de Pesce del BCRA.
El minué de designaciones también incluye a José Ignacio De Mendiguren para Industria.
Lo único claro hasta ahora es la designación del vicejefe de Gabinete, Jorge Neme, como secretario de Desarrollo Regional. Forma parte de la interlocución de Massa con jefe de Gabinete y gobernador tucumano en uso de licencia Juan Manzur. Ambos deberán afrontar también las exploraciones con la oposición, que serán canalizadas en el Congreso y, si se confirma el reemplazo de Moreau por Massa, quedará en manos de ella y de CFK, que sigue en detalle los nombres del próximo elenco y las medidas que aplicará el socio de la coalición que decidió empoderar a un año de las elecciones donde el oficialismo jugará su futuro. Una parte comenzará este lunes. «