Desde los años 90’s, Mauricio Macri intenta incorporar las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). No logró hacerlo durante su gobierno, o no tuvo la valentía de afrontar la disputa. Hoy, con Milei, vuelven a la carga. De la mano de Federico Sturzenegger. Ese que fue funcionario de YPF con Menem; Secretario de Estado y autor del megacanje con De La Rúa; y su última victoria fue con Macri, como presidente del Banco Central… pero se fue cuando se le disparó el tipo de cambio, luego que los capitales especulativos que habían ingresado desde 2016 entendieron que se había terminado la bicicleta financiera.
El viernes la AFA salió con un comunicado contundente: aquellos clubes que quieran ser Sociedades Anónimas Deportivas pueden hacerlo, pero en la AFA, por estatuto, solo pueden jugar aquellos que estén organizados como Asociaciones Civiles. Está claro que cada club tiene la libertad, o podría tenerla, de organizarse como quiera, también la AFA, como Asociación Civil, está en su derecho de organizarse como le parezca, en este caso aceptando dentro de su asociación clubes que se organicen como tales. El maravilloso comunicado completo pueden encontrarlo aquí.
El lobby comienza a ser cada vez más agresivo. Pero vayamos sobre los dos argumentos centrales:
1. “Países como Uruguay, Colombia o Brasil lo hacen y les va muy bien”.
2. “Los presidentes de los clubes son todos chorros y los clubes están desfinanciados”.
En su conjunto, son los dos argumentos que utilizaron en los años 90 para vender el Patrimonio Nacional. Argumentar que otros lo hacen y les va bien, y, por otro lado, denunciar que los esquemas actuales no funcionan, son deficitarios o son el negocio de alguien. En el tema del fútbol tienen un problema: la realidad.
Argentina es 3 veces campeón del mundo, 16 veces campeón de América, y es formador de los jugadores más buscados en todo el mundo. ¿No resulta indignante y gracioso que Argentina tenga que copiar el modelo de Colombia, Uruguay o Perú? ¿No sería más lógico que el mundo entero tenga que venir a observar y aprender del modelo argentino? Más cipayos no se consigue.
Esto no quiere decir que no tengamos mucho por mejorar, por corregir o por afinar. En lo técnico, en lo metodológico, y seguramente también haya curros que cortar. Pero, ¿entregar un modelo tan eficaz y ganador como el modelo argentino? Diría Cristina, ¡qué voluntad de colonia!
En segunda instancia, decíamos, la deslegitimación que siempre precede a los procesos de privatización/entrega de Patrimonio Nacional. Porque eso son nuestros clubes: los clubes argentinos son parte del Patrimonio Cultural de la Nación Argentina, es parte de nuestra identidad nacional. Y además, como decíamos, un modelo sumamente exitoso. El lobby forma parte de un modelo general de hacernos creer que todo es una mierda, que nada sirve, que todo está roto, corrompido o es inútil. Ese es el paso previo para luego regalarlo al interés corporativo.
Esto lo hacen detrás del argumento de “la libertad de elegir”, cuando todos sabemos que detrás de esto vendrá un monstruoso poder de Lobby: en las radios, en los programas en los que se sientan a hablar horas alrededor de una mesa, en los diarios. Y seguramente aparecerán muchos sobres, muchos periodistas independientes hablando de las bondades de las SAD, muchos influencers “independientes” y figuras destacadas del deporte operando 24-7 sobre lo malo del esquema actual, y las bondades de privatizar todo. Amigos y amigas, eso no es libertad, eso es a todas luces un negocio.
El modelo argentino no es pasible de ser captado por el mercado, ni Sturzenegger, ni Caputo, ni Macri saben lo que pasa en las arterias del deporte nacional. No tiene nada que ver con el Club Newman, no se respira ni se habla de esto en los círculos elitistas en los que se mueven. No lo entienden, ni lo van a entender. No la ven ni la pueden ver. Argentina tiene clubes de barrio, que son parte central del milagro deportivo que es nuestro país. Estos clubes trabajan articuladamente con los clubes de AFA, existen numerosas experiencias de articulación y captación, como Argentinos Juniors y Lanús, por nombrar solo dos casos. De esos esquemas capilarizados por todo el país, donde se entremezclan esfuerzos familiares, padres-técnicos y clubes de barrio y de pueblo, proliferan las estrellas del fútbol argentino. Ese es el entramado que garantiza el éxito.
Si quieren hacer algo por el fútbol y por el deporte argentino, les propongo una idea mejor que vender los clubes a capitales extranjeros:
Inviertan en los clubes de barrio.
Mejoren su infraestructura.
Devuelvan las becas EDA.
Mejoren las becas de los deportistas olímpicos y paralímpicos.
Regulen las tarifas para clubes de barrio.
Generen programas de capacitaciones para formar a los dirigentes de clubes de barrio -que lo hacen con mucha voluntad pero muchas veces con pocos recursos-.
Generen capacitaciones técnicas para los padres y madres, que hacen de entrenadores con pocas herramientas conceptuales.
Arreglen el CENARD.
Devuelvan la financiación del ENARD para que vuelva a ser un ente autárquico.
Si quieren mejorar el fútbol y el deporte argentino, hay muchas ideas mejores que vender los clubes. Un poco de creatividad, porque se nota mucho que lo único que les interesa es el negocio. Ahí les dejo un programa deportivo, tómenlo como un asesoramiento gratuito. El fútbol forma parte de esas fibras que el pueblo argentino no va a entregar, por más consenso privatizador y anti estado que hayan construido en estos años. Con el fútbol, con nuestros clubes y con nuestra pasión, no pasarán.
Soy hincha de Racing, y sin vergüenza les digo, vengo del futuro, ya vi lo que es ser parte de una Sociedad Anónima, y no se lo deseo ni a mi mayor rival, aunque tengan a un desclasado operando por streaming.
Esta semana se habló mucho sobre el tema de Enzo Fernández, se vendió mucho humo: “el campeón del mundo no le tiene que pedir perdón a nadie”. ¿Pero ahora resulta que el fútbol campeón del mundo tiene que copiar el modelo de los países que fracasan? Vendan el modelo argentino, vengan a mirar y aprender. Somos el fútbol campeón del mundo. Como dijo el Dibu: Yo los conozco, hermano. No se hagan los boludos.
* Texto publicado originalmente en Nuevas Canciones