Las élites europeas, en distintos momentos de la historia de la humanidad, han sido factores determinantes de dramas y tragedias bélicas y de dramas y tragedias sociales.
Citemos sucesos de los dos siglos anteriores al que vivimos. El drama y la tragedia del colonialismo en Africa, Asia y Latinoamérica. El drama y la tragedia del nazi-fascismo y su consecuencia, la Segunda Guerra Mundial, la más sangrienta que registra la historia humana.
En los convulsos siglos 19 y 20 los ejércitos y los pueblos de Rusia y Estados Unidos no se han enfrentado bélicamente y ambos países han tenido episódicos acercamientos en momentos culminantes del devenir histórico.
El 7 de mayo de 1945, Dwight Eisenhower, general de Estados Unidos, recibía en Reims, Francia, la rendición de la Alemania nazi. El 8 de mayo, Georgy Zhukov mariscal ruso, recibía la rendición de la Alemania nazi en Berlín, hasta donde había llegado el ejército soviético. El general estadounidense y el mariscal ruso habían liderado la liberación de Europa Occidental, el primero, y de Europa Central, Oriental, y países del norte, el segundo.
Después sobrevino la guerra fría entre las dos superpotencias emergentes de la Segunda Guerra. Pero en plena guerra fría rusos y estadounidenses coincidieron para respaldar a Egipto en la recuperación del Canal de Suez en manos inglesas y francesas y para apoyar a la Resolución 1514 de la ONU sobre la independencia de pueblos y países coloniales tiranizados por las metrópolis europeas.
Ahora, en 2025, la burocracia de Bruselas que dirige la Unión Europea, las potencias europeas Alemania, Francia, Inglaterra, son beligerante con Rusia y cada vez más distantes de la administración de Estados Unidos. Vale la pena preguntarse cuáles son las cuestiones que agobian a las elites europeas que crean condiciones propicias al rebrote de tendencias hacia el eurofascismo en el viejo continente.
El eurofascismo no es una frase panfletaria, definición etimológica de diccionario o exabrupto de un político malhumorado. Es un fenómeno histórico-social complejo.
Maurice Bardéche y Piere Drieu La Rochelle fueron escritores franceses que colaboraron con la ocupación nazi en la Francia ocupada, quienes acuñaron el término “eurofascismo”. Creían en una Europa integrada bajo la dirección de un partido fascista paneuropeo.
El fascismo, como cualquier ideología política, debe ser analizado en su contexto histórico, político, social, económico y cultural para comprenderlo y explicarlo, despojado de prejuicios y preconceptos. El “fascismo europeo” debe entenderse en ese entramado de relaciones del pasado, el presente y el imaginario social de la época. Cuando Bardéche y La Rochelle pensaban en un fascismo pan europeo, lo que la época imponía era la integración europea y el estado de bienestar, bajo el apadrinamiento de la potencia militar y económica de Estados Unidos. Por ello lo de esos publicistas franceses era una extravagancia sin real posibilidad histórica.

Pero en el hoy y el ahora de 2025 las condiciones socioeconómicas de Europa semejan, en versión menos intensa, las crisis que hicieron germinar el nazi-fascismo en la Europa de los treintas y cuarentas del siglo XX. Y es así como hay que enfocarlos y analizarlos. Son brotes verdes que hay que impedir que florezcan.
La Ucrania del ilegítimo y autoprorrogado en sus funciones Volodímir Zelenski, derrotada militar, económica y políticamente, presionada por Estados Unidos a firmar un acuerdo para pagar las deudas por ayuda militar con un convenio sobre entrega de tierras raras, semeja la Alemania pre nazi obligada por el Tratado de Versalles a una política económica que desató una stanflación tremenda en el país germano.
Ucrania vive una crisis general. Responde con acciones terroristas y crímenes de guerra, persecuciones religiosas, cancelación de todo lo ruso, llamados a la UE y la OTAN a practicar vehementemente la rusofobia. Es el más visible brote verde de eurofascismo.
En Moldavia, Maia Sandu, jefa del Estado, repite las lecciones ucranianas de persecución a socialistas y comunistas ,de prohibición de la iglesia ortodoxa del sector considerado por ella proruso, y prohíbe la salida de un jerarca religioso, el obispo Marechal, a recibir en el Vaticano el fuego sagrado en la culminación de la Semana Santa. Es también un brote verde de eurofascismo.

La persecución por la burocracia de Bruselas al candidato a presidente de Rumania, Calín Georgescu, un hecho denunciado por el vicepresidente de Estados Unidos como atentado a la democracia, es un tercer brote verde de fascismo europeo y de crisis en la alianza trasatlántica que llevó a la alemana rusófoba Ursula von der Leyen a decir: “Occidente tal como lo conocimos ya no existe”.
Las fracasadas amenazas de la burócrata de la UE, Kaja Kallas, a los mandatarios de países miembros y aspirantes para que no asistan a Moscú a celebrar el triunfo del pueblo y el Ejército que derrotó la barbarie nazi es otro brote de eurofascismo.
Pero Moscú fue y sigue siendo la capital de la multiétnica nación que derrotó, derrota y derrotará mañana todo vestigio de eurofascismo. Entre otras razones porque su pueblo y su ejército son educados siempre en que la mayor barbarie social de la historia humana fueron el nazismo y el fascismo que se implantaron en Alemania, Italia, España y Portugal en el siglo XX. También porque las casi 30 millones de vidas que se ofrendaron bajo la dirección de Moscú en la gran guerra patria enlutaron a casi treinta millones de familias cuyos descendientes existen y forman parte del llamado Batallón Inmortal, que suele desfilar con las fotos de los parientes caídos en las efemérides de Mayo en Rusia.
Nietzsche, el filósofo alemán hablaba de la vida como un eterno retorno, se aplica a la historia hoy con el retorno de la vigencia del fascismo en Europa en el siglo XXI.
Umberto Eco, el pensador italiano, señala “por desgracia la vida no es tan fácil. El fascismo puede volver con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es apuntar con el índice a cada una de esas formas nuevas todos los días, en todos los rincones del mundo”
Las torpezas diarias de Zelenski en Ucrania, las agresiones de Sandu en Moldavia, la persecución al candidato Georgescu en Rumania, las amenazas de Kallas o los juguetes exhibidos en pascua con conejos piloteando tanques del régimen en la Alemania nazi, deben ser señalados por quienes en el mundo queremos que la victoria civilizatoria de mayo de 1945 prevalezca en el siglo XXI.
En memoria del Papa Francisco, obispo argentino, reformador de la iglesia.