Los jueces del Supremo Tribunal Federal (SFT) tienen ocasión de irritar aun más al de por sí explosivo presidente brasileño Jair Bolsonaro cuando este martes realice una nueva audiencia para decidir sobre el pedido de inconstitucionalidad que realizaron los defensores de Luiz Inácio Lula da Silva, sobre el cumplimiento de prisión efectiva por una condena en primera y segunda instancia que no está firme.
El 5 de noviembre, el STF retomará una sesión que está en cuarto intermedio, en proceso de decisión sobre un petitorio del Colegio de Abogados de Brasil (OAB), el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y el partido Patriota, en el que ya votaron siete miembros del STF. Cuatro magistrados se pronunciaron por la continuidad de la resolución de 2016 que permitió el encarcelamiento de Lula –quien hoy se encuentra entre las rejas de la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba– pero hay grandes chances de que los cuatro ministros que restan acompañen a los tres jueces que ya dieron su voto por la inconstitucionalidad de la medida y su nulidad. Esta circunstancia habilitaría la libertad de Lula –por siete votos a favor y cuatro en contra–, beneficio que se podría cumplir en los días inmediatos.
Si bien Lula manifestó que no quiere la libertad sin que se reconozca su inocencia, lo cierto es que su pedido devendría en abstracto y el «Lula Libre» que se reclama desde todo el mundo –incluso lo hizo nuevamente el presidente electo argentino, Alberto Fernández– se cumpliría inmediatamente.
De todas maneras, aún pesaría la inhabilitación electoral por la Ley de Ficha Limpia, que impide a un condenado en doble instancia presentarse a elecciones. Pero lo cierto es que el líder petista quedaría nuevamente en escena política, de cara a las elecciones municipales de 2020 y ante posibles movimientos políticos del tambaleante gobierno de Jair Bolsonaro.
Contra todos
Con una serie de bravuconadas, Bolsonaro parece estar contra las cuerdas y ataca a sus detractores, incluso sin medir los alcances institucionales, como los embates que realizó sobre Alberto Fernández (ver página 5) luego de haber apoyado la reelección de Mauricio Macri. La misma situación sucedió con Uruguay, donde Bolsonaro afirmó que «hace fuerza» para la derrota oficialista en segunda vuelta, cosa de tener un presidente en Montevideo «más alineado con nosotros», lo que provocó la citación del embajador brasileño, Antonio Simoes, para pedir explicaciones.
Muchos esperan que las aguas se apacigüen para el 5 de diciembre, momento en que se produzca la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, y donde Jair Bolsonaro recibirá la presidencia pro témpore del Mercosur de Macri. El evento se registrará en la ciudad de Bento Gonçalves, unos 125 kilómetros al norte de Porto Alegre, en el estado de Río Grande del Sur.
Bolsonaro también atacó a la TV Globo, por dar a conocer un informe periodístico en el cual se informa que el portero de la residencia donde vivía declaró que uno de los acusados por el crimen de la concejal Marielle Franco visitó el condominio horas antes del atentado, dejando registrada la visita al entonces diputado y candidato a presidente en el libro de ingresantes.
Encolerizado, Bolsonaro trató de «sinvergüenzas» y «canallas» a la TV Globo, y desafiante les dijo que «no lo verán caer». Incluso, canceló todas los avisos estatales de la Folha de São Paulo, otro medio no alineado con el oficialismo. Además acusó de filtrar la noticia al gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel.
De tal palo tal astilla, el hijo del presidente, Eduardo Bolsonaro, se sumó a la bravuconería, al alegar que ante la «radicalización» de la izquierda «se va a precisar una respuesta, que puede ser un nuevo AI5». Se trata de un Acta Institucional que recuerda un hecho visceral en la política brasileña, cuando la Dictadura Militar profundizó su represión en 1968, dejando de lado los resguardos institucionales que había tenido desde el golpe, cuatro años antes. Ante las repercusiones por esta amenaza de interrupción constitucional, el diputado tuvo que hacer una declaración explicando sus declaraciones y pidiendo disculpas.
Quien salió al cruce de los Bolsonaro fue el Luiz Inácio Lula da Silva, quien respondió al diputado diciendo «se necesita más democracia y no menos».