La 79ª Asamblea General de las Naciones Unidas, que comenzará este lunes en Nueva York, promete ser de las más encendidas desde la fundación de ese organismo internacional. Y quizás las palabras que más resuenen en el edificio sean “terrorismo”, “crímenes de guerra”, “ataque nuclear”. Pero no lanzadas genéricamente, como ocurría tras los atentados del 11-S de 2001, cuando Estados Unidos estableció su «guerra contra el terrorismo». Esta vez el escenario se traslada a El Líbano, Gaza y Ucrania. Y los protagonistas, el gobierno de Israel y el ucraniano. Uno, porque luego de las explosiones simultáneas de buscadores de personas y los últimos ataques en cercanías de Beirut compró todos los boletos para ser considerado “estado terrorista” y el otro porque en su insistente reclamo a que le autoricen usar misiles de largo alcance sobre territorio ruso desafía una respuesta de Moscú que puede dar a una nueva guerra mundial. Esta vez sí la última, pero en el peor de los sentidos.
El martes pasado, de manera coordinada, explotaron miles de beepers que mataron a una docena de personas y causaron heridas en otras 3000 personas. Entre las víctimas había tal vez unos 800 militantes de Hezbollah, pero el resto eran civiles, y una decena niños. Los aparatos fueron elaborados en Hungría por una firma de Taiwán, Gold Apollo. Son equipos no rastreables de bajo costo muy adecuados para la utilización por grupos milicianos como Hezbollah, calificado por varios países -entre ellos Argentina– como una organización terrorista.
La definición de terrorismo en la ONU se hizo bastante dificultosa porque algunas de las especificaciones le cabrían a las grandes potencias occidentales, como EE UU, el Reino Unido o Francia. Recién en 2004 el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 1566 que considera a los actos terroristas como “actos criminales, incluso contra civiles, cometidos con la intención de causar muertes o lesiones corporales graves o la toma de rehenes, con el propósito de provocar un estado de terror”. Esto recordó el canciller de Líbano, Abdalá Bou Habib, en una reunión urgente de esa entidad en la que acusó a Israel por los hechos. «¿Acaso no es terrorismo cuando se ataca a todo un pueblo en sus ciudades, calles, mercados, tiendas y hogares mientras satisfacen sus necesidades y no luchan en los frentes? (…) ¿Es necesario ahora exterminar y obstruir al pueblo libanés como castigo colectivo? Tenemos derecho a preguntar, ¿no es esta una hipótesis afirmada por altos funcionarios israelíes?», dijo.
Durante la semana proliferaron las críticas a los ataques que oficialmente el gobierno de Israel no se atribuyó, aunque el ministro de Defensa, Yoav Gallant, dijo que su país se encuentra “en una nueva etapa” del conflicto con Hezbollah. El líder de la organización, Hassan Nasrallah, señaló a su turno que las explosiones constituyen «un acto de guerra y una declaración de guerra por parte de Israel» y prometió represalias, mientras que desde su aliado, Irán, el comandante de la Guardia Revolucionaria, Hosein Salami, aseguró que Israel enfrentará una “respuesta aplastante”.
Tel Aviv, en tanto, rechazó la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya para pedir la detención del primer ministro, Benjamin Netanyahu, y del titular de Defensa, Yoav Gallant por crímenes de guerra en la ofensiva que las Fuerzas de Defensa (FDI) desarrollan en Gaza desde el 7 de octubre pasado. Se tata de la misma corte que en marzo de 2023 emitió una orden de arresto contra el presidente ruso por el traslado de niños desde Ucrania a Rusia. Y que también desconocen EE UU, China, Rusia, Turquía, India. Ucrania la reconoció recién el 21 de agosto pasado, tras una áspera sesión de la Duma, por 281 votos favorables sobre 450 bancas.
Israel, mientras tanto, continúa con su tarea de demolición de la Franja de Gaza y este sábado mató a unas 20 personas en un bombardeo a una escuela en Zeitoun, al sureste de la ciudad. La cifra de víctimas de los ataques desde la incursión de Hamas y la Yihad Islámica en territorio israelí, el 7-O de 2023 –donde quedaron 1200 muertos y se llevaron dos centenares de rehenes– ascendía a 41.300, los heridos a unos 96.00 y los desplazados a casi dos millones de personas.
La agresión en el sur de Líbano –que tanto Rusia como China y no pocos analistas atribuyen a un intento de Netanyahu de esquivar las protestas de la sociedad israelí por no cerrar una tregua con Hamas para recuperar a los rehenes aún en sus manos extendiendo el conflicto a todo el Medio Oriente– prosiguió en los suburbios de Beirut, donde habrían sido asesinadas casi 40 personas, entre ellas, el jefe de operaciones de la unidad de élite Radwan, de Hezbollah, Ibrahim Aqil. La ONU, en tanto, en la apertura de las sesiones del 79º período, le dio el sitial al Estado de Palestina correspondiente a la resolución ES-10/23 que le reconoce el derecho a “la participación plena y efectiva en las conferencias de las Naciones Unidas y en las conferencias y reuniones internacionales celebradas bajo los auspicios de la Asamblea General o, según proceda, bajo los auspicios de otros órganos de las Naciones Unidas”.
Zelenski dice tener un plan de paz
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, aseguró en una rueda de prensa previa a su viaje a la Asamblea de la ONU que para noviembre presentará una nueva propuesta de plan de paz a negociar con la Federación Rusa. “Será un inicio, unas bases para hablar en cualquier formato con Rusia. En cualquier formato, con cualquiera de sus representantes, porque habrá un plan», dijo.
A mediados de junio en la Conferencia de Paz en Suiza a la que no fue invitada Rusia se discutió un acuerdo para Ucrania. Ahora Zelenski reconoció que «no puede haber un final de la guerra sin una de las partes». Sin embargo, no ceja en su reclamo a la OTAN y a EE UU de que le autoricen a usar misiles de largo alcance que les proveen sus aliados occidentales argumentando que Moscú no quiere en realidad un acuerdo de paz.
Desde el Kremlin, el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, replicó que Rusia no quiere continuar la guerra. “Aunque estos adultos ocupan puestos importantes de ministros, primeros ministros, cancilleres, presidentes, parece que tienen realmente mentalidad de niños», respondió en una entrevista con el canal Sky News Arabia. “Ahora la OTAN está librando una guerra contra Rusia, pero es una guerra híbrida por manos de los ucranianos», agregó jefe de la diplomacia rusa.
El presidente Vladímir Putin había dicho que permitir que Kiev disparara proyectiles de largo alcance contra el interior de Rusia significaría una guerra con la OTAN y deslizó que usaría la respuesta a su alcance si eso ocurriera, lo que deja en el aire que esa respuesta podría incluir armamento nuclear. Algo que despertó las protestas de medios y dirigentes occidentales contra lo que tilden de amenazas irrazonables. «Resulta poco serio decir que si mañana no hacen lo que les exigimos, presionaremos el ‘botón rojo’. Estoy convencido de que en situaciones así quienes toman las decisiones tienen una idea de lo que puede pasar. Nadie quiere una guerra nuclear. Lo hemos dicho muchas veces», insistió Lavrov.
Putin afirmó varias veces que la OTAN está “jugando con fuego” al suministrar armas a Ucrania, y que los convoyes con ese tipo de material serían un “objetivo legítimo” para su ejército si cruzaran la frontera.