Primero era un chancho, después fue un cordero, lo único cierto es que cae de un helicóptero a una pileta y que los medios corporativos dedicaron casi exclusivamente la jornada a hablar del tema, cruelmente viralizado en un video de ocho segundos, porque está claro que mide más que las noticias que realmente importan, y que son más difíciles de digerir, por ejemplo, que la inflación de 2019 fue la más alta en 28 años.
El asunto se volvió excluyente, y dio pie a declaraciones exorbitantes, algunas en el colmo de la banalización, como la de la modelo y actriz Julieta Prandi, que aseguró que le hizo acordar a los detenidos desaparecidos arrojados al río por la última dictadura.
Más allá de las polémicas atendibles –si el animal estaba vivo, como aseguró el doctor Romero, si murió del susto al caer, si se lo comieron luego, si le quitaron antes el cloro de la pileta, o si el que lo tiró es un “tarado mental”, como dijo Nicole Neumann–, las profusas crónicas le apuntaron primero al empresario Federico Álvarez Castillo, dueño de la marca de indumentaria Etiqueta Negra, en cuya mansión de José Ignacio cayó el ahora sí cordero y no chancho. De inmediato, en las redes recordaron el apoyo explícito de Castillo al gobierno de Macri, al que en 2017 definió en una entrevista concedida a La Nación + como “un equipo de cracks”.
Acto seguido, el empresario y su pareja, la modelo Lara Bernasconi, se defendieron diciendo que ellos habían sido las víctimas del ataque del cordero volador. Con llegada a las altas esferas del ocio esteño, los medios hegemónicos se dedicaron a indagar, entonces, quién lo había tirado. Y lo encontraron rápido: “habría sido”, dijo Clarín, y el resto repitió el condicional, otro empresario argentino, Eduardo “Pacha” Cantón, que “se mueve en helicóptero” y al que rápidamente vincularon con el financista Ernesto Clarens y, de ahí un paso nomás, a la canónica “ruta del dinero K”.
Todo el episodio se resume, como adecuadamente consignó el artículo de Clarín, en una “jodita entre ricachones”, la broma de mal gusto del que “le debía” un cordero al que se lo había reclamado.
¿Serán como éstos, Álvarez Castillo o Cantón, dos apenas de cien mil, los argentinos que el presidente electo del Uruguay, Luis Lacalle Pou, invita a radicarse allí, junto con sus capitales, seduciéndolos con importantes beneficios fiscales? ¿Ricachones que se tiran con animales voladores? En cualquier caso, habría que advertirle, la “grieta” entre los famosos, a favor y en contra del sacrificio del cordero, también cruzaría el charco.