Hay una literalidad que desborda en época estival: los aires ya no son tan Buenos Aires en la Capital Federal. Desde que Jorge Macri asumió al frente del distrito más rico del país, las políticas de mantenimiento, limpieza y conservación urbana están en el centro de la polémica.

A pesar de su lema de «orden y limpieza», una recorrida cotidiana por las calles porteñas permite visualizar que el postulado está lejos de cumplirse, mientras las políticas oficiales acentúan el ajuste y la ausencia del Estado, a tono con la época.

En las últimas horas se viralizó un video en el que el jefe de gobierno es increpado por vecinos por este tema, a quienes responde enojado «quién lo paga», en referencia a un refuerzo de limpieza. Y acota: «es una cuestión de prioridades». El sur siempre fue olvidado en estas décadas, pero a él se le sumó el microcentro e incluso los barrios más turísticos, con un paisaje de abandono y desolación, especialmente al caer la tarde. La mugre avanza, los malos olores, la gestión deficiente de los residuos sólidos urbanos y la progresiva demolición de edificaciones que hacen parte de la historia de CABA. ¿A quiénes benefician estas políticas?

Mugre y subejecución

«Desde el último gobierno de Horacio Rodríguez Larreta hay un abandono de la gestión, producto de su campaña presidencial en las primarias, a la que destinó su energía, recursos e infraestructura de gobierno. O sea que desde 2022, la ciudad está desatendida», asegura a Tiempo Alejandro Grillo, legislador de Unión por la Patria.

Para Grillo, Jorge Macri no llegó para mejorar sino para darle continuidad a las políticas que mantienen el status quo que gozan las empresas contratistas desde hace 20 años de gobierno del PRO en tierras porteñas: «se acrecentó mucho la suciedad. Hemos hecho un relevamiento en los 48 barrios con Leandro Santoro y la constante de reclamos es esa. Hay una política general de abandono a la higiene y limpieza». Y apunta a la creciente la presencia de plagas y roedores en los distintos barrios: «sabemos que no es nuevo, pero la exagerada propagación se debe, fundamentalmente, a la falta de limpieza».

No solo se trata de la higiene. En el último año también avanzaron las demoliciones de patrimonio arquitectónico, cuya eliminación fue facilitada por la aprobación reciente del nuevo Código Urbanístico. La «dejadez» que luce CABA es también patrimonial. Edificios clásicos abandonados. Obras sin control. Escombros y derrumbes que se multiplicaron el último año.

Según el informe sobre ejecución presupuestaria elaborado por Hacienda de la Ciudad, al tercer trimestre de 2024 la Comisión de Preservación del Patrimonio de la Ciudad había ejecutado apenas el 26% de los $103,5 millones asignados, y la Dirección General de Interpretación Urbanística no utilizó nada de sus $582.383.636 vigentes.

En cuanto al mantenimiento, hay un panorama similar: la Secretaría de Mantenimiento Urbano tenía 411 millones sin ejecutar y Mantenimiento de la Red Pluvial apenas utilizó la mitad de sus 43,5 millones asignados. Pero acá se suma algo más: la multiplicación de áreas con objetivos similares. Dentro del Ministerio de Espacio Público figuran dos Secretarías de Mantenimiento Urbano con presupuestos diferentes, y se le suma un Ente de Mantenimiento Urbano Integral que en 2024 tuvo a su cargo 124.547.058.938 de pesos. A falta de dos meses había usado solo la mitad.

Aún así, esta diversificación de áreas y licitaciones paralelas terminan siendo todo ganancia para empresas que se cartelizan el mantenimiento del espacio público porteño desde hace más de 15 años (lo mismo para la limpieza «post protestas sociales» que generan miles de millones de pesos al año), con firmas clásicas como Salvatori S.A. y Mantelectric, entre otras. La primera, por ejemplo, fue socia en su momento de la empresa Caputo S.A. Varias de las beneficiadas con contratos de limpieza y mantenimiento (desde espacios verdes hasta veredas) fueron aportantes en campañas pasadas.

«Lo dicen los números, ha habido subejecución en muchísimas partidas, que están direccionadas al compromiso del Jefe de Gobierno de achicar el presupuesto de la ciudad. También ha caído la recaudación, lo cual lo obliga a tomar cartas en el asunto», apunta el diputado.

Habitar la ciudad

Natalia Quinto, de La Boca Resiste y Propone, organización que denuncia los avances de la gentrificación y desalojos en el barrio, dice que hay un discurso del Gobierno de la Ciudad que habla de respetar la identidad de los barrios pero que después se limita solo a mantener determinadas fachadas: «la identidad porteña es mucho más grande, tiene que ver con la forma de habitar la ciudad, de vivir en los barrios. Por ejemplo, cuando el Jefe de Gobierno dice que quiere hacer de La Boca un polo gastronómico, quienes lo habitamos sabemos que no puede serlo. Es un polo cultural, el museo a cielo abierto que es Caminito».

Ese tejido visual y arquitectónico que se busca quitar está hoy también signado por el desamparo en el cuidado y el mantenimiento. ¿Dejarlo abandonado para después justificar un cambio de fisonomía con otros rubros que se imponen a fuerza de empresarios amigos?

En el subte

No solo la falta de mantenimiento o cuidado del patrimonio arquitectónico está en la superficie. Uno de los medios de transportes históricos de la ciudad, el subte, que es gestionado por la concesionaria Emova desde 2021, también sufre una política progresiva de falta de higiene y conservación. “El estado de deterioro y suciedad de las instalaciones se nota muchísimo. Se debe en parte a que se redujo la cantidad de personal destinado a la limpieza”, revela Virgina Bouvet de la Asociación gremial de trabajadores del Subterráneo y Premetro (AGTSyP).

Bouvet trabaja como guarda de la Línea C. Convive con las malas condiciones de seguridad e higiene que se acrecentaron debido a la crisis socioeconómica. Más personas en desamparo, menos trabajadores para mantener las estaciones y trenes. El único segmento laboral que creció fue el de aquellos que se dedican a controlar que la gente pague sus boletos. “Hay olor a pis, mugre, desde el gremio hacemos pedidos periódicos respecto al tema, la situación podría revertirse con más personal de limpieza y reapertura de los baños públicos. Un transporte que lleva a cientos de miles de personas por día tiene que tener baños públicos habilitados en todas las estaciones”, destaca.

De fondo, el problema –remarca– es la falta de concepción del transporte como un derecho, en un contexto donde aumentó el boleto más del 600%: «Es una concesión privada y prima el afán de lucro por sobre la prestación del servicio. Las empresas solo buscan cómo tener más ganancias. Hay menos personal para las demandas, pocos repuestos y materiales para arreglar los trenes. Cada tanto se queda una formación y, muchas veces, las causas son prevenibles con mantenimiento».

Recientemente fueron noticia por la denuncia de propagación de sarna en los trenes de la Línea B. La delegada dice que se trata de uno más de las numerosas plagas que afrontan quienes trabajan y viajan en el subte: «mosquitos, cucarachas, alacranes, roedores», enumera.

A esa situación se agrega que aun existen formaciones y estaciones con asbesto, denuncia que lleva adelante el gremio desde 2008, cuando gobernaba Mauricio Macri que, entre otras acciones, compró formaciones al Metro de Madrid que allá eran vendidas como «chatarra». «

«El problema no son los pobres sino la falta de gestión»

«La Ciudad está cada día más sucia y el problema no son los pobres, sino la falta de gestión de Macri. El jefe de Gobierno elige culpar a los pobres y responder tweets antes que ponerse a resolver el problema», aseveró el legislador Alejandro Grillo (UxP). Es que la política de «limpieza» del espacio público de la gestión de Jorge Macri pareciera tener como prioridad y destinatarias a las personas que viven en las calles. No se trata de una novedad, durante la gestión de Mauricio Macri funcionó la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP), un organismo parapolicial que actuaba con especial violencia contra los indigentes.

Durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, sin llegar a conformarse una nueva UCEP, habían trascendido operativos que realizaba Higiene Urbana en los espacios donde dormían o habitaban los sin techo. No obstante, en este último año, y en consonancia con las políticas que impulsa el Gobierno nacional, el Ejecutivo porteño realizó diversos spots publicitarios para mostrar cómo concretan nuevos operativos que incluyen requisa de las personas, detención o derivación forzada a paradores, con secuestro y destrucción de todas sus pertenencias. Incluso, en estos spots, el mandatario expresó que la suciedad se debe a que la gente que vive en la calle «revuelve mal la basura».

Estas políticas, para el ministro de Espacio Público e Higiene Urbana, Ignacio Baistrocchi, tienen una perspectiva humana. Así lo manifestó en la Legislatura porteña, ante las preguntas de diversos ediles. «Él decía que una política de limpieza era manguerear los cajeros automáticos para que no duerma la gente ahí. Creo que se mezcla un posicionamiento político que el jefe de Gobierno no tiene en claro. Está jugando a no quedarse afuera del debate extremo (de la derecha) y abraza estas políticas de crueldad, insensibilidad, odio, en los cuales caen desde los vendedores informales de la Avenida Pueyrredón hasta la gente que no tiene adonde dormir. De ese modo, cree que le puede disputar el voto o la preferencia electoral a Milei», acotó Grillo.

El Código Urbanístico y las constructoras

Al panorama de la Ciudad se le sumó en diciembre la sanción del nuevo Código Urbanístico. «En realidad es un código de constructibilidad y no de urbanismo, trata de optimizar la plusvalía constructiva. Todo lo que hace al patrimonio cultural arquitectonico es casi testimonial», asevera Fabio Márquez, activista conocido como Paisajeante en las redes. Un proceso para favorecer los negocios de las empresas constructoras: «se nota, más allá de los discursos lavados, en los ajustes del código. No incluyó un montón de bienes patrimoniales ni normas que pudieran favorecer el modo de preservarlos, incluso sin necesidad de que el Estado tenga que aportar dinero. Encontramos casos en que un mismo tipo de arquitectura en las mismas condiciones, en un barrio se descataloga y en el otro se protege». Para Márquez, «no solo nos hace perder patrimonio construido sino la identidad de nuestra propia ciudad. No es nostalgia sino lo que heredamos y queremos mantenerlo para las futuras generaciones. Es un patrimonio vivo, no museístico».