Dueña de un gran prestigio ganado fundamentalmente por una rica trayectoria como actriz, directora y dramaturga teatral, Lorena Vega logró ahora meterse en la casa de millones de argentinos con su aclamado papel de la psicóloga que en la serie Envidiosa intenta aliviar a Vicky, el personaje protagónico interpretado por Griselda Siciliani, de sus padecimientos en el intento por cumplir con históricos mandatos sociales que se exigen a las mujeres.

En la exitosa comedia de Netflix, que lanzó hace días su segunda temporada y ya confirmó una tercera, las escenas de intercambios entre Vicky y la psicóloga Fernanda se convirtieron de manera unánime en las más aclamadas por la crítica y la audiencia.

El equilibrio que aporta el personaje encarnado por Vega frente a la desmesura del de Siciliani, las preguntas u observaciones precisas en el momento justo que cada espectador quisiera realizar a la protagonista y la evidente química actoral entre ambas intérpretes son, sin dudas, los elementos que convirtieron a estos pasajes en los más logrados de las dos temporadas de Envidiosa.

“Fue idílico lo que nos pasó con Griselda. Lo hablamos y la dos lo sentimos así. Nosotras nos enamoramos. Siento que lo que nos pasó es lo más parecido al amor, que es querer estar con la otra persona y que le guste lo que hacés”, grafica en diálogo con Tiempo la actriz cuya cara se volvió familiar para el gran público, tras años de ser una estrella de la escena teatral under.

Y agrega: “Era la primera vez que trabajamos juntas y ya del primer día sentimos como si nos conociéramos de antes. Nos sentimos como parte de un mismo código y de una manera de pensar el lenguaje actoral que tenía que ver con coincidencias de tipo técnicas y emocionales”.

La actriz remarca además el rol jugado por la producción en la construcción de esta química actoral a partir de la decisión de grabar todas juntas y al final las escenas de las sesiones terapéuticas, lo que permitió que Siciliani tuviera “todo el registro físico” de las vivencias de su personaje, a diferencia de ella que solo las conocía por la lectura del guion. “Son esas cosas que van a favor de la actuación y permitieron ecualizar con el equipo de producción cómo iba creciendo nuestro vínculo”, sintetiza.

Fernanda y Vicky, en Envidiosa.

-¿Por qué creés que tuvo tanto impacto las escenas en las que aparece tu personaje?

-No tengo ninguna certeza. Tengo algunas hipótesis porque voy cruzando algunas ideas en función de lo que voy escuchando. Me parece que la Argentina, sobre todo Buenos Aires, es una sociedad muy psicoanalizada. Otro punto importante es el feeling que tuvimos Griselda y yo trabajando juntas. También creo que tuvo que ver que la dirección tenía muy claro que esas cápsulas que eran las sesiones de terapia iban a ser lugares muy sensibles y muy particulares en relación a la totalidad de la serie. Aunque no tuvieran la misma cantidad de minutos que otras escenas, iban a ser centrales porque ahí el personaje de Vicky se iba a conocer de otra manera. Se iba a saber algo de su intimidad y su historia, que en todo lo otro no iba a estar tan desplegado. En las otras escenas se ven los efectos de esa intimidad. Y desde los guiones se tenía muy en claro el nudo de lo que se trataba en cada sesión y tener esa información fue muy organizador para nosotras.

-¿Sentís que la identificación del público con tu personaje radica en que le dice a Vicky lo que todos quisieran?

-Lo que hace la serie es poner un poco en otros personajes, no es la protagonista, la voz de quienes están observando: lo que le dirían, lo que piensan o ayudaría a ponerle un límite. Todos los personajes que rodean a Vicky están un poco reaccionando como quisieran hacerlo quienes miran. Todo lo que genera la incorrección de Vicky y el borde en el que se desplaza está puesto en otros personajes, no solo en la psicoanalista. Pero hablando de este personaje, sí, pone en palabras o acciona de un modo que a veces seguramente representa a quienes están mirando.

Vega y Siciliani, en la vida real.

-Pero en otros personajes hay sentimientos involucrados y en la psicóloga, no. Opera más como un metamensaje.

-Totalmente. Son lindos esos efectos técnicos en los esquemas narrativos. Muchas veces, a la línea que lleva la profundidad emotiva hay que restarle emotividad para que suceda: hay que quitar todo tipo de sobrecarga de emotividad para que realmente pueda emerger lo emotivo. Me parece que ahí hay una operación interesante. Si bien Vicky está con todo lo emotivo a flor de piel, ella hace una resistencia a eso. Tiene como una tensión y mi personaje lo que tiene es esta cosa más seca, más gélida, desde un lugar muy sobrio, y es muy barroca. El encuentro de ese contraste hace que esa tercera cosa que se tiene que armar entre estas dos fuerzas produzca esa sensación de emotividad. Pero viene desde dos lugares que no se quieren meter ahí y pasa lo otro, emerge por oposición. Me parece que ese efecto da resultado.

-¿Cómo fue el trabajo de desarrollar un personaje tan sobrio en una serie donde todos los demás son muy caricaturescos, con rasgos muy exagerados?

-No fue fácil. Soy una persona muy eléctrica. Lo que hago ahí es muy opuesto a mi expresión habitual, entonces tenía que concentrarme y retener mucho internamente. Mientras se ve cómo estaba organizada en una dirección, lo que sentía adentro mío era un volcán a punto de entrar en erupción: todas mis células y todos mis músculos hacían una especie de temblor permanente. Para cada mínimo movimiento, que era tan estratégico, tenía que tener demasiada concentración para hacerlo en el momento adecuado, porque las escenas se grababan de principio a fin sin cortes, era como una pasada teatral con varias cámaras grabando distintos planos. Las repetíamos varias veces, pero de principio a fin porque eso también generaba el clima. El otro desafío era no tentarme con Griselda porque es desopilante, lo que hace es increíble. Es brillante, no suelta nunca la escena. Resuelve todo, aún el accidente o el imprevisto, lo ingresa y sigue tejiendo. Yo sentía que estaba en un partido de tenis en donde cada pelota era una jugada de ajedrez. Entonces, era complejo porque era un personaje muy distinto a mí, porque había que estar a la altura de Griselda, porque se grababa de principio a fin y porque me tentaba lo que hacía y tenía que retener para no cortar el clima. Todo eso pasaba.

-Los mandatos sociales hacia las mujeres es uno de los temas claves de la serie. Hubo algunas críticas porque saca a relucir cuestiones que parecían superadas. Por otro lado, existe en este momento una corriente de reacción hacia las conquistas feministas. ¿Qué opinión tenés al respecto?

-Superado no hay nada. La discusión que se dio a partir de la serie lo deja claro. Envidiosa pone en primer plano mandatos sociales que no fueron superados. A mí me parece que la serie toma cuestiones que están en nuestra sociedad y el tipo de discusión que se dio da la pauta que son temas que todavía interpelan, que hay que seguir pensando y se están moviendo. No hay que olvidar que la serie es una ficción. La ficción arma una lógica de verdad, que no quiere decir que sea real, sino que tiene que generar una verdad en su lenguaje y juega en ese terreno. La serie es una comedia que toma ingredientes de la realidad que evidentemente están rebotando en nuestra sociedad para hacer un juego ficcional en clave de comedia. Toda la discusión que se dio me parece súper bienvenida. No importa si es a favor o en contra. Eso habla de que todavía el tema de los mandatos es un territorio a seguir discutiendo y revisando. En términos más generales, esta reacción que hay a los movimientos feministas existe, no es nacional, es global. Es una marca de época que tiene que ver más con un conglomerado de concentración de poder donde se cuestionan aquellos movimientos populares más de base y revolucionarios; entre ellos, el feminismo.


Envidiosa 2

Guión: Carolina Aguirre. Dirección: Gabriel Medina, Fernanda Heredia. Con Griselda Siciliani, Lorena Vega, Esteban Lamothe, Benjamín Vicuña, Pilar Gamboa y Violeta Urtizberea. Por Netflix.


Una catarata de aventuras e ilusión

Mientras se aguarda la tercera temporada de Envidiosa y el estreno de En el barro, el spin-off de El marginal, dos estrenos de Netflix en donde también se la podrá ver, Lorena Vega mantiene una intensa actividad teatral con varias obras en cartel y otras tantas que irán subiendo a escena a lo largo de este 2025.

Como directora está presentando los lunes, a las 20:30, Precoz, de Ariana Harwicz, protagonizada por Valeria Lois y Tomás Wicz, en Timbre 4; además de preparar Civilización, de Mariano Saba, que se presentará los viernes desde el 7 de marzo, a las 20, en Dumont 4040.

Como actriz, ya se puso en marcha una nueva temporada de Las cautivas, de Mariano Tenconi Blanco, junto a Laura Paredes, los domingos, a las 18, en el Teatro Metropolitan; y los miércoles, a las 20, coprotagoniza junto a Valeria Lois, en el Teatro Picadero, La vida extraordinaria, del mismo autor.

También prevé una función para el 15 de marzo, a las 21, de Yo, Encarnación Ezcurra, de Cristina Escofet, con dirección de Andrés Bazzalo, en el Teatro Roma de Avellaneda.

En tanto, para agosto planea el regreso al Teatro Picadero de Imprenteros, biodrama que también cuenta con un film que será exhibido el 7 de mayo, Día del Gráfico, en Ciudad Cultural Konex.

El Teatro Picadero también será escenario del regreso en abril de Testosterona, obra que escribió y dirige, protagonizada por el periodista y escritor Cristián Alarcón.

“Mucha gente se me acerca por mi trabajo en Envidiosa, me dice que no me conocía y que les dieron ganas de verme en el teatro”, comenta Lorena Vega.

Y aclara: “Lo que me llena de ilusión es que acerque a la gente al teatro, no solo a ver mis obras, sino también otras, y que en términos más masivos la gente descubra que está bueno ir al teatro, que encuentren actores y actrices que no conocían, que les puedan generar una sensación espectacular y les haga pensar que se puede vivir una nueva experiencia”.