Durante las últimas semanas la moneda brasileña sufre una depreciación constante que ya alcanza casi un 10% en el mes y que acumula un 28% anual, lo que deja el precio del dólar en casi 6,5 reales. La crisis podría haber sido más profunda si el Banco Central no hubiese intervenido vendiendo divisas por más de mil millones, superando niveles que no se alcanzaban desde la pandemia de Covid-19.
Si bien la caída del real no es una decisión de política económica, tampoco se trata de una mera fluctuación de mercado. De hecho, las reservas del Banco Central rondan los 350 mil millones de dólares, lo que indicaría una solvencia adecuada para sostener una cotización estable.
Lo concreto de la situación es que los sectores financieros, a través de la presión para el alza de la divisa, manifiestan su decepción a la reforma tributaria y el ajuste fiscal que impulsa la administración del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. En especial, el debate abierto en el Parlamento, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, en torno al Impuesto al Valor Agregado, que intenta constituirse en una especie de monotributo a fin de sustituir múltiples impuestos.
Así, el gobierno federal intenta centralizar la recaudación en la Unión, que a pesar de proponer un Consejo Ampliado para su administración, la posibilidad de discrecionalidad no ha logrado consensos en diferentes niveles políticos, en especial los subnacionales, y sobre todo del poder económico, que mira con recelo el impacto sobre sus beneficios y retruca con su pedido de más ajuste fiscal.
En definitiva, la devaluación del real refleja en realidad el rechazo del establishment financiero en Brasil a la política fiscal del Gobierno de Lula, que pretende reducir el déficit presupuestario sin afectar la inclusión social, reduciendo quirúrgicamente el gasto público y aplicando impuestos focalizados a multimillonarios.
De hecho, al día siguiente de la media sanción en la Cámara de Diputados del paquete de ajustes que propone Lula, que en escenarios de déficits públicos limita los beneficios fiscales y el aumento de gasto en personal del gobierno si se registra un desequilibrio primario, el Bovespa entró en ebullición y se profundizó la caída del Real.
Encima, la especulación financiera impacta sobre los precios internos, en un escenario donde la inflación comienza a sentirse en las góndolas de los supermercados, en especial sobre productos importados que traslada subas que oscilan entre el 14 al 24%. En tanto que las medidas adoptadas no logran mitigar la variación cambiaria, lo que deja un escenario económico preocupante, no solo para la economía sino en la política.
Apoyo en baja
Es que la turbulencia económica impacta en la imagen de Lula. La encuestadora Poder Data publicó los resultados de una encuesta que marcaría una caída en la valoración del mandatario, algo que puso en alerta al gobierno. Según la misma, un 39% indica que está peor que cuando gobernaba Bolsonaro, superando por primera vez a quienes dicen estar mejor, que se ubica en 37% cuando abril de éste mismo año llegaba a 49%. A su vez, también se registran caídas en los niveles de apoyo entre el electorado que votó al ex metalúrgico en 2022 en 18%.
La situación refuerza la especulación financiera de sectores que además están analizando con preocupación la situación de salud de Lula, quien fue internado y sufrió algunas intervenciones quirúrgicas por una lesión que sufrió en la cabeza por una caída, propiciando la abdicación a la reelección e impulsando la figura de Geraldo Alckmin como relevo para las elecciones de 2026. En las próximas horas, más precisamente el próximo miércoles 1°, el líder del PT cumplirá dos años en la presidencia, en este, su tercer mandato.
Sin embargo, el ministro de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, Paulo Pimenta, reafirmó que el presidente Lula mantiene la intención de postularse a la reelección en esas próximas elecciones. Es más, el ministro comentó: “No hay dudas que el presidente Lula es la persona más calificada y habilitada. Con certeza, será nuestro candidato en 2026 para continuar con nuestro proyecto”.
Incluso, la presidenta del Partido de los Trabajadores, la diputada Gleisi Hoffman, refutó el rumor sobre el sondeo de su posible postulación, sentenciando que: “Lula es el candidato hasta que el propio Lula diga lo contrario”.
Si bien es claro que el establishment económico intenta ordenar el tablero político en Brasil, lo cierto es que también las medidas lo benefician, en especial en la intrazona del Mercosur. De hecho, la devaluación del real le da mayor competitividad de precios en las exportaciones brasileñas y genera el incentivo de inversiones y turismo, lo que podría propiciar una reactivación y mejora de escenario para 2025.
Por ende, su lobby estará orientado principalmente a revertir el perfil inclusivo de la política social del gobierno de Lula.
El tercer año, el trabajo digno, la unión
El pasado 27 de octubre cumplió 79. Tres semanas antes sufrió una caída en su casa y se golpeó la nuca. En la madrugada del 10 de diciembre, debió ser internado de urgencia al Hospital Sirio-Libanés de San Pablo e intervenido por un hematoma intracraneal, producto de aquél accidente. Cinco días después dejó el lugar con un chambergo que le ocultaba el vendaje y una sonrisa que le iluminaba la cara. Desde entonces volvió a la actividad sin pausas.
El miércoles, junto con el nuevo año, arrancará la segunda mitad de su nuevo mandato presidencial. «Es el momento de renovar nuestra esperanza. Esperanza en un país más justo. Un Brasil sin hambre, donde cada mujer y cada hombre tenga un trabajo digno y tiempo para ver crecer a sus hijos», dijo en su mensaje de Navidad. Remarcó la necesidad de diálogo y el trabajo «en armonía» con los poderes Legislativo y Judicial.
Los vecinos
Por otro lado, continúa su intenso bregar por la unión regional, a pesar incluso de las visiones ideológicas, por caso, con su vecino, el Uruguay, que sufre los coletazos de la escalada del dólar en Brasil. En tanto subió el real, el peso uruguayo también escaló: durante años se mantuvo alrededor de los 40 pesos y en los últimos días no bajó de los 44/45. Incluso el turismo que optaba por Uruguay (los argentinos, los chilenos, los propios orientales), optaron esta temporada por las «baratas» playas brasileñas. Los dólares allá van…