Como un fuego que se aviva con el viento, la resistencia tomó las calles de la Plaza de Mayo y ardió con más fuerza que nunca. Bajo un cielo encapotado y una lluvia persistente, miles de manifestantes iniciaron la histórica Marcha de la Resistencia. La consigna «Una memoria que arde, una lucha que no se apaga» resonó en cada rincón, convocada por un centenar de organizaciones de Derechos Humanos, sindicales y sociales. Durante 24 horas ininterrumpidas, el pueblo hizo temblar el suelo de la Plaza con su paso firme, enfrentando las políticas de ajuste, censura y persecución impuestas por el gobierno de Javier Milei, que reivindica la dictadura y ataca sin descanso los derechos conquistados desde el retorno de la democracia. 

Foto: Maldonado Juan Manuel Prensa madres

Desde el comienzo, el clamor popular fue ensordecedor. Cantos, bombos y pancartas alzaban una sola voz en defensa de la Memoria, la Verdad y la Justicia. «No pasarán», «Son 30.000 y fue genocidio», «Más democracia, menos represión», coreaban jóvenes y adultos que, empapados por la lluvia marcharon alrededor de la Pirámide de Mayo. «Frente a un gobierno que promueve discursos de odio, niega identidades y pretende borrar la historia con despidos y censura, la resistencia es nuestra respuesta», declaró Carmen Arias, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con una convicción irrompible.

Entre los organismos convocantes fue importante la presencia de ATE, gremio que nuclea a buena parte de los trabajadores afectados por las políticas de vaciamiento de los sitios de Memoria y de la propia Secretaría de Derechos Humanos, donde ya se consumaron más de 400 despidos.

Entre las manifestantes, Mariana Cervera Novo, docente y nieta de Luis Cervera Novo, desaparecido por la dictadura, expresó: «Este contexto de negacionismo y censura nos moviliza más que nunca. No podemos permitir que nos arrebaten lo que tanto nos costó. Las Madres y Abuelas nos enseñaron que la lucha no se abandona, y acá estamos para seguir su legado».

José «El Polaco» Dabrowski, de H.I.J.O.S. Lomas de Zamora, avanzaba con determinación entre la multitud. «Estoy acá por mis compañeros despedidos, por los trabajadores perseguidos, por la censura y por mi viejo, uno de los 30.000. La sangre sigue marchando, sigue luchando, sigue reclamando justicia. No podemos acostumbrarnos al maltrato, a la represión ni al avasallamiento de nuestros derechos. No nos vamos a rendir».

Foto: Maldonado Juan Manuel Prensa madres

Desde el ámbito sindical, José Luis Tedeschi, trabajador de PAMI, denunciaba la brutal ofensiva del gobierno contra el sector público: «Nos quieren hacer creer que somos ñoquis, pero en realidad somos quienes sostenemos la salud, la educación y la justicia social. Buscan vaciar los organismos, desmantelar el Estado y privatizarlo todo. Pero no nos rendiremos. La reincorporación de los despedidos tiene que ser total. No vamos a ceder», advirtió. 

El ataque del gobierno de Milei no sólo alcanzó a los trabajadores del Estado, sino también a la cultura y el arte. Artistas como Lali Espósito, Milo J y María Becerra fueron blanco de su campaña de odio solo por expresar su postura política. «El arte es memoria, es resistencia, y por eso lo atacan. No permitiremos que silencien a nuestros artistas ni que se imponga el miedo. Hoy más que nunca, la música, el cine, el teatro y la cultura deben ser trincheras de lucha», exclamaban jóvenes con pancartas en apoyo a los artistas perseguidos. 

La noche avanzó, pero la marcha no perdió fuerza. A pesar de la llovizna, los manifestantes mantuvieron la vigilia con cánticos que avivaban el clamor: «A pesar de las bombas y los fusilamientos, no nos han vencido». Pasadas las 22 horas, la ronda seguía, y entre banderas y remeras, Diego Maradona estuvo presente en el espíritu de la marcha. «Recordar a Diego es sostener la resistencia y la lucha de las Madres y Abuelas», mencionó Tedeschi. 

En el gazebo de las Madres, Carmen conversaba con compañeras de la asociación, compartiendo anécdotas y recuerdos entre risas. La noche avanzaba al ritmo de bombos y redoblantes, que aportaban mística a una jornada histórica. En otro sector de la Plaza, alrededor de la Pirámide, sonaban las canciones de Charly García, ícono de resistencia durante la dictadura con sus letras censuradas. 

A las 23 horas, el cielo encapotado se despejó de repente. Todos sintieron la presencia de la eterna Hebe de Bonafini, quien, sin duda, estuvo en cada momento de la marcha. 

A la medianoche se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino, seguidas de «Patria sí, colonia no», mientras la ronda continuaba con la misma intensidad. Minutos después, una madre se acercó con sus hijos a Carmen. «Es la primera vez que vienen a la Plaza», comentó. Carmen sonrió, los acarició y los invitó a volver cada jueves. Se despidieron con un beso afectuoso y una caricia maternal. 

Con las primeras luces del día filtrándose entre las nubes, la multitud seguía en pie con la misma determinación. Una turista oriunda de China, estudiante de historia, visiblemente emocionada, se acercó al gazebo de las Madres y le comentó a Carmen que su formación incluía el estudio de la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Ambas se fundieron en un abrazo. 

Finalmente, a las 17 se leyó el documento conjunto ante una multitud que, lejos de dispersarse, crecía minuto a minuto. «Convocamos a nutrir la marcha, a hermanarnos y a continuar el legado de las Madres. La lucha no se apaga, la resistencia sigue, la memoria arde y la historia la escribimos en las calles», concluyó la declaración, en medio de un estruendoso aplauso y el eco de los cánticos que aún resonaban en la Plaza. «