El Banco Central dispuso una nueva baja en la tasa de interés de referencia, que disminuyó a 60% nominal anual. La reducción resuelta por el directorio de la entidad es la segunda en dos semanas y la cuarta desde el inicio del gobierno de Javier Milei, en diciembre de 2023.
En los hechos, la decisión arrastró a las tasas de los depósitos a plazo fijo que los bancos abonan a sus clientes. Algunas entidades de primera línea corrigieron este mismo jueves sus pizarras on line y ofrecían tasas de 47% anual por colocaciones a 30 días, lo que implica apenas 3,9% mensual.
Si bien la tasa de referencia es un negocio entre las entidades financieras y el Banco Central, una nueva baja es un golpe a los ahorristas que mantienen colocaciones a plazo fijo, ya que los bancos ofrecen a sus clientes una tasa todavía menor para quedarse con la diferencia (spread en la jerga financiera) por la intermediación, que fue desregulada el mes pasado.
La reducción de tasas fue decidida por el Banco Central en consonancia con las perspectivas de una menor inflación, que en marzo pasado bajó a 11% y que este mes consolidaría su curso descendente: la mayoría de las consultoras estiman que el índice de abril tendrá un solo dígito.
De todas maneras, implica una nueva señal de que el organismo monetario quiere tasas reales decididamente negativas, que no compensen la desvalorización de la moneda: la tasa mensual es de apenas 5% y la efectiva anual (la que surge de renovar la colocación capitalizando los intereses devengados) es de 82,1%. La cifra es poco más de la mitad del 149% que pronosticó el Fondo Monetario como inflación para todo el 2024.
La tasa de referencia es la que aplica el Banco Central para las operaciones de pases a un día. Pasado en limpio, es el interés que les paga a los bancos para que le entreguen sus excedentes monetarios, de manera de regular la liquidez. Al ser una tasa claramente negativa, las entidades financieras buscan una colocación alternativa para sus sobrantes de dinero.
No por casualidad, la reducción de tasas se dispuso el mismo día en que el Tesoro programó una nueva licitación de títulos públicos, por lo que se descuenta que la mayoría de los bancos preferirán participar de ella para obtener mejor rendimiento a través de sus letras y bonos ajustables por inflación. “El mensaje es claro. Mantener el ritmo de licuación y que los pesos que se volvieron a pases vayan de nuevo a la curva del Tesoro”, opinó en sus redes sociales el economista Gabriel Caamaño.
Este direccionamiento del dinero sobrante hacia el Tesoro significa otra ventaja para el Banco Central: la licuación de sus pasivos monetarios, una preocupación que el presidente Javier Milei menciona cada vez que puede. Se estima que por los intereses de los pases pasivos, la entidad pagaba 2,5 billones de pesos cada 30 días en diciembre y ahora abona 1,5 billones, con el agregado de la pérdida de valor de la moneda como consecuencia de la inflación.