Se niega a toda denominación que lo ubique cerca de lo genial, pero la gracia creativa de Leo Masliah, esa marca registrada entro lo divertido y lo sagaz, es difícil de pasar por alto. Con humildad, el compositor encara sus proyectos con la tranquilidad del que disfruta de lo que hace. Su sonido es popular pero también abreva en el jazz y la música culta, con esas letras de una divertida profundidad, capaces de transmitir sentimientos e ideas. Un cocktail que pocos consiguen.

Este sábado, Masliah mostrará una vez más su calidad artística en un escenario porteño: se presentará junto a la cantante Maria Bentancur en Café Berlín. Una nueva chance de saltar el charco y reencontrarse con el público argentino. Aunque viene trabajando desde los años ’80, el uruuguayo afirma: “Nunca tuve una carrera ni pienso tenerla”. Pero sus más de cuatro décadas de trayectoria no dicen lo mismo. Su estilo de observaciones lúcidas, que van de lo cómico a lo trágico, lo detallado a lo absurdo, lo llevó a obtener reconocimientos de este lado del rio con premios como el Konex y el Gardel, y hasta dirigir una ópera de su autoría, Maldoror, en el Teatro Colón.“No soy de analizar mi obra, sino de tratar de seguir haciendo cosas nuevas”, comenta.

Sobre esta presentación, Masliah cuenta: “tuvimos varios ensayos con María (Betancur), de lo que hacemos a dúo. Una parte del repertorio ya tuvimos oportunidad de presentarlo en Montevideo y otras ciudades del Uruguay. Es una cantante de gran ductilidad que aborda con mucha expresividad distintos lenguajes musicales. Nos complementamos bien. En mi disco Jazz, que subió a las plataformas el sello Club del Disco, hay dos ejemplos de esta veta del dúo”, afirma el autor.

Consultado acerca de si cree que sus canciones se resignifican con la pandemia, responde sin dudar: “Hay una constante operación de resignificación de todo el arte, de cualquier época, cada día, o muchos millones de resignificaciones por parte de todos los individuos que de un modo u otro toman contacto con ellas”. Y si se le pregunta cómo tránsito este momento en lo personal, el compositor ironiza: “todavía no me contagié”.

Además de músico, Masliah es escritor, poeta y dramaturgo. “Tanto para la Argentina, como el Uruguay y todo el mundo, es una época brava. Se han elevado en ciertos aspectos favorables los estándares en cuanto a aspiraciones sociales (a nivel de derechos, ingresos, salud, etcétera). No quiero decir que las aspiraciones se satisfagan, pero están, y a su vez hay una bestialización cada vez mayor del aspirante”. En su caso, no se plantea metas. “No soy de pensar qué me gustaría hacer que nunca hice. No tengo ese rubro en la mente. Como tampoco imagino cómo será el paraíso o mi lugar ideal. Me falta ese chip, no funciono así. Sólo sé que vivo en una casa muy vieja, con lluvia de pintura y fragmentos de revoque del techo, e indago en lo que me parece interesante en ese momento”.

Su primer recuerdo musical, dice el compositor, «creo que es el de un tío mío tratando de aprenderse en el piano la primera invención a dos voces de Bach y la canción ‘El hombre que amo’, de Gershwin”. Sobre el rol del arte en la sociedad actual, el creador uruguayo opina: “Hay un arte funcional a distintos tipos de cosas y está, cada vez más escondido e ignorado, el arte que no tiene utilidades y que abre la sensibilidad y la imaginación hacia mundos más bellos”.

Depende de los días, Masliah se “más bien pesimista u optimista” con respecto a cómo será el devenir planetario.  Pero sabe que tiene que seguir creando, que ese es su rol. Aunque admite: “mi rutina de trabajo y mi proceso creativo son totalmente caóticos”. Aún así tiene una idea de qué es lo que viene: “Tengo discos en los que continuar trabajando y vamos a seguir haciendo con Daniel Hendler funciones de la obra teatral Influencers en Montevideo, Buenos Aires (están confirmadas por ahora algunas fechas en febrero, en Café Berlín) y quizá otras ciudades de la Argentina”.

Leo Masliah en vivo junto a María Bentancur.  Sábado 22 Enero a las 20.30 en Café Berlín, Av. San Martín 6656.