Esta historia incluye casualidades, causalidades y miles de millas aéreas. De ida, de vuelta, para más allá y para más acá. Comenzó en Salta, se consolidó en Lima, tomó forma en Brooklyn y, claro, encontró su otro gran eje en Buenos Aires. Pero empecemos desde el principio. Mariano Otero (47 años) es contrabajista, bajista y compositor. Nació en Avellaneda, y estudió en la Escuela de Música Popular de esa localidad y en Berklee (Boston, EE UU). A los 20 y pico ya era uno de los animadores más entusiastas y prolíficos de la escena de jazz local. También es productor, y grabó y giró durante años con la banda de Fito Páez. Leo Genovese (46) es pianista, tecladista y compositor. Nació en Venado Tuerto (Santa Fe), también estudió en Berklee, pero optó por radicarse en Nueva York. Rápidamente comenzó su carrera solista y se incorporó a proyectos de músicos de jazz icónicos como Wayne Shorter, Herbie Hancock, Joe Lovano y Jack Dejohnette, y de otros géneros, como Residente y The Mars Volta.
Por una cuestión generacional y de intereses comunes todo indicaría que Otero y Genovese se conocen desde hace décadas. Pero no. Cruzaron saludos por primera vez en forma casi ocasional hace diez años en el Festival de Jazz de Salta, se reencontraron en el Cosquín Rock de Perú de 2017 –donde el bajista acompañaba a Fito Páez y el tecladista, a Residente- y allí empezaron a compartir charlas musicales y casi filosóficas, hasta que un posterior encuentro en el departamento de Genovese en Nueva York hizo que aquella amistad en ciernes se consolidara y diera pie a sus primeras aventuras musicales compartidas. Después la historia es más conocida. Junto al baterista Sergio Verdinelli formaron el Trío sin Tiempo y editaron un disco bajo ese nombre en 2020 y luego Ritmos de agua, en 2021. El trío continúa activo mientras las agendas y las coordenadas geográficas lo permiten, pero ni lerdos ni perezosos Otero y Genovese acaban de lanzar New York Sessions vol. 1, un álbum de contrabajo/bajo y piano que incluye doce composiciones originales –seis de cada uno–, que se destacan por su profundidad y belleza.
Otero repasa la génesis de este disco: «Estábamos en Nueva York y Sergio no podía viajar por cuestiones personales. Allá más de una vez tocamos con el baterista Billy Mintz, pero teníamos ganas de grabar y sentimos que sin Sergio era mejor ir por otro lado. Ahí surgió la idea de hacer un disco como dúo, como si fuera una escisión del trío, pero explorando otra química. Armamos un repertorio nuevo y más allá del lenguaje estrictamente musical, antes de entrar al estudio hablamos de qué buscábamos. La idea era empezar a tocar y desaparecer en la música. Por suerte salió lo que salió y lo que buscábamos.»
Genovese, por su parte, hace hincapié en que el disco captura un momento único. «Prácticamente fue leer los pentagramas una vez y mandarnos –destaca–. Quedó casi todo de primera toma, a lo sumo en algún caso hicimos una segunda. Una vez un maestro del tango me dijo: ‘Pibe, la música es simple o imposible’. Y en este caso los dos optamos por la simpleza. Ya tendremos tiempo de volver a lo imposible (risas). Son composiciones sencillas, concretas, abstractas y con silencios.»
-Juan Falú dice que las sociedades contemporáneas le tienen miedo al silencio. Y que eso afecta la calidad de vida de las personas y su capacidad para disfrutar la música.
Leo Genovese: Coincido. No quiero sonar grasa o pretencioso, pero son composiciones que invitan al silencio, a la tranquilidad, ojalá que también a la reflexión. Por lo menos a mí me pasa eso cuando las escucho.
Mariano Otero: También proponen una idea que se desarrolla con matices. Agregaría que este disco se parece bastante a la música que en estos momentos más disfruto escuchar. Eso me hace particularmente feliz. Estamos tocando lo que queremos escuchar.
New York Sessions vol. 1 puede leerse como un encuentro entre dos músicos y amigos que persiguen la belleza en la síntesis. La tradición del jazz incluye notables dúos de piano y contrabajo o bajo. Kenny Barron y Dave Holland, Charlie Haden y Hank Jones, Bill Evans y Eddie Gómez, Carla Bley y Steve Swallow. Pero la búsqueda de Genovese-Otero se caracteriza por su concisión. Las composiciones promedian los 2 minutos de duración y se desarrollan en un clima de baladas y, a lo sumo, medios tiempos. No hay espacios para solos tradicionales ni momentos para que se luzcan el piano o el contrabajo o bajo solos. La magia pasa por cómo Genovese y Otero se dejan llevar por esos paisajes musicales y alcanzan una suerte de simbiosis musical. En ese marco se distinguen la elegancia hipnótica y emotiva de «Un aire a Jim», el tono más cercano a la música académica contemporánea de «Ravelian», el atrapante motivo melódico de «Joty», el clima de regocijo de «Flatbush» y la atmósfera más afro de «Takamba», entre otras.
Genovese y Otero tienen backgrounds e historias de vida muy diferentes. Sin embargo, más allá de la música en común, los une cierta voracidad artística y autoexigencia. A mediados de los 2000 el contrabajista y bajista montó una gran orquesta de jazz para la que compuso música cada vez más compleja y febril. Parecía obsesionado en desafiar sus propios límites y los de buena parte del mundo. En 2015 lanzó Umbral de mí, un disco de canciones, y pareció reconciliarse con una perspectiva estética más simple. O al menos así se veía desde afuera. «Creo que siempre fui igual –reflexiona Otero–. Siempre me dejé llevar por mi entusiasmo y en base a eso doy todo lo que tengo. Mi viejo era músico y quizás en algún momento busqué su aprobación. Pero más allá de las consideraciones de los demás, siempre actúo con la misma determinación. Con el paso del tiempo te gustan otros libros, otras películas, conocés otros amigos y también te enganchás con otras músicas. Pero la pasión es la misma.»
Genovese, por su parte, ostenta una singular destreza para desarrollar múltiples proyectos casi al mismo tiempo. Sólo en el 2024 editó tres discos: Estrellero 2, Eyes to the Sun y Full Cream. Recientemente terminó una gira con la flautista Jamie Baum, poco después de su paso por Buenos Aires se embarcará en un tour con los psicorockeros The Mars Volta, y a su regreso lo esperan una serie de shows con los tenores Joe Lovano, George Garzone y Jerry Bergonzi. Pero hay un músico que lo marcó particularmente: Wayne Shorter, uno de los intérpretes y compositores más determinantes de la historia del jazz, gracias a quien Genovese ganó un Grammy en la categoría Mejor Solo Improvisado de Jazz: «Tuve la suerte de tocar con muchos músicos de gran talento y generosidad. Pero lo del maestro Shorter fue único. Me dio mucha libertad, me inspiró y empujó a dar cada vez más. A partir de tocar con él encontré la fuerza definitiva para lanzarme en todo proyecto que me movilice.»
¿Cuándo?
Leo Genovese y Mariano Otero presentan New York Sessions Vol 1. Domingo 9 a las 20 y 22:30 en Bebop, Uriarte 1658.
New York Sessions Vol.1 – Leo Genovese–Mariano Otero
![](https://www.tiempoar.com.ar/wp-content/uploads/2025/02/MARIANO-OTERO-presenta-la-NEW-YORK-SESSION-VOL.jpg)
- «Un aire a Jim» (Mariano Otero).
- «Primero de julio» (Leo Genovese).
- «Cuatro estrellas» (Mariano Otero).
- «Ravelian» (Leo Genovese).
- «Joty» (Mariano Otero).
- «Flatbush» (Leo Genovese).
- «Rodri» (Mariano Otero).
- «Paris bound» (Leo Genovese).
- «Cuando te miro a los ojos» (Mariano Otero).
- «Takamba» (Leo Genovese).
- «Días perfectos» (Mariano Otero).
- «Oter Town» (Leo Genovese).