En febrero de 2021, las trabajadoras de casas particulares finalizaron una paritaria de un 28%, ese aumento que en la categoría más baja apenas llega a 22 mil pesos no se equipara con la canasta básica y tampoco llega al monto inferior a la línea de indigencia calculada en $ 23.722.
“Nos vemos desamparadas”, dice a Tiempo Argentino, María del Carmen Díaz, referente de la Agrupación Trabajadoras de Casas Particulares en Lucha, que este jueves convocó a una movilización desde Congreso al Ministerio de Trabajo de Callao al 100 para pedir una recomposición salarial del 100 %. “También pedimos vacunas porque estamos en contacto con gente. Nosotras atendemos personas con discapacidades, ancianos y pedimos también un bono porque son muchas las compañeras que han quedado sin trabajo durante la pandemia”, expresa la mujer.
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En agosto del año pasado, el informe “Trabajadoras remuneradas del hogar en América Latina y El Caribe frente a la crisis del Covid-19” de ONU Mujeres, afirmaba que el trabajo doméstico supone en promedio entre el 10,5% y 14,3% del empleo de las mujeres en la región, “lo que significa que una parte importante de la población activa, especialmente de las mujeres, lo hace en condiciones precarias y sin acceso a la protección social”. Se deduce que entre entre 115 y 186 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de ellas el 93% son mujeres.
En la Argentina, el 17 % de las asalariadas tiene como principal ocupación el trabajo en casas particulares. Eso también se comprobó a través del informe “Políticas públicas y perspectiva de género” de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género: del total de beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) 55,7% son mujeres (entre ellas, más de 272.000 trabajadoras de casas particulares).
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“En nuestra área, la mayoría somos mujeres, entonces es un gremio muy grande, muy amplio. Nosotras tenemos dos gremios, no hacen nada por nosotras, no nos representan esos gremios burócratas por lo que tuvimos la necesidad de agruparnos. Las compañeras ni siquiera conocen un gremio, el 60% de nosotras trabajamos en negro. Es un número muy alto y a veces dificulta blanquear porque trabajan por horas y nadie se hace cargo de ponerlas en blanco”, afirma Díaz.
Uno de los grandes problemas durante la pandemia fue la pérdida de trabajo del sector. “Muchas llevan ya un año sin trabajo. Muchas se sumaron a organizaciones, venden comida, trabajan en comedores. Realmente es tremendo lo que pasa con nosotras, es el sector más golpeados. Muchas compañeras también tienen que asistir a comedores porque el salario es mínimo y no llegan a completar al mes”, cuenta la referenta. “Eso también es difícil, porque los comedores desde el año pasado no dan abasto con las raciones, entonces, en muchos casos ni siquiera pueden acceder al comedor y están en lista de espera”
Tanto la categoría más baja como la más alta es en este panorama económico es un ingreso muy bajo. “Con un sueldo mínimo, no podés pagar una vivienda. Cuando pueden acceder a una es en pésimas condiciones”, agrega María del Carmen.
En diciembre de 2020 se habilitó el transporte público para las trabajadoras de casas particulares. Sin embargo, no existen protocolos de cuidado. Desde el gobierno de la Ciudad recomendaban que el traslado se realice en taxis. “Parecía una burla. Mirá si una compañera de provincia seva vaa venir en taxi hasta la Ciudad, no te alcanza”, afirma. “Ellos no trabajan, no ven lo que los trabajadores pasamos, como los maestros, los recolectores, los enfermeros. Realmente es nefasto lo que hacen los gobiernos, no se nos brinda ropa de bioseguridad, a los comedores no le dan kit de higiene y no hay un protocolo armado para trabajadoras de casas particulares”, resalta. “Eso también hace que nosotras mismas tomemos nuestros recaudos, nos compramos el alcohol, salimos con todos los cuidados posibles porque al ser trabajadoras exponemos nuestra salud de l gente de las casas donde desarrollamos nuestras tareas”.
El IFE fue una gran ayuda en muchos casos pero en otros no. “Hubo compañeras que pudieron acceder y otras que no porque están en blanco, como si el sueldo fuera mayor a 50 mil pesos. Con esta pandemia se suma también que no sabemos hasta cuándo vamos a seguir trabajando por que la gente teme por su salud, y entonces temen que les llevemos el virus a sus casas. Somos el sector más olvidado y más golpeado”, expresa Díaz que pertenece a la agrupación junto con varias mujeres de Villa 31.
“En este contexto de creciente inflación y aumento de los precios de los alimentos, la última cuota del 10% que corresponde al acuerdo salarial del 28% en tres tramos coloca a las trabajadoras de casas particulares (TCP) en menos de la mitad de una canasta de pobreza y engrosa las filas de pobres en nuestro país. Ante el planteo del gobierno de avanzar en una modificación del salario Mínimo, vital y móvil que viene siendo el parámetro para la fijación del ingreso de las TCP, la agrupación de Trabajadoras de Casas Particulares en lucha planteamos que el salario debe aumentarse de forma urgente en un 100%”, finaliza.
Las mujeres convocaron a las 10 de la mañana frente al Congreso. “La manifestación será con todos los cuidados que se demandan dentro de este contexto”, advirtió la mujer. Entre los reclamos, también exigen la reincorporación de las trabajadoras despedidas, seguro al parado, registración laboral, fin de la precarización, el cumplimiento de los protocolos y vacunación para todas.