La multinacional Syngenta acaba de anunciar el cierre de la planta de Nidera situada en La Ballenera, Miramar, días después del cierre de la papelera norteamericana Kimberly Clark situada en la localidad de Bernal. Entre ambas destruyeron 270 puestos de trabajo industriales en menos de diez días. Además, la multinacional petrolera malaya Petronas cerró su planta productora de lubricantes ubicada en Quilmes y despidió a sus 20 empleados.

La planta de Kimberly Clark se encuentra ocupada por sus trabajadores que en el día de mañana ofrecerán detalles del plan que consideran viable para poner en marcha la producción.

Syngenta es una “empresa global” cuya casa matriz está ubicada en Suiza. A fines de febrero de 2018 completó la compra de la unidad de negocios de semillas de la holandesa Nidera que ya era controlada por la firma China COFCO. La empresa asiática continuó operando el negocio de «trade» (exportaciones) aunque en enero de 2019 cerró intempestivamente su planta situada en la localidad bonaerense de Valentín Alsina cesanteando a sus 195 operarios sobre la base de un plan de primarización de su actividad.

Nidera semillas (Syngenta) apuesta a concentrar su producción en la planta situada en Venado Tuerto en la provincia de Santa Fé. Kimberly Clark, con presencia en diecisiete países del mundo, busca reconvertir su producción local reorientando la actividad en las plantas ubicadas en la provincia de San Luis y en Pilar, provincia de Buenos Aires en el marco de una reestructuración global.

En el caso de la papelera se ha dado el curioso caso en el que la compañía presentó a la Secretaría de Trabajo un Proceso Preventivo de Crisis antes de anunciar el cierre. Se trata de una contradicción puesto que ese mecanismo está contemplado para garantizar la continuidad de las empresas sobre la base de habilitar un plan de contingencia que puede incluir reducción de turnos, despidos con indemnizaciones parciales y hasta modificaciones consensuadas en las condiciones de trabajo.

Al mismo tiempo los trabajadores cuestionan la supuesta crisis de la empresa toda vez que se trata de una exportadora que, con la devaluación del peso, mejoró sensiblemente su competitividad regional.

La proveedora de semillas cobró relieve el mismo día cuando, en un acto en la facultad de Ciencias Veterinarias, el candidato a presidente Alberto Fernández anunció que, una empresa importante se habría sumado a su campaña “Argentina sin hambre”. “Está aquí el presidente de Syngenta, que está dispuesto a donar el 1% de su producción en esta campaña” disparó el candidato, en referencia al CEO Antonio Aracre sin detenerse en que el empresario había decidido dejar a 70 familias en la calle ese mismo día.

Estanislao Sestak, Director de Producción de Semillas de Syngenta explicó a Tiempo que “estamos trasladando las operaciones que tenía esa planta de recepción de espigas y transformación en semillas a Venado Tuerto donde ya tenemos un núcleos de producción importante”. Consultado sobre si los trabajadores cuentan con la opción de mudarse junto con la relocalización, el gerente reconoció que “lamentablemente no está la posibilidad de trasladar a los operarios. Hemos reubicado a cuatro personas y vamos a ir contratando más en esa ciudad.”

Con todo, los cierres repentinos de plantas no se circunscriben a las compañías multinacionales. El mismo lunes se conoció el cierre de otra planta importante pero de capitales nacionales. Se trata de la fábrica puntana Cidal que hace 70 años produce globos y preservativos en el país y que se encuentra ocupada por sus 65 trabajadores. 

Fernández anunció su intención de avanzar en un Pacto Social para congelar precios y salarios durante los primeros 180 días de gobierno sobre la base de un acuerdo entre empresarios, sindicatos y el Estado.

Desde el sector sindical respondieron avanzando en la reunificación de la CGT y la integración de la CTA de los Trabajadores aunque, destacados dirigentes, consideraron que las condiciones sólo daban para aspirar una “tregua social”. Del otro lado, sin embargo, los cierres y despidos no entienden de treguas. La inflación, tampoco.