Capital del Pato. Meriendas criollas. Cuadros únicos de Berni. General Las Heras y las 20 mil almas que la pueblan en medio de la llanura pampeana por la Ruta 6 a menos de una hora de la Capital, guardan tesoros naturales, artísticos y recreativos que la distinguen entre el paisaje. El encanto está en cada esquina, sobre todo en los pueblos rurales y parajes a los que se llega en auto, bici o tren. 

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Las Heras es la Capital Nacional del Pato, deporte criollo, el más antiguo que se conoce desde la época colonial. Quienes quieren conocer más sobre esta práctica tan clásica como poco conocida en las nuevas generaciones puede acercarse en noviembre cuando se desarrolla la Copa Nacional, que viene junto a un fiestón de música y encuentro popular.   

Las Heras tiene tres museos, más de 20 locales gastronómicos, espacios verdes destacados, como las plazas De Las Infancias y la Héroes de Malvinas; el histórico edificio de la Sociedad Española, el Centro de Exposición Municipal y el Estadio Municipal que tiene obvio, la cancha de pato. 

Las Heras y Berni

A medida que recorremos la ciudad aparecen más sorpresas. En la Capilla del Instituto San Luis Gonzaga se puede contemplar “La Crucifixión” y “El Apocalipsis”, murales pintados con acrílico por Antonio Berni en 1981. El Museo Esteban Semino también ofrece un recorrido por la que fuera la casa del pintor herense. Él fue quien convenció a su amigo Berni de elaborar esas dos pinturas de la iconografía cristiana, bajo su mirada única de la realidad social que lo rodeaba. En el museo se exponen sus cuadros y de otros artistas como Juan Carlos Castagnino, Enrique Policastro, Lino Enea Spilimbergo y Raúl Soldi.

A seis cuadras de la plaza central se encuentra Cuidarte el Alma, un complejo de veinte cabañas con restaurante. En los alrededores hay estancias pero la perla está (si el bolsillo lo permite) en Luna de Campo: los sábados y domingos de 11 a 17 la propuesta es una “experiencia Fromage” .

Son productores y elaboradores de quesos como un gouda de autor, con almendras, al pimentón o con ajo y comino. La experiencia abarca visita a la planta, almuerzo, degustación y conocer hasta la novedad en quesos de oveja. En Las Heras también brilla Las Quinas, un emprendimiento de productos orgánicos,  como dulce de leche con y sin azúcar, mieles y mermeladas 100% naturales y de producción artesanal que usaron en sus restaurantes chefs famosos como Mauro Colagreco, estrella Michelin. 

Entre tanto, hay paseos a caballo para entrar en contacto con una parte esencial de las tradiciones criollas de la región. En el museo campestre Los Tres Carlos, del talabartero Carlos Chiappa hay colecciones de monedas, esculturas en herrería y herramientas del agro que se combinan con almuerzos y meriendas criollas con empanadas, asado, mate y tortas fritas según contó el fundador del Centro Tradicionalista Rincón Criollo en Villars.

Una reliquia de Las Heras son los parajes rurales. Están inmersos en llanura y montes de árboles, sobresalen con su gastronomía casera y sus hospedajes de campo. General Hornos y sus arboledas añejas, calles de tierra; Villars con la estación, el Museo del Ferrocarril, la capilla, la plaza principal; La Choza con su capilla amorosa, el museo y la pulpería; Plomer con la estación de trenes recientemente restaurada y su pequeña plaza; Lozano con la pulpería Lo de Arana y la última escuela rancho de la Provincia. 

Lozano está a 12 kilómetros del centro de Las Heras, tomando el Camino de la Fe de tierra que se desprende de la Ruta Provincial 40. Se puede llegar en tren en forma directa los fines de semana: cuenta una frecuencia semanal de la Línea Belgrano Sur. A La Choza se la conocía como “El desvío”, a 32 km. de la ciudad cabecera. Muchos amantes de las travesías en bici recalan en este paraje de tan sólo 41 habitantes y visitan el Museo que tiene una colección de 2000 revistas El Gráfico donde se puede pispear la historia del deporte argentino entre 1945 y 1990. Además, no se pueden ir sin probar los platos criollos. Algunas parrillas de culto, como Doble As. 

Plomer alberga unos 100 habitantes y el pueblo está a medio camino entre Luján y Las Heras por Ruta 6. El predio de la Estación del Ferrocarril fue puesto en valor y exhibe un relato fotográfico de su identidad que habla del país que fue y cada vez queda menos. Puede atestiguarlo otro pueblo, como Enrique Fynn. Su estación ormaba parte del recorrido del General Belgrano que hace casi 80 años se llamó ferrocarril Midland y unía Puente Alsina con Carhué hacia 1948. Fue cerrado por la dictadura cívico militar en 1977.

Villars, pueblo rural de capitales franceses, conserva los talleres ferroviarios donde se mantenían y arreglaban las maquinarias. Las viejas estructuras de hierro son pasión de los amantes de la fotografía y la historia, como también la iglesia de 1880 y el viejo silo. En General Hornos, a la vera de la RP 40, se destaca su biblioteca dedicada a la Memoria, Verdad y Justicia. Las Heras, un destino para no olvidar. «

La ciudad del (poco difundido) deporte nacional

Las crónicas de la época colonial ya en 1610 describían al pato como “corrida”. Se jugaba con un ave. Un pato. De allí su nombre. Se lo colocaba dentro de un trozo de cuero que formaba una pelota y luego se le cosían tres o cuatro manijas de cuero retorcido para que los jinetes pudieran sostenerlo. 

Con los años, el pato fue sustituido por una pelota de cuero, preferentemente blanca, con cámara neumática y seis asas. Su diámetro hoy es de 40 cm. de extremo a extremo y su peso máximo es de 1250 g.

Hacia 1938 se lo convirtió en deporte con reglamento y en 1941 se realizó el primer Torneo Abierto Argentino y dio lugar a la Federación Argentina de Pato. En 1953 Perón lo declaró Deporte Nacional. Las Heras es su Capital Nacional, que busca enseñarlo a las nuevas generaciones y difundirlo en el resto del país.