El Frente de Todos se encontraba sumergido en sus tribulaciones, tras el apoyo a Sergio Massa y su gestión que había hecho Cristina Fernández en La Plata, cuando hacia el fin de esta semana la posibilidad de que la vicepresidenta asuma la candidatura presidencial creció en espiral y ya no se habló de otra cosa. Es que, más allá del embate judicial en su contra y de que ella misma niegue de distintas formas esa posibilidad, el peronismo parece encaminarse hacia un destino común para por lo menos quedar dentro de la segunda vuelta.
La posibilidad la tiró como cierta el periodista Gustavo “Gato” Silvestre en C5N y luego en Radio Diez. Si bien ninguna fuente kirchnerista lo ratificó públicamente, tampoco se ocuparon de desmentirlo en nombre de la vicepresidenta. Es que, en un escenario de tercios, que aparentemente marca el ascenso en las encuestas de Javier Milei, el peronismo podría quedar desplazado hacia un tercer lugar. Sin embargo, la proscripción y la reticencia personal siguen vigentes. El problema es que, según explican fuentes cercanas, “la proscripción es política”.
Evalúan que incluso en el caso de que se presente y gane, la Corte Suprema va a tener a mano la sentencia final sobre la Causa vialidad, lo que habilitaría a un eventual Congreso opositor a accionar un juicio político. Por eso, en caso de que la historia no deje otra opción, la vicepresidenta tiene que jugar en una fórmula potente, que le dé plafón para pelear hacia adentro contra una oposición que recurre al Poder Judicial y hacia afuera con un FMI al que ya le advirtió que le intentará pagar con superávit fiscal. Algunos se entusiasman con un binomio Cristina-Sergio Massa, que aglutinaría dos espacios distintos, pero que pueden ir limando diferencias ideológicas en el espacio común que ya comparten en Escuela Justicialista Néstor Kirchner.
Otros dicen que falta mucho todavía. Analizan que, si no se presenta, cualquier gobierno que asuma va a recorrer una suerte parecida a la que tuvieron los Arturos Illia y Frondizi. “Es aceptar a ir a elecciones con una democracia mutilada”, sintetizan.
Por lo pronto, el resto de los jugadores sigue en carrera. Esta semana Daniel Scioli participó de las actividades en Brasil con Alberto Fernández y en los próximos días disertará en el Foro Anual de Negocios de AmChan. El exmotonauta sacó un spot en el que da cuenta cómo recuperó el vínculo con Brasil y sus consecuentes mejoras comerciales que trajo.
En tanto, el jefe de Gabinete de ministros, Agustín Rossi, mantiene su idea de subirse al podio. Si bien aún apuesta por la posibilidad de que haya un candidato que condense todo el frente, Rossi advierte que está en absoluto desacuerdo con la idea de que “se intente forzar una síntesis en alguien que no sintetiza.” Unidad sí, parche no.
Aunque sus deseos de competir en las grandes ligas lo acompañan desde las últimas dos elecciones presidenciales, el exdiputado advierte que bajaría su candidatura si Cristina Fernández decide encabezar las boletas del FdT. Una situación que no se replica si ella eligiera bendecir a un discípulo, incluso si este formara parte del gabinete ministerial. “Contra Cristina no, contra su candidato sí”, supo aclarar hace algunas semanas.
La decisión de Rossi de continuar o no con su precandidatura llegará después del Congreso Nacional del PJ el próximo 16 de mayo, en donde todas las tribus se verán las caras en el club porteño Ferrocarril Oeste. El tiempo dirá si se enterará de la definición de CFK por privado o mediante un video en redes sociales como hace cuatro años.
Por su parte, Juan Grabois fue la primera figura del FdT en lanzarse como precandidato a presidente. El dirigente social conjuga su campaña con la presentación de su nuevo libro en donde busca derribar el estereotipo que aqueja a los sectores populares, potenciales votantes del abogado. Fue incluso en una de sus recorridas literarias donde presentó a Pedro Rosemblat como su candidato a jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Una situación que, además, fue leída como una ratificación de su propia carrera presidencial.
A pesar de que su equipo de campaña está a todo vapor -esta semana incluso protagonizó un encuentro con Esteban Bullrich en donde dialogaron sobre la idea de establecer acuerdos básicos entre partidos-, Grabois no prioriza su deseo personal por sobre el del espacio al que se siente representado. El militante y fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) insiste que, en caso de que CFK decida indeclinablemente no ser candidata, apoyará sin rodeos la candidatura de Eduardo Wado de Pedro.
Si bien el ministro del Interior no hizo ninguna referencia a su posible lanzamiento, desde hace meses su nombre resuena como el posible elegido de la vicepresidenta. Atento a esto, el líder social avanzó con sus halagos hacia el referente de H.I.J.O.S y culminó su semana con una foto tras el encuentro que compartieron con jóvenes en Villa Fiorito, en el marco del armado del Plan de Desarrollo Integral para una Argentina Humana y Federal.
Durante el evento, Grabois se explayó acerca de su relación con Wado y resaltó que en varias ocasiones le pidió al ministro que se lanzara como candidato a presidente. “Tenemos ideas y propuestas parecidas y el mismo compromiso con los trabajadores y los humildes de nuestro país”, sostuvo el líder de Patria Grande reconfirmando el apoyo hacia el referente de La Cámpora.
Aunque los anuncios electorales aún no llegan, el ministro tuvo una semana cargada de encuentros simbólicos. Horas antes de reunirse con Grabois lo hizo con el jefe de Gabinete de Ministros de la Provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, quien lo recibió en sus oficinas de Lomas de Zamora. Además mantuvo un encuentro con los senadores que responden al kirchnerismo en el Congreso, quienes le dieron su apoyo explícito en el “Plan de Desarrollo Federal”. Con movimientos estratégicamente planeados, De Pedro se traslada por el tablero electoral juntando fichas para una candidatura aún no confirmada. Desde su entorno dan una definición: «Sí se va a votar por Wado, pero aún no sabemos a qué».
Ningún postulante está dispuesto a dar un paso en falso a la espera de que mueva la dama. «