En pocas horas se sabrá si habrá una continuidad de Nicolás Maduro o si es reemplazado por Edmundo González Urrutia, la cara visible de la oposición. Cada elección es importante en nuestros países. Porque en este momento de disputa, en este momento de sociedades polarizadas, en este momento de insatisfacción por las condiciones de vida de cada uno de nuestros países, crece sustancialmente el valor que conlleva la posibilidad que el pueblo pueda delinear su destino.

Además, es muy importante, diría fundamental, que haya elecciones porque acecha el peligro de la antidemocracia así como acecha el discurso de ultraderecha levantando las banderas de una manera violenta de relacionarse y de que la democracia no tiene sentido. Por lo tanto debemos celebrar cada oportunidad en la que el pueblo ejerce su derecho de elegir.

En este caso, además, porque se sustancia en un gran logro, que es que buena parte de la oposición se ha manifestado en contra de esa violencia. Ha abandonado en estas elecciones el camino que era convocar a las guarimbas, la forma que se conoce de los disturbios callejeros criminales, instigados por sectores políticos reaccionarios, que se produjeron en los últimos años de la década pasada. Y que arrojaron como conclusión, al menos dos cuestiones: que llevan al fracaso y que la vía electoral es la única que se debe considerar para poder llegar en forma legítima al gobierno.

Por otro lado, resultó verdaderamente clave, muy simbólico, que el conjunto de los candidatos, el del oficialismo y los diez opositores, aún con sus diferencias evidentes de matices, consideren que las sanciones son negativas para Venezuela. Esto parece una obviedad pero, sin embargo, es dable considerar que hubo muchos de estos candidatos que anteriormente impulsaron, que generaron, que motivaron las sanciones que han hecho un daño terrible a la economía venezolana, y por consiguiente al pueblo. Un bloqueo tremendo, con sanciones que prácticamente no permiten ningún tipo de actividad. Se necesitó de la inteligencia del gobierno venezolano y de la paciencia del pueblo para poder sortear esa circunstancia tan compleja y que hoy pueda transitar un proceso de recuperación franco e indisimulable.

Los observadores internacionales que aquí nos encontramos, más allá de la procedencia política de cada uno de nosotros, estamos convencidos de lo infalible que es el sistema electoral venezolano es el mejor de América Latina. Es más, según el Centro Carter se trata del el mejor del mundo. De cualquier manera, lo que pude observar, incluso cuando estuve en elecciones anteriores a la presente –por caso en las municipales que se desarrollaron en noviembre del 2021–, es que este sistema hace imposible cualquier modificación del resultado. Lo que produce una gran garantía y consecuentemente desbarata de plano todas las denuncias prematuras de fraude, que incluso son incentivadas por encuestas que anuncian diferencias desmesuradas que no tienen que ver con la realidad.

Habrá que esperar los resultados oficiales, así como habrá que acatar la resolución del Consejo Nacional Electoral. No es un detalle menor: recordemos que, de los once candidatos que compiten en estas elecciones, nueve de ellos se han comprometido a que respetarán lo que informe el CNE. Solamente el candidato Edmundo González y el candidato Enrique Márquez no lo han hecho, y ese también es un dato significativo. Por eso insisto en que debemos esperar a que finalmente este logro de tener elecciones en Venezuela, con el agregado insoslayable de que se llegue al sufragio con la enorme mayoría de las fuerzas políticas aceptando la reglas de la vida democrática y también, insisto, en el entendimiento común, la determinación coincidente de que se debe terminar con el bloqueo pueda llegar a buen término. Eso va a permitir que Venezuela continúe firme en el rumbo de superar esta crisis provocada esencialmente por fuerzas externas, como el gobierno norteamericano, y que pueda transitar un proceso de paz y prosperidad.