Horacio Rodríguez Larreta ya comenzó a diagramar su futuro político como líder de una oposición que tendrá pocos caciques pero un importante número parlamentario. Aunque el jefe de Gobierno porteño participó ayer del acto en el que el presidente Mauricio Macri lanzó su caravana del «Si se puede», buscará cristalizar su sueño presidencial en 2023, pero antes se concentrará en mantener unido Cambiemos y lograr diferenciarse de Macri.
Le falta la cresta, pero Larreta ya es el último de los mohicanos del PRO. «Para pensar en 2023 antes tenemos que retener la Ciudad», corrige un alto funcionario capitalino cuando se le pregunta por los planes de su jefe político. Con Mauricio Macri y María Eugenia Vidal al borde de la derrota, el alcalde porteño parece ser el único socio fundador del macrismo con buenas posibilidades de supervivencia.
«Si Mauricio no reelige lo primero va a ser poder conservar Cambiemos y no desmembrarnos», explican desde el larretismo. «Ojalá que sea con Martín Lousteau, Lilita Carrió y Alfredo Cornejo adentro», adelantaron.
Se descuenta que Carrió conservará una importante cuota de poder. Cornejo deberá esperar hoy un triunfo de su delfín Rodolfo Suárez ante Anabel Fernández Sagasti por la gobernación mendocina para poder sentarse en la mesa principal. Y Lousteau es una incógnita.
Había sonado para postularse a la Presidencia y a la alcaldía capitalina, pero finalmente se conformó con buscar una cómoda poltrona en el Senado. Ambiciona quedarse con el sillón de Larreta dentro de cuatro años y para su fortuna no contará con la competencia de Diego Santilli, quien, si sigue como vicejefe, no podrá reelegir en 2023.
Larreta se perfila como el elector del próximo presidente del PRO. Antes de las PASO, cuando la reelección de Macri todavía era un escenario posible, la intención era que ese cargo quedara para Francisco Quintana, uno de los dirigentes de mayor cercanía con el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
La derrota en las presidenciales y el fin del ciclo peñista en el macrismo obligará a repensar los planes. Quintana, que no se postula para ningún cargo electivo en octubre, será uno de los representantes del oficialismo en el Consejo de la Magistratura porteño. «Es muy prematuro decir quién va a quedar a cargo del PRO porque se va a definir recién en marzo o abril de 2020», confiaron en el partido amarillo. De todos modos admitieron que «es muy posible» que Larreta designe al reemplazante de Humberto Schiavoni.
En el imaginario larretista algunos creen que el PRO conservará su estructura, pero dejará de existir tal como se lo conoce hoy. «No va a quedar ni el escudo. Nadie va a querer agarrar un sello que Macri hizo bolsa. Quién quiere quedar pegado a eso?», se preguntó un asesor que hace muchos años viste de amarillo.
El juego de las diferencias
Desde que asumió la jefatura de Gabinete porteño en 2007, Larreta trazó un plan que viene cumpliendo al pie de la letra. Después de ocho años como director de orquesta de Macri, en 2015 venció en una interna a Gabriela Michetti y meses después fue elegido jefe de Gobierno porteño.
En el larretismo albergaban desde un principio sospechas sobre las complicaciones que podría sufrir el presidente a nivel nacional y su alumna predilecta, María Eugenia Vidal, en la Provincia. Por eso Larreta buscó diferenciarse de la gestión de Macri en dos ejes clave: seguridad y urbanización de villas.
«Podemos hacer 14 Metrobuses, pero no habría ninguna diferencia con los que ya están. Podemos seguir mejorando las plazas y que pasen del 80% al 90% de valoración positiva. Pero eso no mueve demasiado el amperímetro», comentaban a Tiempo desde el gobierno porteño a fines de 2016.
La transferencia de la Policía Federal a la Ciudad posibilitó el diseño de una estrategia propia, primero encarnada por Martín Ocampo y ahora gestionada por Santilli. El vicejefe había llegado el año pasado para cumplir con el papel de bombero después del escándalo del superclásico. Sin embargo, un año después, Larreta pretende que siga en ese lugar al menos por dos años, como reveló Tiempo.
La alianza con Vidal
Hoy en desgracia, María Eugenia Vidal tiene reservado un lugar de privilegio en el armado presidencial de Larreta. Aun con el cataclismo económico actual tiene una intención de voto que supera el 25% en el mayor distrito electoral del país. Larreta espera contar con ella para 2021.
Su caso será casi una excepción. En la Ciudad no quieren saber nada de que la moderna sede de gobierno de Parque Patricios se transforme en un hospital para atender a los heridos del gobierno nacional. Creen que Larreta logró consolidar un equipo competente y por eso no hacen falta más jugadores. «No entiendo por qué la gente que fracasó en otros lugares debería ser bien recibida acá», rechazó un funcionario porteño en diálogo con este diario.
Emilio Monzó será otra de las piezas clave en el armado larretista (ver aparte). Todas las semanas almuerza con el jefe de Gobierno porteño, uno de los pocos que nunca le quitó su confianza a pesar de los sucesivos castigos a los que lo sometió Marcos Peña.
El titular de la Cámara de diputados parece uno de los indicados para conducir desde las sombras un bloque de casi cien diputados y deberá hacer equilibrio para mantener viva su relación con Carrió que hoy atraviesa por un momento delicado.
A pesar de las idas y vueltas la líder de la Coalición Cívica conserva un gran vínculo con Larreta. Habrá que ver si la diputada puede amoldarse al proyecto de «oposición responsable» que sueña Monzó o su mera presencia, y las disputas con el radicalismo harán volar al bloque de Cambiemos por los aires. «