No le resultó sencillo al director Federico Luis convencer a Lorenzo “Toto” Ferro para que protagonizara Simón de la montaña, su arriesgada ópera prima que trabaja sobre el mundo de las capacidades diferentes, aunque desde una novedosa óptica que obliga al espectador a revisar preconceptos. “Cuando Fede me ofreció hacer de Simón, me dio mucho miedo y la respuesta instintiva fue un no. Sentí que podía fallar muy fácilmente haciendo eso. Tuvo que hacer un trabajo de convencimiento hasta conseguir un sí como respuesta”, revela el actor en diálogo con Tiempo.
Es que el film ganador del premio a mejor película en “La Semana de la Crítica” del Festival de Cannes, que se estrenará en salas el 31 de octubre, narra la historia de un joven habitante de un inhóspito pueblo patagónico que, ante la soledad y la incomprensión que siente por parte de su madre (Laura Nevole) y su pareja (Agustín Toscano, también guionista junto al director), encuentra en un grupo de chicos con capacidades diferentes intelectuales su espacio de pertenencia. En su afán por ser aceptado, con la ayuda de sus nuevos amigos, en especial de Pehuén (Pehuén Pedre) y Kiara (Kiara Supini), quienes perciben su realidad y hasta lo aconsejan en su proceso de mimetización, el propio Simón debe fingir una patología que termina interpelando a quienes lo rodean.
“No había dicho que no porque no me interesara, sino porque me parecía un desafío enorme y no me sentía capaz de hacerlo. En el momento que me lo propuso, el protagonista no actuaba una hipersensibilidad, que es el término que encontró Fede para llamar a la discapacidad, sino que era hipersensible. Yo propuse que sea Pehuén el hipersensible, la película fue cambiando y se convirtió en Simón tratando de construir un personaje entrenado por Pehuén”, explica Ferro.
Realidad y ficción se mezclaron en un punto debido a que el actor protagónico, responsable de algunas interpretaciones memorables, como la del célebre asesino serial Carlos Robledo Puch en El Ángel, fue “entrenado” fuera de cámara por Pehuén Pedre en algunos tics para poder construir su personaje.
“A Pehuén siempre le preguntaba si estaba bien lo que estaba haciendo. Como que era el director de la película también. A la vez, yo lo ayudaba a que memorice sus textos o con algunos temas de continuidad. Fue un trabajo en donde no había maestros, pero nos ayudábamos mucho entre nosotros: yo con la experiencia en cine y él me recomendaba que aflojara más el cuello o las manos para moverme más parecido a él. La película estaba viva mientras no estábamos filmando también”, detalla Ferro.
El entrenamiento para encarnar a Simón terminó de tomar forma en un viaje a Francia realizado por el actor, en donde aprovechó situaciones cotidianas para poner en escena lo aprendido, en parte inspirado también en el film Los idiotas (1998), de Lars Von Trier, a pesar de aceptar que la ópera prima de Federico Luis “es mucho más tierna, más feliz en un punto, mucho menos turbia” que la polémica cinta del director danés.
“En Francia, me metía en el subte y me daban el asiento. O en un supermercado hacía como que me empezaba a sentir mal y me daban asiento y agua. Ahí me sentí listo para hacer la película, ya me sentía Simón”, recuerda.
Simón de la montaña no solo carece de escenas truculentas y de una mirada cínica, lo que la diferencia a la segunda producción realizada bajo el manifiesto Dogma 95, también toma distancia de otros films en los que se aborda cualquier tema referido a las capacidades diferentes, a partir de un tratamiento que elude gestos condescendientes.
Aquí los jóvenes son mostrados con sus deseos, anhelos, su autonomía y sus tendencias a las transgresiones. Esas características invierten los roles y convierten al ámbito de la adultez en el terreno en donde se ponen de manifiesto disfuncionalidades emocionales, visibles al extremo en el caso de la madre de Simón y su pareja, quienes rechazan, niegan e ignoran.
“Lo más difícil era no caer en ese lugar clásico, porque ya hay muchas películas que tocan ese tema de esa manera, queríamos un personaje tierno, luminoso, pero que te pueda poner incómodo también, que en su viaje hacia un nuevo mundo haga hacerte preguntas de si está bien apretar tanto el acelerador, como lo hace él. Simón va a fondo, él sí que no le teme a las miradas ajenas en su viaje”, puntualiza el actor.
Y amplia: “Lo más profundo es que es un personaje que se siente sapo de otro pozo y que no está conforme con la ‘normalidad’ de sus pares, de su madre, de su mundo, y quiere ir a buscar otra cosa. Se empieza a convertir en un antropólogo, casi. Simón es una lupa que está buscando un lugar en cual asentarse, pero sabe que ese lugar nunca va a existir”.
El viaje hacia la conversión total del personaje es tan radical que, hacia el final de la película, queda flotando la duda sobre la verdadera condición de Simón. Un cuestionamiento que confunde a quienes lo rodean -excepto a sus nuevos amigos más cercanos- y se traslada al espectador.
“Es una persona que se termina adentrando mucho en un personaje y no se termina de entender si la persona es la persona o si la persona es el personaje. En definitiva, es lo que nos pasa día a día, solemos actuar todo el tiempo y nos armamos un personaje para defendernos de la vida. Eso es otra cosa linda de la película: termina siendo una película sobre la actuación también”, reflexiona el protagonista.
Además de haber sido galardonada en Cannes y de haber sido seleccionada por el Festival de San Sebastián para competir en la categoría Horizontes Latinos, la película producida por Patricio Álvarez Casado también obtuvo premios en el Grand Prix del Filmest de Munich y en el Festival Internacional de Cine de Lima. Por su parte, Lorenzo Ferro fue consagrado por este trabajo como mejor actor en Lima y en el Santiago Festival Internacional de Cine de Chile.
La buena cosecha de premios, especialmente el conseguido en Cannes, llega en momentos muy complicados para el cine y la cultura en general en nuestro país, debido a los recortes presupuestarios dispuestos por el Gobierno Nacional, los cuales hacen casi imposible su funcionamiento. Por ese motivo, los reconocimientos tuvieron en estos tiempos un sabor especial para todo el equipo.
“Lo tomamos casi como una victoria política. Fue decir: `en el peor momento, acá sigue el cine argentino parado y vamos a estar dando batalla’. Nos sentíamos como unos guerreros. En este contexto político, ganar ese premio fue como reforzar una vez más la gran equivocación sobre lo que quieren hacer y ya están haciendo con el cine.» «
Simón de la Montaña
Dirección: Federico Luis. Guión: Federico Luis, Tomas Murphy, Agustín Toscano. Elenco: Lorenzo Ferro, Kiara Supini, Pehuén Pedre, Laura Nevole. Estreno: jueves 31. En cines.