Quizás el viaje por la Polinesia fue tan largo que, cuando regresó a Roma, se le multiplicaron las añoranzas porteñas. Apenas terminó su viaje por Asia y Oceanía, el papa Jorge Mario Bergoglio retomó la agenda que tenía prevista en el Vaticano y recibió a varios argentinos, entre ellos, a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, con quien estuvo dos horas y sin foto. También recibió a la cúpula de la CGT y este jueves a los movimientos sociales. Francisco eligió dónde hablar y también dónde callar, pero los viajeros que ahora regresan a Buenos Aires guardan, en silencio, la posibilidad de que finalmente visite la Argentina entre febrero y marzo del año que viene.

Si la versión finalmente se corporiza en un anuncio formal de la Santa Sede, Francisco cerrará casi 12 años de ausencia de su país, y su ciudad natal, Buenos Aires, donde estuvo hasta fines de febrero de 2013, antes de salir para el cónclave que lo designó como sucesor del renunciante Joseph Ratzinger. Lo inusual del dato, originado en el corazón el Vaticano, es que la visita sería en un año electoral, la razón que Roma viene utilizando desde hace años para derribar cualquier posibilidad de pasar por el país en un año donde haya elecciones.

Bergoglio puede realizar una visita de Estado, que tiene un costo cercano a los 20 millones de dólares, o una pastoral, de menor calibre. El rumor que cada viajero guarda con cuidado combina con la otra información que escucharon: Bergoglio no vendrá este año. Es una respuesta que también recibió Pettovello cuando le preguntó si vendría. En el Gobierno dicen que ella no necesita foto, porque el vínculo es muy bueno, pero Bergoglio eligió guardar silencio después de la reunión de la ministra y despacharse pocos días después, criticando la política económica, el incremento de la pobreza y la represión a los jubilados que se repite cada miércoles que resuelven marchar frente al Congreso.

Lo llamativo de sus palabras, para quienes lo conocen, fue que esta vez no habló de generalidades. Fue concreto, le pegó a los operativos represivos y hasta demostró estar al tanto del tipo de gas pimienta que utilizan las fuerzas que conduce la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “Me llamaron hace una semana por una represión, una represión a obreros, gente que pelea por sus derechos en la calle, la policía la rechazaba con lo más caro que hay, el gas pimienta de primera calidad. En vez de pagar justicia social, el Gobierno pagó el gas pimienta”, disparó y acuñó el primer revés al vínculo con Milei, que Pettovello busca preservar.

Después le apuntó al presidente donde más le duele. Dijo que hay corrupción en su administración. «Mi abuela nos repetía siempre: estén atentos, el diablo entra por el bolsillo, no se olviden. Una coima aquí, una cosa allá. Me contaba un emprendedor internacional que estaba haciendo en Argentina inversiones de extensión de eso que llevan adelante. Trabajan muy bien, le fueron a presentar al ministro el nuevo plan de nuevas extensiones», contó Bergoglio a los participantes del encuentro con movimientos sociales. «Démelo ya lo van a llamar, le dijo el ministro. Al día siguiente le preguntaron si en dos días podía pasar. Pasó y le entregó (los permisos). Y cuando se estaba por levantar le preguntó: ¿y para nosotros cuánto?», relató Francisco, sin dar nombres, pero en una alusión directa a un sector del Ministerio de Economía que conduce Luis «Toto» Caputo. Quizás se trate de la secretaría de Energía con un presunto cobro de coimas para un empresario del sector, nacional o extranjero. El diablo no sólo está en el bolsillo sino en los detalles y con su alusión Bergoglio demostró que está al tanto de un caso concreto de presunta corrupción en el gobierno de Milei. 

«Escuché que algunos de los hombres más ricos del mundo reconocen esto. Dicen que el sistema que les permitió amasar fortunas extraordinarias -y permítanme agregar, ridículas- es inmoral y debe ser modificado», completó Bergoglio para respaldar la idea, que repite desde hace años, de aumentar los impuestos a las grandes fortunas. Es otra de las iniciativas que Milei aborrece, aunque dicha por el papa argentino es una pequeña pesadilla que quizás le toque escuchar en territorio nacional, si las versiones de visita se confirman.

Las críticas que le lanzan desde Buenos Aires por sus palabras podrían disuadirlo de venir. Francisco no quiere aumentar la polarización en este momento, pero en su entorno le siguen insistiendo con que ha llegado el momento de volver al país. “Si voy a ir a Argentina es algo que todavía no está decidido. Me gustaría ir, es mi pueblo”, dijo hace una semana, a bordo del vuelo papal, cuando estaba regresando de Singapur, la última escala de la gira por Asia y Oceanía. «Estoy pensando en ir un poco, en ir a Canarias, porque allí hay situaciones de migrantes que vienen del mar y me gustaría estar cerca de los gobernantes y de la gente”, cerró el papa. Dentro de una semana volverá a viajar. Será por Bélgica y Luxemburgo, en otro movimiento que confirma su buen estado de salud, a pesar de la rodilla que no lo acompaña y no se quiere operar.

En su alocución frente a representantes de movimientos sociales, reunidos para conmemorar los 10 años del primer encuentro mundial, Bergoglio también le pegó a otro de los pilares discursivos del gobierno, basado en el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones y los negocios vinculados a la minería extractiva del litio. «Hace poco advertí a los timorenses de ciertos cocodrilos que quieren cambiarles la cultura, morderles la historia y hacerles olvidar lo que son. El colonialismo material y el colonialismo ideológico van siempre juntos devorando la riqueza material e inmaterial de los pueblos. Pienso en algunas experiencias de mi país, donde el colonialismo se llama litio y se explota a tanta gente», lanzó Bergoglio. Tampoco se privó de defender el salario básico universal y de mostrar su preocupación por el incremento de las apuestas on line. «Me da tanta tristeza ver que los partidos de fútbol y las estrellas deportivas promueven plataformas de apuestas. Eso no es un juego, es una adicción. Es meterle la mano en el bolsillo a la gente, sobre todo a los trabajadores y los pobres. Eso destruye familias enteras», insistió para convalidar una ofensiva contra este tipo de apuestas que encabeza la Conferencia Episcopal Argentina.

El mando de tropa del clero local también se encamina a transitar cambios. No será por el posible viaje sino porque uno de los obispos de su mayor confianza, como Oscar Ojea, ya cumplió la edad jubilatoria y concluirá sus funciones. La próxima elección de Mesa Ejecutiva de la CEA será en noviembre y podría concluir con la elección del obispo y cardenal de Córdoba, Ángel Rossi, como presidente del Episcopado. El sacerdote jesuita también posee un vínculo de confianza con el papa y proviene de la misma orden.

En el encuentro con el cegetismo, Bergoglio volvió a insistir con la unidad del peronismo. Lo mismo hizo cuando gobernó Mauricio Macri y no ocultaba su preocupación por el nivel de fragmentación del panperonismo. Sin embargo, así como recibió dirigentes sindicales y sociales, también le abrió las puertas a Pettovello. Fue el segundo encuentro en lo que va del año. La ausencia de la foto alimentó las sospechas de una mala reunión, pero otros apuestan a un encuentro reservado, fructífero, con informes sobre el alcance de la política social, el incremento de la pobreza y las presuntas investigaciones sobre corrupción de administraciones anteriores.

Hay lecturas divergentes sobre la ministra más querida por Milei. Algunos dicen que no vuelve más a Roma y que el papa le cuestionó todo. Por el contrario, los pocos que hablan con ella aseguran que no volvió derrotada sino todo lo contrario. Una de cal y otra de arena, en medio de una tormenta de rumores. Así se mueve el papa en la relación inestable con su terruño. Después de escuchar a la ministra también atendió los reclamos de los referentes de los movimientos sociales. Algunos dicen que les endulzó los oídos y marcó sus diferencias y críticas directas al gobierno, poniéndose otra vez al frente de un arco opositor que no logra ordenar sus liderazgos. Los dardos fueron directos, pero sin romper con Milei.

El vocero presidencial Manuel Adorni trató de evitar que la tensión escale, pero el alcalde porteño Jorge Macri no se demoró en pegarle a Bergoglio e iniciar las críticas que ahora le llueven desde los medios muy vinculados con el gobierno. «Tengo muy buena relación con muchos actores de la iglesia, pero para opinar de estas cosas uno tiene que estar acá, entender lo que está pasando, tener en cuenta todas las variables en juego y no hacer un reduccionismo de un hecho o escuchar una sola campana”, dijo el primo del expresidente. Su gestión también está en el ojo bergogliano, desde que se enteró que una parte de su administración volvió a tener una patota dedicada a hostigar, golpear y perseguir a personas en situación de calle. Cuando era arzobispo porteño le llegaban las mismas denuncias.

La relación con Macri se avecina turbulenta. Pasa todo lo contrario en otros casos. Con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner no hay comunicación desde hace tiempo, pero con el gobernador Axel Kicillof hay buena sintonía. Bergoglio lo recibió en junio y como no alcanzó el tiempo de la audiencia privada lo invitó a la tarde a Santa Marta para seguir hablando. Un lujo que no ha tenido ningún otro visitante argentino desde hace años y que no pasó inadvertido para la Casa Rosada, donde el presidente ya está al tanto de la reunión que Pettovello tuvo en el Palacio Apostólico.   «