Los prolegómenos de una nueva heroína surgida de la caja de Pandora del manga japonés. Se trata de una combinación de ciencia ficción, fantástico y sinergias empresariales (por llamar de alguna manera a las alianzas entre intereses de compañías) que dan como resultado un entretenimiento desparejo aunque de resultado favorable.
Mayor (Scarlett Johansson) es el proyecto de una corporación para hacerse de nuevas armas que le garanticen su dominio económico. Consiste en mantener el cerebro humano en un cuerpo artificial dotado de capacidad a las que los cuerpos humanos no alcanzarían jamás, incluso con las mejoras que implantes cibernéticos de distinto tipo producen en quienes se los hacen como hoy se hacen cirugías estéticas.
El problema del film es que tiene que explicar mucho, y esa preocupación, llevan a Rupert Sanders (Blancanieves y la leyenda del cazador) -o a todas las manos que intervienen en este plato- a la confusión por explicar demasiado. Así la película pierde la gracia que gana apenas empieza: el mundo parece haber renunciado a la idea de que el próximo salto en la evolución sea el remplazo del humano por otra especie, y acepta que no hay organismo más flexible que el cerebro humano para resolver las situaciones más complicadas que el mismísimo universo pueda plantear; su problema -el de la especie humana- es el cuerpo. Como si fuera un cuerpo incapaz de absorber las enormes capacidad del cerebro; así que lo mejor es que el cerebro se encargue de adaptar (y adoptar) un cuerpo con distintos tipos de mejoras. Incluso una que permite a las personas hablar en su idioma madre y ser entendida por cualquier otro ser del planeta, que no habla su mismo idioma y, al responder, responde en su idioma de origen: una gran solución para las traducciones.
Así las cosas la acción entra tarde. Y entra sobrecargada de efectos digitalizados que quitan más que aportar. La presencia de Takeshi Kitano al principio entusiasma haciendo pensar que la violencia del film estará acompañada por ese toque filosófico que siempre acompañaron sus películas (incluso las más violentas). Pero la decisión de dejar su presencia exclusivamente como muestra de su capital simbólico tampoco resulta acertada. Cierto que sus películas quedaron lejos en el imaginario popular, y los jóvenes casi ni lo registran. Pero su presencia como guía cuando el personaje de Johansson debe entrar en acción podría haber arrojado alguna reflexión más y de mejor calidad que solo una buena extraída de un común manual de autoayuda.
En ese marco un final en repunte no alcanza para sacar a la película del pozo en el que sus malas decisiones la llevaron a caer en buena parte de su desarrollo. Sin embargo la idea de convertirla en zaga flota todo el tiempo, y despierta esperanzas a futuro. Aunque la cantidad de intereses que se notan que están en juego, llame a la cautela.
La vigilante del futuro: Ghost in the Shell (Ghost in the Shell, Estados Unidos/2017). Dirección: Rupert Sanders. Elenco: Scarlett Johansson, Pilou Asbæk, Michael Pitt, Juliette Binoche y Takeshi Kitano. Guión: Jamie Moss, William Wheeler y Ehren Kruger, basado en el comic de Shirow Masamune. 107 minutos.