La semana comenzó con la novedad internacional (publicada en tapa del Time) de que la compañía biotecnológica Colossal Biosciences había vuelto a la vida al “lobo gigante”, tras su extinción hace más de 10 mil años. Fue inevitable pensar en Jurassic Park, Michael Crichton y las consecuencias de alterar especies sin ninguna razón ecosistemática o sanitaria. Pero la semana terminó con la relativización del anuncio: ni son lobos gigantes ni la especie fue desextinguida.

La compañía presentó a Rómulo, Remo y Khaleesi, tres lobos creados genéticamente a partir de ADN hallado en fósiles del extinto lobo gigante (Aenocyon dirus) de hace entre 11.500 y 72 mil años. Aseguraron haber logrado “la reactivación de una especie a partir de su antigua población cero” para devolver al lobo “al lugar que le corresponde en el ecosistema”. Aunque el mundo en el que se desarrolló ya no existe, y estos tres seres vivirán confinados en una reserva de 800 hectáreas, vallada, aislados y sin planes de reproducción.

Pero resulta que, en realidad, son un híbrido de lobo gris gestado en perras domésticas, proceso en el que tocaron 20 variantes de solo 14 genes relacionados a los aspectos más llamativos del lobo gigante, desde su tamaño superior, su cráneo, el aparato fonador para que genere un aullido particular (para que se parezca a lo que se cree que debió ser el aullido del lobo gigante) y su pelaje albino y tupido. Es decir, en lo superficial.

La verdad sobre los 'lobos gigantes': "Con la tecnología actual no es posible la desextinción real de una especie"
Foto: Colossal

Un lobo gris con características similares a las de un lobo gigante. Casi una especie “tuneada”. De hecho, ni siquiera tienen relación directa entre el lobo gigante y los lobos actuales, porque se separaron del antepasado común hace 6 millones de años. Hoy, el más relacionado a los lobos gigantes es el chacal africano.

Parece más bien tratarse de un experimento de manipulación genética de una empresa multimillonaria en la que son accionistas y asesores los realizadores Peter Jackson y George R. R. Martin. De hecho, los lobos posaron sobre el histórico trono de Game of Thrones), y que contó con la publicidad de grandes medios, sin cuestionar el sustento científico.

Como apuntó Nic Rawlence, profesor de Zoología de la Universidad de Otago, “para realmente desextinguir algo, habría que clonarlo. El problema es que no podemos clonar animales extintos porque el ADN no está lo suficientemente bien conservado. Incluso si secuenciamos el genoma, no podemos extraer ADN de animales extintos en fragmentos lo suficientemente largos como podríamos hacerlo con un animal vivo”. 

La verdad sobre los 'lobos gigantes': "Con la tecnología actual no es posible la desextinción real de una especie"
Foto: Colossal

Beatriz Aguirre Urreta y la especie de los lobos gigantes

Para conocer más del caso, Tiempo habló con Beatriz Aguirre Urreta, una de las máximas referencias de la paleontología del país, investigadora de Exactas y Naturales de la UBA, que el año pasado recibió el premio Pellegrino Strobel.

–La empresa habla de «desextinción». Es realmente así?

–Realmente no es una desextinción. Este término es válido para aludir a la recuperación de una especie anteriormente extinguida y estos ejemplares de “lobos gigantes” no lo son. Solo son lobos grises manipulados genéticamente en algunos puntos claves para parecerse a sus espectaculares parientes extintos hace por lo menos 10.000 años. Digamos que son organismos que tienen el aspecto externo de un lobo gigante pero no sus genes. Y por eso no podemos hablar de desextinción.

–Se mencionan investigaciones con lobos transgénicos y quizás en un futuro cercano elefantes asiáticos transgénicos, ¿pero es posible la «desextinción» de una especie?

–Entiendo que con la tecnología disponible hoy día no es posible la desextinción real de una especie, ya que para lograr esto deberíamos contar con un genoma completo. Esta compañía Colossal Biosciences ha trabajado con lobos transgénicos para generar estos “lobos gigantes”, también hace poco tiempo presentó a unos ratones lanudos (ratones con pelaje similar al de los mamuts) y es probable que lo intente también con el icónico Dodo (ave extinta de la Isla Mauricio) y el tigre de Tasmania.

La verdad sobre los 'lobos gigantes': "Con la tecnología actual no es posible la desextinción real de una especie"

–¿Qué se sabe de esas investigaciones para «resucitar» el mamut?

–Se habla de esto hace unos años ya, pero hoy día lo máximo que van a lograr es generar un elefante lanudo con grandes colmillos, algo así como un mamufante.

–¿Hay más empresas llevando adelante desarrollos de este tipo?

–No lo podría asegurar, habría que consultar a biotecnólogos y que estudien a esta compañía. Su página web requiere un análisis muy pormenorizado (https://colossal.com/). Solo con ver esta frase se puede uno hacer una idea: “La ciencia de la genética. El negocio del descubrimiento”.

–¿Por qué cree que hicieron lo del lobo gigante, devenido en lobo gris? Fueron modificados genéticamente sin razones de salud, en un entorno alejado del original, ni siquiera se les permitirá cazar.

–No tengo claro por qué lo hacen, pero sí que generan millones de dólares con estas noticias espectaculares (NdR: en su última ronda de financiación, en enero de este año, levantaron 200 millones de dólares, con la promesa de revivir al mamut lanudo). Lo preocupante es que todas estas “investigaciones” no aparecen publicadas en revistas especializadas donde pares evaluadores puedan verificar los procedimientos. De ser así, con certeza no se hablaría de desextinción sino simplemente de ejemplares modificados genéticamente. Desde el enfoque de bioética, me pregunto cuánto se comunica o cuánto se sabe de lo que realmente se trabaja en estas compañías. Porque si uno piensa en Homo sapiens o en alguno de nuestros parientes cercanos extinguidos la situación es muy preocupante.

–¿Qué piensa al ver estas noticias mientras miles de especies actuales están desapareciendo realmente? ¿No sería mejor invertir tecnología en eso?

– Definitivamente. Día a día se extinguen especies en diversos ambientes de nuestro planeta y en números alarmantes, ya sea por causas naturales como por acciones antrópicas. Sería mucho mejor invertir en tratar de mantener o aún aumentar la biodiversidad que en generar un zoológico de seres artificiales.

Beatriz Aguirre Urreta, una vida dedicada a la paleontología

Beatriz Aguirre Urreta, profesora emérita de la UBA, aún jubilada sigue formando y fomentando la ciencia en las nuevas generaciones y becarios, mientras trabaja en las colecciones de la Facultad de Naturales; hablamos de historia pura de miles de ejemplares desde que se fundó la institución en 1865.

Actualmente está a cargo de coordinar la Subcomisión del Doctorado en Paleontología, donde se distinguió en su carrera por el trabajo con los fósiles amonites cretácicos de Argentina, una clase de moluscos cefalópodos extintos con una prominente concha, cuyas huellas se aprecian hoy incluso en diferentes lugares de la ciudad. Le tocó andar por todo el país y el mundo. En la cordillera con baqueanos, durmiendo en el medio de la nada, haciendo campañas en los Cáucasos de Azerbaiyán y Daguestán, fue al desierto blanco de Egipto, a los Himalayas y a Sudáfrica en la época del Apartheid. 

Le tocó estudiar facultad a fines de los ’70, “con la comisaría en la puerta”. Hasta le prohibieron ingresar al doctorado haciendo una tesis en paleontología. “Era la época de la dictadura y la interdisciplina no era una opción. Me dijeron: ‘Usted es bióloga, tiene que hacer un doctorado en biología’”, contó tiempo atrás al sitio Nexciencia de Exactas y Naturales de la UBA.

Impulsó la creación de la Licenciatura en Paleontología de la UBA y del Instituto de Estudios Andinos (IDEAN, UBA -CONICET), del cual fue directora: “en ese momento, la locura por los dinosaurios a raíz de la película Jurassic Park fue muy grande y venían estudiantes del secundario preguntando si había una carrera para estudiar eso”. Llevan casi 22 años y más de un centenar de egresados: “es una carrera pequeña pero hasta ahora logramos que un montón de gente pueda vivir trabajando de algo que le interesó siempre. Tenemos graduados desde Jujuy hasta Tierra del Fuego”.

“Entender el pasado nos sirve para pensar lo que va a ser el futuro –señaló, explicando a la paleontología–. Hay cosas que todo el mundo mira: el dinosaurio más grande o más carnicero; pero también hay otras muy distintas: la micropaleontología, el nanoplancton, que tiene utilidad en la industria, o el cambio climático. Se trata de cuánto podemos ayudar a mejorar el futuro entendiendo el pasado”.

Hoy cuenta a Tiempo que está “leyendo mucho sobre la historia de la ciencia, tanto en Argentina como en el mundo. Soy una apasionada de Darwin, de Wallace”.

Lo que más le interesó del tema de los lobos gigantes –revela– “es lo terrible que son las redes sociales mal utilizadas, porque dicen cosas que no son ciertas y mucha gente, lamentablemente en la actualidad, cuando lee algo piensa que porque lo leyó y alguien lo escribió, eso es correcto”.