La política argentina de este tiempo resuelve todo al filo. La Convención Nacional de la UCR, órgano que define las alianzas electorales del partido centenario, fue convocada para el 27 de este mes, dos semanas antes de la inscripción formal de los frentes electorales.
En las últimas semanas, los dirigentes boinas blancas que han mantenido una oposición interna al gobierno nacional, entre ellos el ex diputado Ricardo Alfonsín y los históricos Federico “Fredy” Storani y Juan Manuel Casella, comenzaron a esgrimir una singular propuesta que fue teniendo modificaciones. Primero era “ampliar Cambiemos” y luego mutó directamente a construir un “nuevo frente electoral”. Los términos parecen querer evitar la palabra ruptura, que en rigor es el efecto que podría tener esta posición si es que logra mayoría en la sacrosanta convención que será en Parque Norte.
Nadie se atreve todavía a decir cómo vienen los números del cónclave. La posibilidad de inclinar la balanza recae entre quienes tienen mayor capacidad de aglutinar voluntades entre los 257 convencionales. Son los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy); Alfredo Cornejo (Mendoza); y Gustavo Valdés (Corrientes). También tercia con un buen número Enrique Coti Nosiglia, que maneja la el partido en Capital Federal.
Tanto Cornejo como Morales tuvieron expresiones públicas en los últimos días que sintonizan con la pretensión de los disidentes, que han fundado sus críticas al macrismo desde que comenzó el gobierno en las diferencias ideológicas. En el caso de los caciques provinciales, las motivaciones para cuestionar Cambiemos son diferentes. Morales y Cornejo manejan encuestas que muestran que Mauricio Macri tiene serias posibilidades de perder la elección nacional.
La posición de estos gobernadores ha sido oscilante y las fuentes de la Casa Rosada que manejan el diálogo con ellos sostienen que los números están cerrados para que se ratifique la alianza Cambiemos.
La otra opción, la de proponer un nuevo frente, que en rigor implica la ruptura, tiene también varias dificultades de implementación. ¿Cuál sería el mecanismo? ¿Reunirse con Macri y decirle si quiere participar? Son preguntas que se hacen los mismos referentes que postulan la idea. Por lo bajo sostienen que imaginan una disgregación partidaria para la próxima elección o la “libertad de acción” y que cada tribu radical en cada distrito arme a su manera.
Este escenario de ebullición llegará a su punto de hervor cuando se realice el tradicional cónclave partidario, que seguro será agitado.