La genialidad que fue la teoría de la relatividad descubierta y sistematizada por el mayor talento científico del siglo XX puede prosaicamente sintetizarse en el principio: “Las leyes de la física no pueden depender de la velocidad a la que te mueves sino medir la velocidad de un objeto en relación a otro”.

Algunas premisas básicas del descubrimiento de Einstein han entrado para siempre en la comprensión cotidiana. Todo está siempre en movimiento y cambio. En lo natural y social todo está interrelacionado. Y en los procesos políticos los hechos reales y sus interpretaciones pueden ser variadas y disímiles.

Esas reflexiones vienen a la mente analizando dos procesos políticos recientes en Hispanoamérica. La consulta popular y referéndum celebrados en Ecuador y las elecciones en el la Comunidad Vasca, en España.

En Ecuador el gobierno sometió a consulta 11 cuestiones. Nueve tenían que ver con la seguridad y dos tocaban aspectos vinculados a inversiones, comercio, y a la flexibilización laboral para constitucionalizar el trabajo por horas.

En todas las preguntas relativas a la seguridad, cuyo eje era la participación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico y sus bandas criminales, dentro del declarado conflicto armado interno, el pueblo votó abrumadoramente Sí.

Sin embargo, en las consultas para hacer constitucional el arbitraje internacional para dirimir disputas entre actores nacionales públicos o privados y entidades extranjeras, sean empresas o estados, y la del trabajo por horas, la población votó categóricamente por el No.

Ahora son tendencia en medios y redes las interpretaciones de los resultados. El correato propagandeó la consigna “dile 11 veces no”. El Gobierno de Noboa promovió la idea de decir a todo sí. La aplastante mayoría de la población quiere avanzar seriamente en el tema de la seguridad ciudadana. Y ve en la participación de las Fuerzas Armadas del Ecuador, más parecidas por su historia a las de México que a las del Cono Sur, una garantía de que ello sólo puede ocurrir con su central participación. En encuestas recientes, las fuerzas armadas tenían el más alto apoyo de su historia en este siglo con 80% de reconocimiento popular, superior a todas las otras instituciones civiles, incluyendo la función ejecutiva y las profundamente deterioradas legislativa y judicial.

Cuando los ecuatorianos dicen categóricamente no a la posibilidad del arbitraje internacional de controversias de inversión o   comerciales, lo que hacen es reafirmar cierto nacionalismo  y ,en particular, una profunda desconfianza hacia la actitud habitual de organismos multilaterales o jueces extranjeros en conflictos con empresas o países pequeños como Ecuador.

Foto: Alfredo Estrella / AFP

En el rechazo al trabajo por horas también manifiesta falta de credulidad hacia los sectores empresariales. La población teme que la posibilidad  de ampliar el empleo aumentando plazas por horas se traduzca en una mayor precarización del empleo. Lo que muestra un asunto más amplio que es la escasa cohesión social del Ecuador y la falta de credibilidad en las autoridades del Estado

El resultado de esos dos votos negativos será que la inversión extranjera seguirá acudiendo poco a la economía ecuatoriana y que la inversión nacional seguirá reprimida sin que la necesaria reactivación económica se produzca.

Y las interpretaciones de los resultados también son disímiles. El correato dice que Noboa perdió la consulta por el resultado de dos preguntas importantes y el anticorreismo, ahora liderado por el gobierno de Daniel Noboa, dice que ganó porque se impuso en nueve preguntas para avanzar en la lucha contra el narcoterrorismo. En términos cuantitativos elementales el derrotado es el correismo: Nueve a dos.

La cuestión política fundamental que estaba detrás de la consulta queda con una  interrogante. ¿El sí en nueve preguntas atinentes a la seguridad le garantizará al presidente su posibilidad de elección por 4 años en el 2025? ¿O la ausencia de reactivación y empleo conspirarán contra ese propósito? El tiempo lo dirá.

Algo semejante respecto de hechos políticos y disímiles interpretaciones ocurrió el domingo 21 de abril en la Comunidad Vasca.

Los dos conglomerados políticos nacionalistas, que en esta época se autodenominan soberanistas de izquierda, obtuvieron casi dos tercios de los votos lo que les dio 54 bancas en el parlamento vasco, 27 a cada uno. El Partido Nacionalista Vasco, que no tuvo ninguna relación con la banda terrorista ETA, ganó en votos y repetirá gobierno en la Comunidad Vasca con  el Partido Socialista, que hoy preside el gobierno de España con Pedro Sánchez.

Leader of the far-right party Vox, Santiago Abascal gives a speech during a campaign meeting at the bullring in San Sebastian de los Reyes, near Madrid, on April 24, 2021 ahead of regional elections in Madrid. (Photo by OSCAR DEL POZO / AFP)
Foto: Oscar del Pozo / AFP

No cabe duda que el gran ganador es el gobierno de Sánchez, que en el sistema parlamentario español ha pactado con los nacionalistas vascos y catalanes para avanzar en un proyecto de izquierda social reconociendo que España en el siglo XXI sólo puede existir en paz, reconociendo la unidad en la diversidad.

El derechista Partido Popular interpreta los resultados sin visión histórica. Los nacionalismos vascos crecen porque el gobierno socialista de Sánchez los legitima, argumenta. Ignoran o se hacen que ignoran que los nacionalismos vascos y catalanes son parte de la historia de España. Y que pretendieron ser suprimidos de la realidad histórico-social por la sangrienta dictadura franquista.

Por ello el franquismo asumido, que es Vox, expresó a través de su líder, Santiago Abascal, que las elecciones vascas fueron “una derrota de España”. En realidad lo fue de la España franquista que Voz añora con nostalgia.

En la política también la ley de la relatividad de Einstein suele cumplirse. Gloria al más grande científico del siglo XXl.