A pesar de la amarga relación que los une, la Casa Rosada no pudo capitalizar la negociación que impulsó Victoria Villarruel para ganar tiempo en el Senado. Después de una reunión en franca desventaja, pudo postergar para el próximo jueves dos nuevas derrotas legislativas que se avecinan a velocidad crucero, con amplias chances de que se sume una tercera. El oxígeno adicional de una semana se disipó desde el jueves, después del sincericidio que cometió el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, uno de los más cercanos a la vicepresidenta hasta hace una semana, cuando el legislador puntano decidió asistir en soledad a la reunión que encabezó el presidente Javier Milei con los bloques del PRO y La Libertad Avanza para reducir daños.

El senador nacional por San Luis reconoció con candidez que tenía 15 asesores y que al menos 13 estaban en su provincia trabajando para su candidatura a gobernador en 2027. Tiró de un mantel que arrastra a los 72 senadores, porque todos tienen una dotación que varía entre los 40 y los siete por despacho. Quizás por eso nadie impulsa castigarlo dentro de la Cámara Alta. Fue Villarruel la que le aplicó frío desde que lo vio sentado a la derecha de Milei en el primer piso de la Casa Rosada y con Guillermo Francos y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei enfrente. El puntano habría dicho que se iba a su provincia el jueves, pero el viernes apareció en la foto. La relación entre la vicepresidenta y su inferior inmediato en la sucesión presidencial se ha trizado y por ahora solo media el silencio, incluso después de la aparición de Abdala defendiendo con tono amable que estaba bien tener a casi todo su despacho trabajando para una eventual campaña provincial. Abdala nunca tuvo en cuenta que los salarios de sus asesores son pagados con fondos públicos del Senado y que sólo deben asistirlo en cuestiones legislativas.

La presencia de Abdala al lado de Milei fue mucho más grave que la aparición que protagonizó en el canal TN, del Grupo Clarín. El sincericidio del puntano fue más interpretado dentro del Senado como parte de un error no forzado, que empeoró con cada una de sus respuestas, que una redada organizada para perjudicar a Villarruel. La presidencia provisional del Senado es un problema para el oficialismo desde el 10 de diciembre pasado. El formoseño Francisco Paoltroni iba a ocupar ese sillón pero Villarruel prefirió al puntano. Al menos en la relación con Milei, esa decisión curó en salud a la vicepresidenta, porque Paoltroni no clausuró su vínculo con ella y, por el contrario, arremetió con furia contra el Ejecutivo desde que lo corrieron. El pico del desquite fue la postulación de Ariel Lijo como integrante de la Corte Suprema y los señalamientos contra el estratega presidencial Santiago Caputo. Paoltroni quedó afuera del bloque y seguirá votando junto al oficialismo, pero lejos del desdén que le prodiga el presidente. Abdala seguirá donde está, sabe que lo van a esmerilar y no tiene abrigo político para el frío que le dedican desde la presidencia del Senado. La intensidad de las desconfianzas que se respiran en el bloque oficialista del Senado son directamente proporcionales a las debilidades que podrían exponer este jueves que viene, cuando finalmente se concrete la sesión que Villarruel consiguió postergar por una semana.

Por momentos pareció que finalmente habían logrado destrabar la aprobación de la boleta única de papel, pero volvieron a aflorar los reproches desde las provincias gobernadas por radicales y macristas, las únicas latitudes donde existe Juntos por el Cambio después de la derrota electoral del año pasado. La BUP tuvo dictamen en enero y luego quedó entrampada en los encontronazos por la sanción de la ley Bases y el paquete fiscal. En el bloque de LLA, que preside Ezequiel Atauche, aseguran que buscaron ganar tiempo para terminar de cerrar una serie de cambios para el dictamen que, desde enero, tenía la resistencia de Mónica Silva, de Juntos Somos Río Negro. El gobierno cedió, pero en una negociación que ahora se complicó con el radicalismo.

 La oposición dialoguista no le va a permitir al gobierno de Milei motorizar una reforma electoral del calibre del cambio en la boleta de votación cuando no ha cumplido con ninguno de los reclamos de las provincias cuyos gobernadores podrían hacer valer su poder de daño a partir de esta semana.

Cerca de Villarruel le apuntan al jefe de Gabinete Guillermo Francos, y a su secretario de Interior, Lisandro Catalán, por abrir una negociación con el sector de la UCR que lidera Martín Lousteau. En la Casa Rosada se aferran al optimismo de contar con los votos suficientes, pero la foto sigue igual que en enero y no están los respaldos suficientes ni para incluir modificaciones y mandar de vuelta el dictamen a Diputados. A ese tembladeral se suma otro problema: comenzó septiembre y aunque saliera la ley, ya no alcanzan los tiempos operativos para aplicar la boleta única de papel en todo el país para los comicios legislativos nacionales del año que viene. 

El nivel de los reproches que salen del Senado hacia la Rosada podrían derivar en jugadas fuertes del Gobierno para presionar a gobernadores de todo pelaje para que aporten votos, aflojen posiciones o se nieguen a plegarse a los otros reveses. El pronóstico es sombrío para la BUP y es negro oscuro para los otros dos textos que aparecen en el temario: la nueva ley de financiamiento universitario y el rechazo del Senado al DNU 656/24, que destinó 100 mil millones para los fondos reservados de la SIDE. En ambos casos se encierran duras embestidas opositoras registradas en Diputados.

Las dos fueron en agosto. El 15 fue aprobada la ley para las universidades por 143 respaldos, 77 rechazos y 1 abstención. El 21, una semana después, fue rechazado el decreto que le ajdudican a Caputo por 156 votos a favor de impugnarlo, 52 en contra y seis abstenciones. En las dos sesiones se cristalizaron votaciones que emularon la experiencia de los cambios en la movilidad jubilatoria: se combinaron voluntades peronistas, radicales y de partidos provinciales, aunque en el revés contra el DNU 656 sumaron 20 votos del PRO. Fue la primera vez que se encolumnó una parte del bloque amarillo, conducido por Cristian Ritondo, en contra de una iniciativa del Gobierno. Fue promovida por el expresidente Mauricio Macri y el círculo se cerraría el jueves que viene. No se sabe qué hará el bloque Frente PRO del Senado, pero la oposición ya tiene los votos para rechazar el decreto por mayoría simple e inscribir un hecho histórico, porque será la primera vez que dos cámaras del Congreso dejan sin efecto un DNU firmado por un presidente. «Quizás ya no quieren más el decreto porque se dieron cuenta de que las consecuencias políticas son peores que las esperadas», calculó un legislador oficialista sobre los deseos insondables de la Casa Rosada. La reflexión busca mitigar el golpe que el oficialismo afrontará el próximo jueves en el Senado. Es cuestión de tiempo saber si la derrota incluirá la boleta de papel o sólo se limitará a la caída del DNU 656 y la sanción de la ley de financiamiento universitario que también será vetada por Milei.

La dimensión de la pulseada del jueves tendrá un antecedente que podría funcionar como espejo. Será el primer round que afrontará el veto presidencial contra la ley de movilidad jubilatoria, la otra demostración de fuerza opositora. Milei reunió a macristas y propios hace diez días para bancar el veto y bloquear la insistencia. El Congreso puede rechazar el veto, pero necesita que la norma sea respaldada por dos tercios de los presentes en ambas cámaras. Durante la media sanción en Diputados los apoyos superaron los dos tercios y en el Senado sucedió lo mismo, con 61 votos a favor y 8 en contra. La insistencia requiere dos tercios de los presentes para habilitar el debate y también para la votación. El jueves la UCR junto a Encuentro Federal y la Coalición Cívica presentaron un pedido de sesión para el miércoles próximo.

El oficialismo buscará bloquear que la oposición logre su cometido. Deberían alcanzar 84 bancas y sólo reúnen 74 junto al PRO. Los bloques opositores tienen un examen exigente, porque deben sentarse todos los bloques que apoyen la movida y, aun reuniéndolos, requieren 14 legisladores más para llegar a los dos tercios de los presentes sin el PRO y LLA. Ahí está la pulseada que se está jugando desde la semana pasada con una atención especial sobre los 34 radicales. El Gobierno quiere arrastrar algunos porotos de esa bancada, pero la relación de Milei con los gobernadores de JxC sigue igual de fría y podrían desquitarse esta semana en las dos cámaras.

Milei viajó este viernes a Mendoza para participar del encuentro anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Financias y se encontró con el gobernador Alfredo Cornejo. Sus diputados no votaron a favor de la caída del DNU 656 y podrían ser parte de una diferenciación de ese bloque en la sesión del miércoles próximo en la Cámara Baja. «Se va a definir a último momento», lamentó una espada del panperonismo, que confirmó la presencia de las 99 voluntades de Unión por la Patria para sostener la movida impulsada por los bloques presididos por Rodrigo De Loredo, Miguel Pichetto y Juan Manuel López.  «