Tener celular es tener acceso a redes. No dejamos a ningún niño cruzar una avenida solo si tiene cinco u ocho años. Lo dejamos cruzar cuando sabe las reglas, cuando sabe llegar a casa, cuando sabe pedir ayuda. No sucede antes de los 12. Con las redes pasa lo mismo”. La médica Silvina Pedrouzo, presidenta de la Subcomisión de TICs de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) recurre siempre a esta comparación. Busca mostrar los peligros de dejar a un niño o niña de corta edad en soledad en un ámbito con reglas que no domina. Como una avenida. O Internet.

La cuestión de las infancias y su vínculo con las pantallas sigue siendo materia de debate y, ante evidencia que va en aumento sobre los problemas que genera el uso inadecuado o abusivo, distintos espacios están tomando medidas para intentar una regulación. En los últimos días, la SAP emitió un comunicado para alertar por la sobreexposición a los dispositivos electrónicos. Casi en paralelo, obtuvo media sanción en la Provincia de Buenos Aires el proyecto que busca prohibir el uso de celulares en las escuelas primarias.

Sin móviles en el aula

Días atrás tomó estado parlamentario el proyecto del senador provincial Emmanuel Santalla (Unión por la Patria) que restringe el uso de pantallas en las escuelas primarias del territorio bonaerense, con la excepción de los casos en que docentes lo requieran con fines pedagógicos.

“Fue muy importante que se haya votado por unanimidad en el Senado porque hace más fácil la aprobación en Diputados. Vamos a trabajar para que salga antes de fin de año”, declaró a Tiempo. Tras la media sanción, comienza el recorrido por las comisiones en la Cámara Baja.

La iniciativa –elaborada a partir del trabajo con especialistas en educación y crianza– busca “mejorar la concentración en las aulas, promover el juego libre y la interacción entre pares”, resaltó Santalla. La propuesta se votó junto con un proyecto de la senadora Lorena Mandagarán para realizar una campaña de difusión sobre los efectos de la sobreexposición a pantallas en menores de 12 años.

“Muchos nos agarramos la cabeza con los problemas de ludopatía infantil, pero nos parece lo más normal del mundo poner una pantalla en la mano de los chicos en muy temprana edad. La ludopatía es una consecuencia más del mal uso de los celulares en los niños y niñas”, alertó el senador bonaerense. Y aclaró que el problema no se limita al ámbito escolar primario: “cuando discutimos esto con especialistas, con docentes y en las comisiones de esta Cámara, concluimos que el único problema no es ese uso excesivo de las pantallas, sino el retiro de los adultos en el acompañamiento de esos niños. Nosotros planteamos la responsabilidad en las escuelas primarias porque nos parece el primer paso, pero esta problemática se debe atender en el conjunto de la sociedad”.

El celular, las escuelas y los consultorios

Mucho antes de la primaria, con nenes y nenas de nivel inicial e incluso con bebés, las pantallas también son un problema. A esa franja etaria apunta especialmente el documento emitido por la SAP, que advierte que “el uso abusivo de los dispositivos desencadena alteraciones en la atención, la memoria, el aprendizaje y -fundamentalmente- dificultades para la interacción social, la expresión de sus sentimientos, el control de los impulsos y el comportamiento, así como también la adquisición del lenguaje”.

Pedrouzo cuenta que lo aprecian con menores de cinco años en la sala de espera: «chicos que saben reconocer los colores en inglés, pero no hablan. ¿Qué se considera educativo? Hay que tratar de prevenir el uso temprano porque ahí se crea el hábito inapropiado que después conduce a otras conductas inapropiadas. Hay países donde se está hablando de restringir el celular desde los 16 años y acá hablamos de menores de cinco”.

El documento de la SAP hace referencia a un estudio publicado por la revista estadounidense JAMA Pediatrics en base a un relevamiento sobre 90 mil niños y niñas, con seguimiento durante meses. “Los autores indican que sólo una minoría de los niños de cinco años o menos cumple con las pautas de tiempo frente a la pantalla y resaltan la necesidad de brindar apoyo y recursos a las familias para que cumplan con las recomendaciones para cada edad”. Esto es: sin pantallas antes de los dos años y una hora con acompañamiento adulto hasta los cinco.

“Tienen que involucrarse todos los sectores vinculados al niño, incluidos pediatras, e incorporar la pregunta sobre el tema en el consultorio cuando se ven cuestiones de lenguaje, de atención. Es una pregunta para tener en cuenta sí o sí”, afirma sobre el rol de las y los pediatras centrándose en cómo se usa el celular en cada familia y dar las recomendaciones pertinentes.

“El mejor consejo para las familias –aporta la pediatra- es que no se sientan presionadas a dar el dispositivo en forma temprana. Y más que saber lo que no hay que hacer, tienen que saber qué cosas sí hacer: destinar tiempo de calidad, libre de dispositivos, atención plena”.

No es un juguete

“Los pediatras debemos dialogar sobre este tema con las familias y cuidadores, fomentar y apoyar el juego, que no significa poner el acento sólo en la entrega de un juguete sino la experiencia compartida con el adulto así como también desalentar el uso de tecnologías. El celular no es un juguete”, remarcó la médica Natalia Krejcik, del Comité de Medicina Ambulatoria de la SAP. Y planteó, para todas las edades «evitar su uso una hora antes de dormir, porque la exposición a la luz azul suprime la producción de melatonina, hormona clave en la regulación del sueño”.
Su par Silvina Pedrouzo alertó que “en ciertas ocasiones, niños y niñas se sienten ignorados por sus padres o cuidadores, porque están pendientes de sus propios dispositivos. Estas conductas parentales pueden desencadenar en ellos alteraciones emocionales, del comportamiento y baja autoestima”.