La Rioja tiene su historia pionera junto a la vitivinicultura argentina y del mundo. Por eso, desde allí se lanzó la temporada de vendimia Argentina 2024. Con opciones de bodegas top a pequeños emprendimientos boutique estatales. El mundo del vino en suelo riojano sorprende por su oferta de enoturismo, su Ruta del Torrontés Riojano y la diversificación de variedades de uvas blancas y tintas como el malbec.
Se lanza la Vendimia Argentina
La Rioja es famosa por su historia vitivinícola. También porque logró la denominación de origen en la variedad de uva Torrontés Riojano. Es una cepa blanca, fresca, frutada, dirán los que saben. En este territorio la diversificación logró producir uvas blancas o tintas de una amplia gama de varietales. Tan es así que en el último concurso de vinos del noroeste argentino, EVINOR, en su edición XVII de octubre del año pasado, dos bodegas locales arrasaron con las medallas: La Riojana Cooperativa obtuvo 15 y la Bodega Valle de la Puerta se llevó 10.
“La Rioja es la tercera provincia en producción de uva, la tercera en elaboración de vinos y en exportaciones. Por momentos eso puede variar, pero normalmente está en ese tercer lugar”, le dijo a Tiempo el Presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), Mario González, quien es de Chilecito y además integra como productor la Cooperativa La Riojana. Esta experiencia acumula más de 80 años de producción en la zona e integra a unos 340 productores de uva.
Sobre el lanzamiento, González contó: “Consiste en un acto simbólico de corte de los primeros racimos de torrente riojano, la variedad autóctona que tenemos en nuestro país, y compartir con productores, bodegueros y autoridades ese momento”.
En Chilecito la primera uva con la que se arrancó ahora es Torrentés Riojano, de bajo grado, y de ahora en más comienzan a ser cosechadas el resto de variedades: “en unos días más, Malbec, y luego, Chardonnay junto con Torrontés y las demás variedades ya se van acoplando”, explicó.
Un lugar top
Chañarmuyo es suelo diaguita y se extiende entre las montañas del cordón del Famatina. La Rioja ostenta un territorio montañoso en su 85 por ciento de superficie. Pareciera que de las piedras surge la riqueza. Y es aquí, sobre la Ruta Nacional 40, en uno de sus valles, donde se despliega un emprendimiento que invita a soñar.
Para Mauricio Barrionuevo, que nació y se crió en este valle y como muchos en esta zona trabaja en la Bodega y Casa de Huéspedes Chañarmuyo, cada mañana es un sueño cuando mira el sol, las montañas y los viñedos. Este proyecto en menos de veinte años creció y perfeccionó la oferta para quienes eligen conocer los vinos, recorrer los viñedos, saber del proceso de elaboración y hasta elegir descansar en el hospedaje que guarda un diseño arquitectónico en comunión con el paisaje desde cada galería, ventanal y sillón del hospedaje. O desde la pileta, que es ese estilo definido como Infinito y que pareciera unirse con los viñedos. La postal reverdecida por las viñas llenas de uvas y las montañas que por momentos parecen azules invitan a disfrutar una y otra vez de las vistas. Sin exagerar.
En las III Jornadas Nacionales de Turismo de Vino realizadas en noviembre de 2023, Tiempo de Viajes tuvo la posibilidad de recorrer por cuarta vez en diez años el emprendimiento de Enoturismo junto con Barrionuevo. “Chañarmuyo nació en el 2000 con el viñedo, después en 2005 se construye el hotel y también la bodega. Hoy estamos recibiendo huéspedes nacionales e internacionales y la proyección que tenemos es llegar a hacer tres habitaciones que serían la suite de tope de alta gama sumada a las ocho que ya tenemos en funcionamiento”, le contó Barrionuevo a Tiempo de Viajes.
Frente al paisaje y el diseño del hospedaje, Barrionuevo comentó que al estar en un valle en verano el clima es más amable que en la capital riojana. “Hay mucha amplitud térmica que es lo que favorece a tener buenos vinos de altura”, dado que los viñedos están a 1700 y la temperatura puede variar.
En sus comienzos la gente se desvivía por la cepa Tannat de Chañarmuyo pero la bodega diversificó su oferta. “Hoy está saliendo muy bien el Cabernet Franc, el Malbec”, explicó.
La Bodega Chañarmuyo está abierta todo el año, incluso hay momentos en el invierno que es posible ver los viñedos nevados. Los turistas pueden visitar, almorzar, cenar (desde 13 mil pesos, menú de tres pasos con maridaje de vinos de la bodega) aunque no estén hospedados. El acceso lo facilita porque son rutas pavimentadas como la 39 camino al Dique a unos 15 km de la Ruta Nacional 40.
Quien se hospeda tiene que pensar en un presupuesto de 165 mil pesos por noche con media pensión que incluye el desayuno completo, una visita guiada a la bodega, degustación de vinos clásicos (un clásico, un gran vino y un espumante), el almuerzo de tres pasos con maridaje de los vinos de la bodega en infusiones o café. A la vez, la pensión completa asciende a 200 mil pesos la noche (siempre base doble) y suma la cena de tres pasos (entrada, plato principal y postre, con copa de vino blanco o rosado, tinto y espumante).
Bodega de Aminga con espumante de estreno
El lema es que en La Rioja Febrero se disfruta todo el año, porque la línea de vinos de Bodega de Aminga es justamente “Febrero Riojano”. Es otra propuesta para conocer el mundo del vino en una recorrida por la provincia.
Es una bodega estatal riojana que celebra su décimo aniversario en esta nueva etapa porque en su historia fue una de las pioneras. Desde hace más de 75 años impulsa la vitivinicultura riojana. Aquí, por lo menos, el 2024 arrancó con un novedoso espumante “Febrero Festivo”, es dulce torrontés, la uva emblema de esta provincia que logró la denominación de origen.
La bodega de Aminga es una parada imperdible en el corredor de La Costa Riojana. Allí además se puede conocer un sinfín de pueblos plenos de encanto. Los viñedos se encuentran a unos 1400 metros de altura y se distinguen por la sanidad del clima y la amplitud térmica que complementan un terruño con fuerte historia en la vitivinicultura argentina.
Cabernet, Bonarda, Malbec y el magnífico Torrontés Riojano se destacan en Aminga, ubicada a sólo a 80 kilómetros de la ciudad capital de La Rioja.
Para Daniel Vega, director de la Bodega de Aminga, “los vinos que elaboramos en Aminga son un homenaje a la tradición, a la historia del pueblo riojano y a su cultura”. Febrero para los riojanos es Chaya. Y Chaya es más que el típico carnaval de este mes. Es una cita cada verano con la cosecha y con la fiesta más popular del norte argentino.
“En La Rioja sentimos orgullo por las vides de zona cálida que tenemos, y orgullo extra por los vinos que hacemos desde hace años, porque algunos hemos nacido en la viña”, cuenta Vega y describe sus primeros años junto a su padre, sus tíos y abuelos en una región donde mencionar su apellido es hablar de vinos. Y también es hablar de resistencia.
Es oriundo de Vichigasta, departamento Chilecito. Terminó la escuela Normal y, como la mayoría de los nacidos en los años sesenta en el norte del país, tuvo que emigrar a una ciudad para formarse. Después de treinta años de vivir en Buenos Aires y viajar por el mundo, cumplió la promesa que a los 17 años se hizo cuando dejó su pueblo: ¨Volveré a La Rioja para seguir haciendo vino¨. A fines de 2012, dejó su trabajo porteño, visitó durante unos meses bodegas en España y Francia para comprender aún más el mundo de esta bebida. Luego volvió al suelo riojano para continuar con la tradición familiar. A mediados de 2013 comenzó a trabajar en Bodega de Aminga y, junto con un selecto grupo de personas que creyeron en utopías, desarrollaron y potenciaron Febrero Riojano, el vino con el que la empresa estatal busca posicionar a La Rioja en el lugar que le corresponde dentro de la vitivinicultura nacional.
El marco paisajístico de la Bodega de Aminga es precioso. Al pie del cordón del Velasco, un valle que sorprende a los visitantes cuando llegan a recorrer la Ruta Nacional 75 que une a más de diez pueblos del tramo conocido como “Costa Riojana”. El pueblo de Aminga se distingue como cabecera del departamento Castro Barros, con su historia de pioneros y continuadores de los Diaguitas y de sus tradiciones.
El edificio donde funciona la planta elaboradora se construyó en 1948 para contener a los productores vitivinícolas de la zona. Sin embargo a fines de los años 80, fue abandonado a causa de la hiperinflación, que se llevó por encima la bonanza vitivinícola que Aminga había vivido hasta esos momentos, y transmutó en cultivo de nogales y olivas.
Durante 2012, el Gobierno provincial incluyó a la vieja y abandonada bodega en un plan de reactivación de industria en el interior riojano. Hoy 25 familias dependen de esta industria vitivinícola en pleno crecimiento.
La finca Pampa del Viento, implantada en 2012, abarca unas 60 hectáreas destinadas a abastecer exclusivamente a la Bodega de Aminga con el compromiso de elaborar el auténtico Vino Riojano. ´´No compramos ni uva ni vino, sólo elaboramos con la uva que produce nuestra finca, garantizando así al consumidor de febrero el origen riojano del producto´´, explicó Vega.
A 10 años de la vuelta a la actividad, la bodega produce vinos Malbec, Bonarda, Cabernet Sauvignon, Syrah, Ancellotta y, por supuesto, Torrontés Riojano. Para celebrar esta primera década lanzan este año nuevas marcas: Febrero Mítico es la primera de ellas. Dentro del plan productivo también están diseñando Febrero Altanero, un vino de alto vuelo. También el esperado por muchos: Torrontés Blanco Dulce Natural sobre la base del torrontés y seguir apostando al crecimiento.