En las últimas semanas, en la opinión pública mexicana e internacional ha sido tendencia la información de que Donald Trump impondría aranceles a las exportaciones de México y Canadá hacia Estados Unidos por un monto de 25 por ciento. El fútil pretexto era que no frenaban la migración indocumentada y el tráfico de drogas, especialmente de fentanilo, a EE UU.
El fin de semana reciente, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en una intervención para el pueblo de México y el mundo, puso los puntos sobre las íes denunciando que en Estados Unidos no existía ninguna política sistemática contra la distribución, venta y consumo de drogas, con acciones represivas ni mediáticas serias.
Vale decir que la crisis de drogadicción que azota a la sociedad estadounidense es responsabilidad de la indolencia cómplice de sus gobiernos.
También rechazó las torpes calumnias de la Casa Blanca de que había cierta complicidad entre el gobierno de México y los carteles mexicanos de drogas. Señaló con cifras reales que México sí combate al crimen organizado, mientras en Estados Unidos existe una alianza real entre los narcotraficantes mexicanos y estadounidenses con los vendedores de armas, que en ese país realizan el negocio de la muerte legalmente y lo pasan de contrabando a México.
En una conversación telefónica de 45 minutos Sheinbaum- Trump, el martes pasado, se lograron acuerdos sobre los temas candentes. Sobre migraciones indocumentadas se le dará continuidad a la mesa que ya venía funcionando entre las Cancillerías de ambos países. En el tema de la seguridad y la violencia por primera vez en la historia un presidente de Estados Unidos se comprometió a frenar el tráfico ilegal de armas a México, para lo cual se creará una mesa técnica binacional.
México se comprometió a aumentar la vigilancia fronteriza con más miembros de la Guardia Nacional para ayudar al combate a la migración ilegal y el tráfico de drogas de bandas mexicanas, estadounidenses, y binacionales que operan en una frontera de 3.600 kilómetros.
En el asunto del comercio, la presidenta argumentó que el déficit comercial gigantesco de Estados Unidos es producto de las ventajas competitivas de las empresas binacionales que operan en México y que no pueden ser resueltas con la imposición de aranceles unilaterales, que serían respondidos simétricamente. Al respecto, también se aceptó por parte de Trump la creación de una mesa técnica que trabajará en el tema.
La serenidad y racionalidad de Sheinbaum ha logrado frenar una guerra comercial que habría puesto en riesgo un tratado comercial que dura ya treinta años y que ha ayudado al desarrollo de las economías de Estados Unidos, México y Canadá.
La lección es clara: no se pueden mirar los asuntos de una sociedad o de un acuerdo internacional por el ojo de una cerradura sino abriendo la puerta para ver el salón completo.
Resuenan las palabras del prócer Benito Juárez: todo por la razón, nada por la fuerza.