¡Eh, Gustavo! ¿Qué pasó, te volviste loco? ¿Por qué ese título tan agresivo? No me volví loco, estamos viviendo un momento de locura en nuestra vida política democrática, donde por primera vez en 40 años gobierna -a través de Milei– una corriente de pensamiento político que desvaloriza el sistema democrático como base para la convivencia entre los argentinos, que alimentó su discurso desde el odio, el insulto y la descalificación del otro frente a la pasiva complicidad de buena parte del periodismo. Ese periodismo que con tal de destruir al campo popular banca estas locuras que nos están llevando al rompimiento del pacto democrático de 1983 y nos ponen al borde del precipicio, de una catástrofe social, económica y laboral.
Y no estoy cuestionando el derecho del gobierno a llevar adelante sus ideas políticas porque en definitiva ganó la elección en la segunda vuelta. Sí cuestiono democráticamente esas ideas, mi fuerza política se opone a ellas y lo expresa en los ámbitos institucionales y constitucionales. Pero lo que no podemos dejar pasar, ni unos ni otros, es la lenta destrucción del sistema político-institucional.
Gobernar de espaldas al Congreso, despreciar a los partidos políticos, llamar “putitas” del peronismo al radicalismo sin que esto genere un escándalo y acusar sin ningún fundamento de traidores o coimeros a los que se oponen a sus pensamientos, degrada el debate democrático. Seguir llamando a sus votantes más autoritarios y reaccionarios a “cazar zurdos”, nos retrotrae a los momentos previos al golpe del 76, donde esa prédica terminó en tragedia.
Dar gobernabilidad significa que las instituciones y poderes de Estado funcionen, no significa apoyar las medidas del gobierno si uno no está de acuerdo. Para ello el ciudadano vota a distintos partidos políticos con diferentes propuestas.
Es cierto que el triunfo de Milei sólo fue posible por el agotamiento de un sistema político que no pudo, no supo o no quiso resolver el problema de la inflación, la inseguridad y la pobreza. Pero no es menos cierto que en estos 40 años vivimos grandes momentos como la recuperación democrática, el castigo (único en el mundo) a los que cometieron crímenes aberrantes de Lesa Humanidad, la recuperación plena de todas las libertades, la primavera cultural, el reconocimiento internacional a los DDHH y la recuperación del valor del trabajo, el salario y la solidaridad después de la debacle del 2001.
Nosotros les echamos la culpa a los gobiernos neoliberales de estos 40 años. Los liberales le echan la culpa al populismo. Lo cierto es que después de recuperar la democracia y salir del infierno de la dictadura, no logramos los acuerdos mínimos para que una docena de temas sean políticas de Estado en un sistema político pendular.
Ahora Milei viene por todo, pero viene también por todo lo bueno, por aquello que nos hizo grandes como la educación pública, gratuita, obligatoria y laica. Viene por la ciencia y la tecnología. Viene por la justicia social (que es constitucional- art. 14 bis), por la salud pública y por la solidaridad. Viene por la licuación del salario y las jubilaciones, viene por la destrucción de la industria nacional, por las pymes y por los productores agropecuarios, por los recursos naturales y los bienes públicos y lo hace a través de decretos inconstitucionales, que están impidiendo tratar, como el DNU 70/2023 mientras la Corte sigue mirando para otro lado.
Tenemos que salvar nuestra democracia y recuperar aquellos valores que la constituyen: libertad (sin sometimientos por estado de necesidad), igualdad (con una base para que todos tengan oportunidades) y fraternidad (la solidaridad para los que menos tienen y más necesitan).
¿Lo del título de la nota? Un juego de palabras ya que el propio Presidente llamó nido de ratas al Congreso sin que muchos se escandalizaran. También para que presten atención los que alientan las agresiones, aunque cada uno puede pensar lo que quiera incluso que se trata del horóscopo chino ¡Carajo!
El autor del texto es presidente de Forja