La admisión de la policía de Israel de haber usado el software Pegasus para el espionaje interno pone el jaque al millonario negocio en manos del Ministerio de Defensa israelí y abre un posible escándalo a escala internacional por varios Estados que se valen de esta poderosa herramienta informática que permite el acceso a contenidos y control de teléfonos celulares sin autorización ni conocimiento del usuario.
Luego de varias denuncias, alertas y una revelación periodística, la Policía israelí admitió esta semana que encontró “evidencias” sobre un posible uso inapropiado del software desarrollado por la empresa local NSO y señalado como herramienta para espiar a al menos 50.000 teléfonos de todo el mundo.
Ahora el fiscal general del país y el Parlamento abrieron investigaciones por el uso del software para extraer información y espiar a civiles sin permiso judicial previo. Si bien, las denuncias apuntan al anterior gobierno del primer ministro Bejamín Netanyahu, el Estado de Israel continúa lucrando a nivel internacional con la distribución del software que fue creado en 2010 por jóvenes emprendedores que trabajaban para una cooperativa avícola y acabaron desarrollando este programa para una empresa de comunicaciones que buscaba ofrecer soporte técnico en celulares a sus trabajadores.
Según distintas publicaciones, la industria del ciberespionaje israelí se vino desarrollando en las dos últimas décadas, con escaso control parlamentario o judicial, “hasta atraer un 40% del total mundial de las inversiones privadas internacionales en ciberseguridad”. El año pasado “recibió 8.800 millones de dólares en fondos extranjeros, según la Dirección Nacional de Cibertecnologías, tres veces más que en 2020”, publicó recientemente El País de España. El Ministerio de Defensa controla directamente esas exportaciones, sin informar al Parlamento sobre los países a los que está prohibido vender armamento o tecnología de seguridad. “Más de dos decenas de Gobiernos en Estados como Baréin, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Nicaragua, Honduras o Kazajistán, adquirieron estos programas de inteligencia y espionaje”.
El análisis continúa con la idea de que la venta de Pegasus “formó parte también de la estrategia de ciberdiplomacia emprendida por el ex primer ministro Netanyahu en sus 12 años de mandatos consecutivos”. Supuestamente iba destinada a mejorar la imagen internacional de Israel y a abrir la puerta a nuevas alianzas en organismos multilaterales. “Tras haber servido como herramienta para la expansión diplomática, los programas de ciberespionaje diseñados por empresas israelíes parecen estar empezando a adueñarse ahora de parte de la seguridad interna del Estado de Israel”.
Según el medio económico israelí Calcalist, el que expuso con mayor detalle el uso interno del Pegasus, la Policía pudo haberlo empleado para espiar a alcaldes, exfuncionarios o activistas que lideraron las protestas contra Netanhayu, todo ello sin órdenes judiciales. El medio detalló cómo la policía, en el marco de supuestas acciones de seguridad nacional, utilizó este sistema para recopilar información de dirigentes políticos mediante el hackeo de sus teléfonos.
“Algunos de los objetivos son criminales peligrosos, pero la investigación de Calcalist reveló que algunos ciudadanos fueron fichados como peligrosos luego de que se hicieron evidentes sus opiniones políticas contrarias a las del gobierno del ex primer ministro Benjamin Netanyahu”, expuso el medio el pasado 20 de enero.
Inicialmente, el cuerpo policial israelí no negó el uso de Pegasus, pero aseguró que algunas informaciones eran «incorrectas» e insistió en que «todo se llevó a cabo con las debidas garantías legales».
Además, remarcó que no utilizaba «sus capacidades tecnológicas avanzadas contra civiles inocentes y manifestantes». Lo cual quedó ahora expuesto como falso.
Una investigación del diario estadounidense The Washington Post reveló el año pasado una lista de 50.000 teléfonos de todo el mundo que podrían ser objetivo del software Pegasus. Hace pocos días, The New York Times, que también dedicó investigaciones al caso, publicó que Israel “controla la exportación del programa espía del mismo modo que hace con las exportaciones de armas convencionales” y que hizo de Pegasus “un elemento clave de su estrategia de seguridad nacional y lo usa para promover sus intereses en todo el mundo”. El Times expuso que “las ventas de Pegasus tuvieron un papel clave para lograr el apoyo de los países árabes para la campaña de Israel en contra de Irán al negociar los Acuerdos de Abraham en 2020, que se firmaron en una ceremonia en la Casa Blanca de Donald Trump. Los acuerdos diplomáticos normalizaron las relaciones entre Israel y algunos de sus antiguos adversarios árabes”.
La investigación también reveló que “el FBI compró e hizo pruebas de software de NSO durante años con la intención de emplearlo para vigilancia doméstica” pero el año pasado decidió “no utilizarlo”.
En 2020 Amnistía Internacional apoyó una demanda para que se obligue al Ministerio de Defensa israelí a revocar la licencia de exportación del software espía de NSO Group, que finalmente fue rechazada por un tribunal de Tel Aviv. “La resolución judicial contradice infinidad de pruebas que indican que el software espía de NSO Group se está utilizando para actuar contra personas que defienden los derechos humanos, desde Arabia Saudí hasta México”, lamentó AI que junto con el Laboratorio Ciudadano de la Universidad de Toronto investigó al menos 450 casos de espionaje en que fue confirmada la presencia del software espía israelí.
El hackeo masivo de los móviles de periodistas como el registrado en México entre 2015 y 2016 también se lo relaciona con el sistema de NSO. El ex topo de la CIA, Edward Snowden, aseguró en 2018 en una teleconferencia de prensa desde Moscú, con periodistas de Tel Aviv, que la tecnología de Pegasus había sido utilizada para hacer el seguimiento del periodista disidente saudí Jamal Khashoggi, quie fue dado por muerto ese año después de haberse registrado su paso por el consulado de Arabia Saudí en Estambul.
Relaciones estrechas con Macri
La política de seguridad del gobierno de Mauricio Macri tuvo una estrecha relación con Israel y sus desarrollos en esa materia. Además de las millonarias compras de armamentos y vehículos ordenadas desde el ministerio que conducía Patricia Bullrich, la relación del macrismo es anterior a su llegada a la presidencia. Macri viajó a Israel en 2014 para participar de una conferencia de alcaldes y tuvo su encuentro con el primer ministro Benajamín Netanyahu. Cuando este visitó la Argentina en 2017, durante el gobierno de Cambiemos, lo hizo acompañado por representantes de compañías de ciberseguridad y defensa, dos áreas en las que Israel tiene mucho que ofrecer. El objetivo anunciado entonces era ampliar el intercambio de servicios y bienes en esa área.
Según se publicaba entonces, algunas de las firmas venidas al país fueron “Verint, especializada en la detección de ciberataques; y Faception, que ofrece soluciones para detectar y detener a personas con potencial interés de realizar algún tipo de daño”. NSO Group no habría sido parte de la comitiva, al menos según la información oficial.
En un informe de esa fecha del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) “lo más preocupante” de aquellos acuerdos fue que el gobierno argentino había firmado “acuerdos de cooperación en seguridad pública e interior con Israel. Uno de ellos es sobre lucha contra el crimen organizado, tráfico de personas, drogas, lavado de dinero y crimen cibernético, en el cual, las empresas de ciberseguridad israelís contemplan firmar acuerdos futuros y brindar sus servicios”.