Si es cierto, como suele decirse, que la literatura es una de las formas de la inmortalidad, Jorge Luis Borges es doblemente inmortal. Lo es por su obra y también por las polémicas que ésta despierta, muchas de las cuales llegan a instancias judiciales.

El miércoles 3 de diciembre el presidente electo Alberto Fernández escribió en su cuenta de Twitter: «El escritor y empresario Alejandro Roemmers ofreció donar al Estado argentino más de 6.000 libros y manuscritos de Jorge Luis Borges de su colección. Con ese aporte vamos a crear el Museo Borges, en homenaje al hombre más grande en las letras que ha tenido nuestro país”.

La reacción de María Kodama, esposa y albacea del autor de El Aleph, no se hizo esperar y salió al cruce del anuncio diciendo que la colección que Roemmers le donaba al Estado argentino era robada y que además, ya existía un museo destinado a Borges. Este último dato es rigurosamente cierto. El museo existe, está ubicado en la calle Anchorena 1660 y linda con la casa donde el escritor vivió entre 1938 y 1943. Su administración está a cargo de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Esta fundación, tal como se informa en su sitio web, fue creada por Kodama en agosto de 1998 y obtuvo la personería jurídica en noviembre de ese mismo año. El museo, por lo tanto, es privado y el anuncio de Fernández se relacionaba con la creación de un museo que tuviera carácter nacional. Los objetivos de la fundación creada por Kodama, según figura en su sitio oficial, es “difundir la obra de Jorge Luis Borges contribuyendo a su conocimiento y propiciando su correcta interpretación.” La última parte de la frase sugiere que sólo hay una interpretación correcta de la obra de Borges y que, por lo tanto, la fundación es dueña del sentido único que debe dárseles a sus obras.

El pronunciamiento de la viuda de Borges al enterarse del anuncio de Fernández fue tajante: “Resulta indiferente el anuncio, cada uno hace lo que quiere y nadie respeta nada, este país es así”

Por su parte, el abogado de Kodama, Fernando Soto, le dijo ayer a la agencia Efe que Borges «nunca donó» el material que tenía en su casa en vida y afirmó que alguien dispuso de él.   Ese “alguien” sería, según afirmó Kodama ante algunos medios de comunicación, Epifanía “Fanny” Uveda de Robledo, ya fallecida, quien trabajaba en la casa de Borges y podía tener acceso a los bienes en cuestión. Ante Télam Soto afirmó: “No sabemos qué hay en la colección ni tengo constancia de las piezas, pero lo que sí sabemos es que Borges no dispuso en vida de ningún manuscrito, puedo dar fe de que nunca regaló ni donó alguno.”

Roemmers argumentó que el material borgeano que tenía en su poder y que donó fue comprado de forma legal y que la compra está debidamente documentada. «No es robada –aseguró ante Perfil-. Es una colección que tiene 50 años. Hay obras adquiridas a muchos coleccionistas y libreros y está todo documentado. Hay libros, hay revistas, hay anotaciones de Borges, hay cartas. Gran parte de eso estaba en la colección del presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Alejandro Vaccaro. Todo tiene su documentación». Y agregó ante el canal TN: «Me pone triste que se quiera ensuciar algo tan lindo como un acto de entrega de un patrimonio. Además si había algún reclamo pasaron décadas para hacerlo, no entiendo por qué ahora deciden hacerlo. Es disparatado. Es algo que es tan grande que no lo puedo tener en mi casa, accedí para donarlo. Se hace falta una flota de camiones para transportarlo. Si alguien siente que hay algo que le pertenece, ahora lo va a poder reclamar porque lo tendrá el Estado argentino. Tendrá que demostrar qué le corresponde, yo sólo lo estoy poniendo a disposición».

Vaccaro es uno de los mayores coleccionistas de material referido a Borges y más de la mitad del material que tenía Roemmers en su poder proviene de su colección, por lo que salió en defensa de Roemmers y de la legitimidad de ese legado borgeano.

El secretario de Cultura Pablo Avelluto, por su parte, escribió en un tuit refiriéndose a los manuscritos en cuestión: “Sugiero preguntar a Alejandro Vaccaro, ex dueño de la colección de manuscritos que donaría el farmacéutico Roemmers, a quien propuso para el Nobel de Literatura sin ponerse colorado.”

Roemmers es miembro de la familia propietaria del laboratorio del mismo nombre y dueño de una gran fortuna. Además, se dedica a la escritura. Publicó diversos libros de poemas y es Presidente de la Fundación Argentina para la Poesía y Presidente Honorario de la Asociación Americana de Poesía. Según declaró, su único interés es que la colección que donó quede en la Argentina y que no sea adquirida por Estados Unidos o Japón. Vaccaro, por su parte, es autor de una extensa biografía del autor de Ruinas circulares: Borges, vida y literatura.

No sería raro que el conflicto desatado se dirimiera en un futuro cercano por vida judicial, una vía a la que Kodama suele recurrir con frecuencia.