A las 8 en punto de la mañana, hora argentina, la Academia Sueca anunció que la ganadora del Nobel de Literatura 2020 es la poeta estadounidense Louise Glück (77 años).
Glück, que nació en Nueva York y creció en Long Island, ya había recibido un importante premio literario: el Pulitzer de poesía en 1993 por su poemario The Wild Iris (El iris salvaje). A este galardón se suman el Premio Nacional de la Crítica por The Triumph of Achilles, el primer Premio que otorgan los lectores del New Yorker y el Premio Bollingen, por Vita Nova.
En 1961 se licenció por la George W. Hewlett High School en Hewlett, Nueva York. Más tarde asistió al Sarah Lawrence College en Yonkers y a la Universidad de Columbia.
Actualmente es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras y profesora en el Williams College. Reside en Cambridge, Massachusetts.
El premio, según lo fundamentó la Academia Sueca, es un reconocimiento a » su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual». La institución señaló, además, que a que la poeta no solo le preocupan los “errores y las condiciones cambiantes de la vida”, sino que también “cambio radical y el renacimiento”.
Entre sus más de diez libros de poemas se destacan Vita Nova, que fue traducido al español por la editorial Pretextos. El mismo sello publicó Praderas, gracias a lo cual pudo conocerse parte de su obra en Argentina. Allí escribió: «Me he convertido en una anciana. / He acogido con agrado la oscuridad / que tanto temía».
Además de escribir poesía, también es autora de una colección de ensayos, Proofs and Theories, que obtuvo el Premio PEN/Martha Albrand.
Aunque la premiación de Glück fue inesperada, ya que su nombre no figuraba en ninguna lista de favoritos, se confirmó la presunción de que la ganadora sería una mujer, una forma de equilibrar la balanza del Nobel de Literatura que de 117 galardonados sólo 15 fueron mujeres.
También resulta claro que, más allá de los evidentes méritos literarios de Glück, la Academia buscó una figura prestigiosa que no pudiera ser juzgada de manera negativa por su participación política, como fue el caso de Peter Handke el año pasado, cuyo apoyo a los serbios despertó una encendida polémica.
Tras los escándalos sexuales y de filtración de información que envolvieron a la Academia Sueca y que impidieron la entrega del Nobel de Literatura en 2018, la institución seguramente tuvo en cuenta una figura que resultara menos conflictiva.