La suma del total de los ingresos salariales que percibieron los trabajadores registrados y no registrados durante el primer trimestre de 2024 representó el 45% del PBI. El dato surge de la Cuenta de Generación del Ingresos e insumo de mano de obra (CGII) que el INDEC dio a conocer el martes. Se trata de un retroceso de 3,8 puntos porcentuales con relación a lo ocurrido hace un año atrás y representa la medición más perniciosa para la clase asalariada desde que se retomó esa forma de medición en el primer trimestre de 2016 cuando los salarios representaban el 54,2% del producto.

El informe del INDEC da cuenta de la denominada distribución funcional del ingreso que mide la apropiación del producto que hacen las distintas clases sociales definidas a partir del lugar que ocupan en el proceso de la producción. A diferencia del informe tradicional de distribución del ingreso familiar que difundió el organismo días atrás y muestra, entre otros datos, el comparativo entre los ingresos de los hogares que representan el diez por ciento más rico con relación al diez por ciento más vulnerable, la CGII pone el foco en el proceso productivo y muestra, por lo tanto, la relación directa entre capital y trabajo y el grado de explotación que la clase capitalista ejerce sobre los trabajadores.

El excedente de explotación bruto que refleja las ganancias de la clase empresaria marcó un 40% de participación sobre el valor agregado, 1,3 puntos más que lo que ocurrió en el primer trimestre de 2023 y 4,7 puntos más con relación a lo que ocurría hace ocho años.

El 15,8 % del PBI se explica a partir del denominado ingreso mixto que refleja los ingresos de los cuentapropistas y los negocios de tipo familiar. Ese sector es el que dio el salto más sensible en términos proporcionales en tanto creció 0,9 puntos desde el 14,9% que representó un año atrás.

Este dato refleja el proceso de precarización más general de la economía y la reconversión laboral que atraviesa parte de los sectores más relegados que, expulsados del proceso productivo, se las rebuscan con algún emprendimiento puntual. Hace ocho años el sector representaba solo el 12,5% del producto.

El informe da cuenta de una profundización de un fenómeno que se sostiene en forma incesante hace más de una década y que en el último año se explica especialmente por la combinación entre la caída del empleo, la precarización y el deterioro del salario real.

Pero además, el retroceso se da en el marco de una caída general del PBI del 5,1% entre el trimestre analizado y el mismo período del año anterior según el informe de Agregados Macroeconómicos del INDEC publicado en junio de este año.

En el último año la masa salarial creció en términos absolutos un 214% pero la inflación interanual promedio en el trimestre marcó un 273,5%. Por eso, tomada de conjunto, la masa salarial retrocedió un 15,9% en términos reales.

Del otro lado, las ganancias escalaron un 247% resignando solamente un 6,9% en términos reales y dando muestras de sobre qué clase social recayó especialmente el peso de la crisis.

Desde el primer trimestre de 2017 (cuando el IPC oficial recuperó su credibilidad), la masa salarial perdió un 22% de poder adquisitivo mientras que las ganancias empresarias crecieron un 5,3% en solo siete años. Un fenómeno de transferencia de ingresos entre clases muy profundo y a una velocidad inusitada que, con algún vaivén, no tuvo pausa a lo largo de ninguno de los últimos tres gobiernos.