El debate entre Donald Trump y Kamala Harris no se dirigió a los millones de estadounidenses que viven en las calles, ni a los que tienen que trabajar en dos o más empleos para sobrevivir, ni a los que no acceden a los seguros médicos. Tanto el candidato republicano como la demócrata representan a las Corporaciones Petroleras y Armamentísticas, no a los trabajadores cuyo sueldo mínimo es u$s 7.25 la hora y no se incrementa hace 10 años. Por esto, los dos representantes políticos no propusieron la otra noche  ningún plan que beneficie al pueblo. Así las cosas, el próximo 5 de noviembre sabremos, en definitiva, quién será el presidente de los Estados Unidos para los próximos cuatro años. Pero ya sabemos que nada cambiará para la mayoría.

Los principales temas que se abordaron en el debate de esta semana fueron el aborto, la economía, la migración, la Justicia. Harris logró hacer enojar a Trump. Para descontrolarlo, ciertamente, contó con la ayuda de los dos periodistas moderadores que mostraron en varios momentos del debate que Trump mentía, cosa que lo enfureció.

Los puntos más importantes del expresidente donde, según sus asesores, llegó a sus votantes, fue demostrar que el gobierno de Biden-Harris permitió la entrada de miles y miles de inmigrantes al país. Que, según los republicanos, ocupan los lugares de trabajo de los ciudadanos locales y además cometen actos de delincuencia. En cambio, en el tema económico fue muy repetitivo y exagerado.

Por su parte, Harris logró los objetivos de demostrar los puntos flojos del propio gobierno del republicano. Por ejemplo, mostró la debilidad de su administración en cuanto a la epidemia y lo culpó de que su actitud produjo los miles de muertos en Estados Unidos. Y aunque el Estado hizo un buen trabajo cuando movilizó a miles de personas, él es un anti vacuna declarado, cosa que fue remarcada reiteradamente por su oponente.

Durante el debate, el principal objetivo de ella fue el de mostrarse como la candidata del futuro y trató de colocarlo a Trump como representante el pasado. Pero se cuidó muy bien de no atacar a los votantes republicanos, insistiendo que ella será la “Presidenta de todos”. También se cuidó mucho de no insultar ni atacar a Trump, pero sin embargo lo trató de débil en política internacional, y remarcó que los grandes líderes del mundo se reían de él. Mientras tanto, el republicano habló sobre la guerra enfatizando que si él fuera presidente, las guerras en Ucrania y en Palestina tendrían una resolución a la brevedad.

Luego, ya entrando en el tema económico, en el que se manejó con mayor comodidad, anunció que tenía un plan para la clase media y los trabajadores. Pero, la verdad, no lo detalló demasiado. En realidad, se esperaba que Trump tomara ventaja en ese rubro, subiéndose al desastre que está pasando desde hace cuatro años en Estados Unidos, durante el gobierno de Biden, pero quedó atrapado en su enojo y en sus repeticiones.

Le dijo “ridícula” a Harris, la trató de “radical” y de que su padre era un “profesor marxista”. También insultó mucho al presidente Biden ante una rival que no lo insultó pero lo denostó bastante.

De todos modos no sabemos si el debate va a modificar la opinión de muchos. Probablemente sí de algunos independientes, pero el país está muy polarizado. La gran diferencia es que los republicanos van a votar todos a Trump, como ocurre usualmente, y no se sabe si todos los demócratas van a salir a votar a Harris. Ese es un dato a tener en cuenta. También que ambos candidatos están interesados en un nuevo cruce: podría consagrarse en octubre.

Pero habrá que ver si se llega a acordar. No es seguro. Lo seguro es que Trump está pidiendo hacer un eventual tercer debate para él: recordemos que ya enfrentó a Biden, a fines de junio, lo que luego de un par de semanas desencadenó en la renuncia a la candidatura de parte del actual mandatario. Pero el líder republicano quiere realizarlo en Fox News porque siente que va a estar un poco más protegido. Mientras tanto, van a estar pendientes de los llamados “Estados péndulos”, como Pensilvannia, Nevada, Arizona, New Hampshire, Michigan, Carolina del Norte y Georgia. De todas maneras, el estadounidense común no está muy pendiente de estos debates sino viendo cómo puede pagar su alquiler y cómo puede vivir cotidianamente.

Por otra parte, en 2016, tras los debates, lo daban por liquidado a Trump. En esas elecciones resultó presidente y en el 2020, no sabemos. Esta vez, de cada lado, como suele ocurrir, dijeron que su candidato estuvo magnífico. Además, acá muchos medios cercanos al partido demócrata decían que antes del debate estaban casi parejos y luego dieron números ridículo, por ejemplo, que el electorado apoya en un 67% a Kamala y un 33% a Trump.

No es así. Hay que esperar hasta el 5 de noviembre.