Mientras el presidente Javier Milei analiza viajar a principios de agosto a Vaca Muerta para reunirse con un grupo de empresarios petroleros, en Neuquén, desde el Instituto Nacional de Prevención Sísmica, se detectó un nuevo sismo el pasado fin de semana. Los especialistas vienen denunciando que detrás del “boom de Vaca Muerta” hay más sismicidad inducida por el fracking.

En el corazón de Vaca Muerta, el lugar donde se promete hace años que va a cambiar la vida de los neuquinos, los lugareños no tienen gas. Se calefaccionan con leña. No tienen conectividad. Sufren inundaciones y rupturas en sus hogares por los temblores. Pese a la peligrosidad y a la alerta constante con la que viven, las empresas y el Estado neuquino no reconocen el vínculo entre ambas cosas.

Y es que desde su llegada ya se reportaron 499 movimientos de suelo. Según publicó el portal Neuquén Web, la provincia registró un sismo el pasado sábado 27 de julio a las 02:49 a 35 km al Norte de Añelo. Sin embargo, para Javier Grosso, geógrafo, impulsor del Observatorio de Sismicidad inducida, el hecho no es una novedad. En diálogo con Tiempo comentó que muchos no se publican porque su magnitud es menor a 2,5 Escala de Richter , pero ya se contabilizaron 499 sismos desde 2018 hasta hoy.

“La sismicidad inducida por el fracking es un fenómeno asociado a temblores que se producen por el fracturamiento hidráulico de la roca, que es la técnica con la que se extraen los hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta”, señaló el especialista. Y recordó que “antes del año 2018 no existían los sismos. No era una zona sísmica, a partir de fines de ese año empezaron a reportarse todos estos sismos”.

Grosso informó que este último fue de magnitud 3,6 en Escala de Richter y una profundidad de 9 kilómetros, pero en la provincia de Neuquén en lo que va del año se registraron 52 sismos, de los cuales sólo 10 son producidos naturalmente en la zona de la Cordillera de los Andes. En tanto que los 42 restantes están cerca, según imágenes satelitales, de equipos de fractura que se encuentran trabajando a escasos kilómetros del epicentro”.

“Estos son terremotos. Se suele usar la expresión terremoto para sismos de magnitudes medias y altas y sismo para baja. En Vaca Muerta ya ha habido sismos mayores a cuatro. El más grande de magnitud cinco fue el 7 de marzo del año 2019”.

Los vecinos de la zona denuncian el impacto de los sismos.

“Como problemática ambiental, lo más grave de todo esto es que es algo sobre lo que no se han tenido precedentes en la zona y ha habido sismos de magnitud cinco sobre todo en cercanías de Sauzal Bonito, un pequeño pueblo de Neuquén”, indicó el investigador. “Sin embargo, las empresas que operan en el área Tecpetrol (Grupo Techint), YPF, Chevron, Total, Vista, Shell, Sinopec, ExxonMobil, Pan American Energy, Petronas, Pluspetrol, Wintershall y Pampa Energía, entre otras, no han presentado en los estudios de impacto ambiental la sismicidad inducida como consecuencia del fracking”, agregó.

Al ser consultado sobre el rol del Estado neuquino, hoy a cargo del gobernador Rolando Figueroa, Grosso alertó: “No tiene regulada la sismicidad inducida y no está en sus planes hacerlo. Nos lo dijeron en febrero de este año cuando nos reunimos con autoridades de la Subsecretaria de Hidrocarburos, dependiente a la Secretaria de Energía de Neuquén. Cuando consultamos si el Estado participaba de la confección de los semáforos sísmicos que tienen las empresas con el cual se auto regulan, nos dijeron que no”.

Semáforos de control se sismos

Un semáforo sísmico es un dispositivo de regulación que busca establecer los umbrales a partir de los cuales se considera que hay que pausar o disminuir la inyección porque se están generando sismos. No evita los sismos, pero trata de disminuir la posibilidad de que se produzcan eventos de magnitudes mayores o gran cantidad de eventos en cortos periodos de tiempo.

“Los semáforos sísimicos son un sistema de regulación que tienen las propias empresas, traído de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, pero con la diferencia que acá no es el Estado el que controla, como sí pasa en esos países. Neuquén es un semáforo donde la empresa se auto regula y el Estado no tiene injerencia”, explicó el geógrafo.

“Las petroleras instalaron 22 sismógrafos propios e hicieron un convenio con el Instituto Geofísico Fernando Volponi de la universidad de San Juan, que es el que calcula los sismos y activa el semáforo. La información está guardada bajo secreto privado. Nosotros no tenemos forma de acceder a esa información pública», agregó Grosso. 

Por ejemplo, el semáforo sísmico en Canadá, se usa para monitorear y reportar la sismicidad cercana a las operaciones de fracturamiento hidráulico. Antes de realizar operaciones, los titulares de licencias deben evaluar el potencial de sismicidad causada por o como resultado de las operaciones e implementar un plan de respuesta. Las operadoras están obligadas a informar inmediatamente los eventos.

Vivir con miedo

Tiempo habló con Andrés Duran, quien reside en Souzal Bonito, una localidad que está a las orillas del Río Neuquén, cerca de Añelo y de Plaza Huincol. Es una zona donde opera -haciendo extracción de gas- la empresa Tecpetrol, subsidiaria del Grupo Techint de Paolo Rocca.

Durán contó que “Souzal bonito es un paraje habitado por pioneros (gente nacida y criada en el lugar que tiene entre 80 y 90 años). Siempre fue un lugar paradisíaco. Tiene una fila de cerros. Se hace un valle donde están emplazadas las chacras- más de 60- todas con frutales, duraznos, ciruelas, cerezas. Y después se cosechan hortalizas de estación, además de alfalfa. En ese tren transcurría la vida tranquila hasta que nos pidieron autorización para tirar cables y hacer sísmica en 3D para investigar cómo estaba el yacimiento de Vaca Muerta, que inicia en Añelo y que hace 8 años está siendo explotado por YPF”.

“La consecuencia de que es lo que sufrimos cuando hay un sismo es apelar al sentido de la supervivencia. A cada uno de nosotros se nos viene la imagen de que podemos quedar aplastados adentro de nuestras casas. Por eso salimos a la calle cuando tiembla la tierra. Psicológicamente no vivimos tranquilos. A medida que aumenta la actividad del fracking, aumenta la cantidad de sismo y quedó probado en la época de pandemia, donde no hubo actividad y hubo cero sismos”, explicó.

Los vecinos del lugar se autoconvocaron. Iniciaron acciones legales. Desde marzo del año pasado hay una causa judicial en la Corte Suprema de la Nación que no tuvo movimiento. “A nosotros no nos ha traído mas que amargura el fracking”, dijo Andrés. “Si se quiere lograr la soberanía energética, el sacrificio no lo pueden hacer las personas que estamos al fondo del tacho sino los empresarios. Hay muy poca empatía y es evidente que esto es un negocio a cualquiera precio. La vida de la gente acá no vale nada. Hemos sido desplazados de nuestro propio lugar”, agregó.