Estados Unidos vive el regreso al gobierno de Donald Trump. Con 75 millones de votantes, el líder del Partido Republicano se convirtió en uno de los presidentes más votados en la historia de este país. Fue elegido por amplios espectros de la sociedad: trabajadores, clase media y, por supuesto, las clases más favorecidas.

En realidad tampoco podríamos asegurar que todos sus votantes estuviesen muy seguros de su elección o simplemente descartaron votar nuevamente por Joe Biden o Kamala Harris y sus desastrosas políticas económicas y sociales. Recordemos que en 2022 la inflación alcanzó el 9.1%, cayó luego en septiembre a 2.4 para en noviembre estacionarse en 3,3 por ciento. Sin embargo estos números fueron suficientes para causar grandes dificultades en la mayoría de la población, en especial los más vulnerables que vieron reducido su capacidad en la compra de alimentos y el casi imposible pago de la renta.

Un dato básico que quizás ayude a entender el porqué del voto republicano es la promesa de Trump de incrementar el salario mínimo: es de U$S 7,50 la hora, a nivel federal; no se actualiza desde 2009. A pesar que en Estados como Nueva York un trabajador gana 16,50 por hora, según reporta la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS): 6,5 millones de trabajadores en NY y en todo el país son considerados “pobres” y la mayoría de ellos tiene que recurrir a los subsidios para poder sobrevivir.

Cómo se habrá sentido un obrero norteamericano cuando veía su salario reducirse día a día, mientras U$S 100 mil millones salían para subsidiar guerras en Medio Oriente y Ucrania, sólo en 2024.

Si hablamos del área internacional, durante el periodo electoral, el luego vencedor prometió terminar con los conflictos bélicos. Justo en estos días, ante el anuncio del cese al fuego entre Israel y Hamas: se conoce que Trump tuvo mucho que ver. Así lo reconoce el propio primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Pero para Trump el principal desafío es la relación con China: la rivalidad económica y geopolítica con la principal potencia asiática será foco de su gestión. Ya se empezaron a ver tensiones en el área económica, cuando Trump amenazó incrementar los aranceles en un 25%, pero en estos últimos días, los asesores económicos comentaron que los aranceles no serían tan altos y mencionaron números alrededor del 5 por ciento. Habrá que esperar para saber adónde se dirigirá su política económica. Recordemos que China es el principal acreedor de Estados Unidos.

Otro de los temas centrales del nuevo gobierno (objetivo de su campaña) es el tema migratorio. Trump dijo que deportara a más de 11 millones de «indocumentados». Aunque también fue política de su primer gobierno, no pudo cumplir sus promesas. ¿Podrá hacerlo en los próximos cuatro años? Aunque Tom Homan, el llamado “zar de la frontera», elegido para controlar todo lo referido al tema fronterizo ya mencionó que es muy difícil expulsar a 11 millones de inmigrantes por el gran costo económico que causaría a los contribuyentes y reconoció que sólo la deportación de un millón de inmigrantes, costaría U$S 88 mil millones.

El nuevo gobierno enfrenta muchos desafíos económicos y de relaciones exteriores; marcados por la necesidad de equilibrar su enfoque nacionalista y proteccionista con la realidad de un mundo globalizado. En los principales lugares de su agenda figuran la creación de empleos, la reducción de impuestos y el impulso a la industria norteamericana. ¿Podrá responder positivamente a sus votantes? Tarea bastante compleja, si tenemos en cuenta los principales invitados del presidente para la asunción: los magnates Elon Musk , Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, principales representantes del mundo corporativo, tecnológico y comunicacional.

¿A qué se referirá la consigna America First (América Primero)? Por ahora no tenemos respuesta: el pueblo estadounidense ya sabrá responder si será incluido y qué lugar ocupará en esta “nueva» América. «