“El sistema alimentario de una nación representa su historia, cultura, pasado, presente y futuro. Por eso, en un contexto global de desigualdad, convocamos a dar los debates y luchas necesarias para comprender que el comer bien es un derecho que relaciona a la salud, el trabajo y las oportunidades de desarrollo individual y social”, dice la invitación de la Mesa Agroalimentaria Nacional a la Expo Alimentaria en Tecnópolis, que se realizará este 21 y 22 de julio.
Los pequeños y medianos productores, las cooperativas, los movimientos campesinos, indígenas vienen desarrollando diversos sistemas de valor agregado, logística y comercialización de alimentos demostrando que se puede llegar a los consumidores no solo con productos más baratos, sino también más sanos.
El evento contará con acceso libre y gratuito y con más de 10 paneles y 30 expositores y expositoras. Además se desarrollará feria de producciones, actividades de compostaje, cocina y agroecología. También habrá shows, espacios infantiles y de recreación, transmisiones en vivo de los programas “Pasaron cosas”, conducido por Alejandro Bercovich y Cocineros Argentinos, de la TV Pública.
Un círculo virtuoso
“Nosotros vemos que los productos de la economía popular realentizan los procesos inflacionarios y tienen un alza menor o igual de los precios con respecto a las grandes cadenas de alimentos, con todos los beneficios que conllevan en términos sociales y aún comparando productos que son diferentes, porque en el caso de la economía popular son productos más sanos”, explica Lorena Putero del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), que hace dos años viene midiendo la Canasta Básica de Alimentos, incluyendo productos de la economía social, solidaria y popular, y comparando mes a mes los precios que se exhiben en las comercializadoras de estas organizaciones.
Los datos demuestran que en estos locales los índices de inflación son menores que en los supermercados. Aún cuando, como explica Putero, se estaría incurriendo en una comparación errónea, ya que se trata de productos con valores sociales que van del desarrollo de economías regionales al cuidado de la salud, los trabajadores y el medio ambiente, entre otras cosas.
“Nuestros almacenes comercializan productos de los distintos productores. Y a pesar de que no es sencillo en este país sostener estructuras fijas, esto nos ha permitido comercializar productos por debajo del valor de lo que mide la inflación en los supermercados”, cuenta Natalia Manini, parte de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Mendoza (parte del Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra y la MAA). “Esto lo hacemos estableciendo vínculos directos con los productores o cooperativas. No solo propias, de la zona, en el caso de frutos secos, conservas de pollo, huevos, chivos, frutas y hortalizas; sino también con otras organizaciones de otros territorios que producen lo que acá no tenemos, como la yerba”, explica.
“En febrero y marzo hubo un 9% de inflación y en los almacenes de la UTT no hubo aumento de precios. Y no es que seamos una ONG. Encaramos estructuras verticales de la producción a la comercialización donde no hay especulación”, cuenta Juan Pablo Acosta de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT).
Mercados de cercanía
“Vemos en las organizaciones de pequeños y medianos productores una capacidad de responder a la necesidad de alimentos, que no es como la piensa el mercado. Porque quizá un productor concentrado no pueda solucionar el abastecimiento a precios justos de toda la población, pero sí lo pueden hacer muchos productores desperdigados en los territorios. Esa sería una política alimentaria real y de desarrollo local”, opina Putero.
“También vemos que de acuerdo a la demanda que tenemos en los locales nos permite organizar la oferta y ver en el territorio la producción de los productos que nos solicitan y nosotros no disponemos en ese momento. Esto nos permite generar nuevas propuestas productivas que den trabajo y que su comercialización este garantizada a través de esta estructura”, cuenta Manini.
Por su parte, Acosta explica: “Vamos construyendo estos mercados a pulmón porque necesitamos garantizar que esta producción agroecológica y cooperativa no termine en las grandes estructuras de comercialización. Porque muchas veces una jaula de lechuga agroecológica o con agrotóxicos se comercializa en el mismo mercado sin diferenciación”. Y agrega: “Es necesaria una política pública para el sostenimiento de estos espacios de las organizaciones para poder diferenciar estos productos y que además lleguen más barato al consumidor”.
Desde la Mesa Agroalimentaria Nacional se presentó una propuesta al gobierno nacional para un “Programa Agrario para el Alimento”. El plan incluye propuestas de leyes y políticas públicas para fortalecer los procesos que desde las organizaciones campesinas se vienen llevando acabo desde hace mucho tiempo.
Parte de esta oferta de alimentos más sanos y más baratos, dentro de un proyecto de país soberano en su alimentación, podrán verse y degustarse en Tecnópolis.