Sin apoyo de la Agencia de Deporte Nacional ni del Enard, Tomás Tisocco se quedó afuera del Campeonato Mundial de Tiro con Arco al Aire Libre -su especialidad- porque no llegó a juntar los tres mil dólares que necesitaba para comprar los pasajes a Hertogenbosch, Holanda. Iara Capurro tiene un tuit fijado en el que cuenta que precisa un sponsor para representar al país en el Mundial Universitario en Nápoles, Italia, en lanzamiento de bala. Mariano Mastromarino tuvo que vender rifas para competir en febrero pasado en la maratón de Sevilla, España, donde logró la clasificación a los Juegos Panamericanos de Lima. Son sólo algunos ejemplos, aunque los cuentapropistas del deporte nacional crecen cada vez más a partir del cambio en el sistema de becas del Enard que solo otorgará ayuda a quienes consigan podios olímpicos, mundiales o panamericanos.
«Al haber quitado la recaudación del uno por ciento de las cuotas de telefonía celular, hay menos fondos y reducen. Están desesperados por quitar becas», relata Mastromarino a Tiempo. El año pasado se quedó sin el apoyo del Enard y para recuperarlo en los Panamericanos de Lima tendrá nada menos que repetir la hazaña de Toronto 2015, donde logró el bronce en maratón después de 54 años sin medallas en la disciplina. Hoy tiene un apoyo de 9 mil pesos de la Agencia de Deporte. “Si dependiera sólo de eso no podría vivir”, grafica.
La situación podría replicarse en muchos otros deportistas después de los 18º Juegos Panamericanos que comenzarán el 26 de julio próximo con al menos 519 deportistas nacionales. «Unos 222 deportistas volverían con la medalla que les garantice mantener no sólo la beca del Enard sino el complemento de entre el 50 y el 66% de esos montos que aporta la Agencia», estima el periodista Ernesto Rodríguez III en una nota en su sitio Ephectosport.com.ar. A los que no ganen, los espera la exclusión. O la creatividad para generar un sistema propio de financiamiento.
Es el camino que tuvo que tomar Iara Capurro para no caerse del mapa del atletismo a los 22 años y con varios antecedentes de medallas juveniles. «Estaba resignada. Me era imposible viajar, pero tuve suerte porque se viralizó el pedido en Twitter y la gente me ayudó. No quería recurrir a eso pero no me quedó otra porque sino me quedaba en mi casa», cuenta. Hasta el 2018, también recibía una ayuda. El cuarto lugar en el campeonato U23 en Ecuador la dejó sin el beneficio en el mismo año que había sufrido un choque que demandó sesiones de kinesiología, una rectificación cervical y un cambio en las rutinas de entrenamiento. Hará todo para estar en Lima, aunque sabe que será difícil.
Tisocco ya no puede acceder a los Panamericanos, pero sí conserva chances para Tokio 2020. Su objetivo es lograr el cupo a través del repechaje continental después de no haber podido ir al Mundial en Holanda por falta de fondos. Aún resta definirse cuántos lugares se definirán en esa etapa, aunque Tisocco confía en que el camino estará más allanado sin los arqueros que logren el cupo en Hertogenbosch. «El hecho de la autofinanciación te ayuda a valorar el trabajo del Enard tanto en lo económico como en la gestión. Cuando estás en ese sistema, viajás con todo organizado, te esperan y solo vas concentrado en competir», dice.
La situación de los deportistas paralímpicos es similar. En Lima habrá alrededor de 235 atletas en 35 deportes, pero más del 40% no cuenta con una beca. No sólo que no hay un presupuesto o una ley específica -un histórico reclamo del sector- sino que los miden bajo los mismos parámetros sin atender ninguna especificidad. «En los paralímpicos necesitás un entrenador por cada patología y algunas son complejas. La relación que solemos manejar es de entre tres o cuatro personas para atleta», explica Carlos Alberto Rodríguez, presidente del Comité Paralímpico Argentino.
Este mes, la Agencia de Deporte sumó otro problema: liquidó mal las becas y la gran mayoría de los deportistas cobraron menos. Desde el organismo dirigido por Diógenes de Urquiza Anchorena mandaron un comunicado aceptando el error y avisando que recién lo iban a subsanar ahora, en junio. A la hora de bajar becas, sin embargo, son más eficaces: no suelen pasar más de 24 horas entre el resultado eliminatorio y la notificación por mail. Mastromarino también señala que no se puede medir a todos los deportistas por igual. «Por ejemplo, no se puede comparar el hóckey con un atleta. Nosotros estamos solos, tenés un mal día y ya está, no podés pedir un cambio. Es muy difícil otorgar con la misma forma para todos porque terminás comparando manzanas con peras», describe el marplatense de 36 años. “No sé cómo debería ser el sistema pero tendrían que buscarle la vuelta para seguir apoyando a los atletas en el proceso a la medalla y no sólo cuando la ganan”, refuerza Capurro.
Desde Alemania, Osvaldo Arsenio, ex director olímpico en la degrada Secretaría de Deporte, coincide en la mirada: «La meritocracia no pasa solamente por contabilizar las medallas y premiarlas con becas. Si fuera solamente eso no se necesita sostener un equipo técnico en el Enard o la Agencia: con leer los resultados hasta mi tía Beba podría dar el veredicto». Los Panamericanos en Lima son la primera gran competencia que partirá agua. Solo quienes se suban al podio conservarán las medallas. Para el resto, quedarán las opciones creativas, los apoyos solidarios y los rebusques individuales. Como el taewkwondista Gastón Delfino que en su tiempo libre vende y reparte los bombones que produce su mamá para poder viajar a la Copa del Mundo en Canadá.