Hace pocos días, se realizó la primera gran protesta social del 2025 contra Javier Milei y su gobierno, convocada por la Asamblea Antifascista LGTBIQ+. El año comenzó con una movilización masiva en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la que participaron hasta un millón de personas en la Marcha Federal del Orgullo Antifascista, Antirracista y LGTBIQNB+, así como también se movilizaron en las principales plazas de las provincias y embajadas de Argentina en el mundo. El mensaje es claro: poner límites al gobierno de Milei debido a sus posturas fascistas.
Las declaraciones de Milei en el Foro Económico en Davos generaron un rechazo generalizado en toda la sociedad. Y aunque intentó desviar la atención para distorsionar su discurso, sus palabras fueron explícitas: “Vaya tarea que se mandaron con esas aberraciones del aborto. Desde estos foros se promueve la agenda LGTB, queriendo imponernos que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres, solo si así se autoperciben. Y nada dicen cuando un hombre se disfraza de mujer y mata a su rival en un ring de boxeo. O cuando un preso alega ser mujer y termina violando a cuantas mujeres se le cruzan en la prisión.
Recientemente, también fue noticia en todo el mundo el caso de dos hombres homosexuales estadounidenses, quienes, bajo la bandera de la diversidad sexual, fueron condenados a cien años de prisión por abusar y grabar a sus hijos adoptivos durante más de dos años. Quiero ser claro: cuando hablo de “abusos”, no es un eufemismo. En sus versiones más extremas, la ideología de género constituye abuso infantil; son pedófilos. Por lo tanto, exijo saber quién avala estos comportamientos”. Milei no se disculpó, intentó justificar sus palabras con acusaciones a la oposición política, y recientemente, un nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia 62/2025 que modifica la ley de identidad de género, ignorando el malestar social y avanzando como si nada hubiera ocurrido, o “como si tuviera razón”, como si hubiera una versión extrema de la perspectiva de género que lleva al abuso infantil.
La marcha, en este contexto, representa la emergencia de una protesta social que se mueve de manera autónoma a los partidos políticos, que repudia las declaraciones del presidente, su tono fascista, y el camino a la demagogia y a la autocracia. En este año electoral la movilización genera preguntas significativas: ¿Cuál es el rol del progresismo político frente a este nuevo sujeto antifascista?, podrá representarlo? ¿Qué lugar ocupan los movimientos sociales en este escenario?
Responder al fascismo
Milei nos tiene acostumbrados a llamarnos “zurdos de mierda”, y su gobierno es propio de la extrema derecha. El primer gran logro de las/es/os activistas que convocaron a la Asamblea del 25 de enero fue denominarla Antifascista, desplazando el eje de la discusión política, que tradicionalmente se asienta en la dicotomía izquierda-derecha. El gobierno argentino exhibe características fascistas, y su camino hacia la demagogia lo construye mediante mensajes cargados de falsedades, sin sustento factual, pero con una retórica que simula tenerlos.
A finales de 2024, la lucha interpretativa sobre la imagen del gobierno parecía haberse disipado. Una amplia aceptación social, traducida en una imagen positiva, fue destacada por los principales medios de comunicación. Así se presentó Milei en Washington, durante la asunción de Donald Trump, líder de la internacional de derecha.
Sin embargo, el Foro de Davos cambió por completo el panorama: Milei se refirió a una mujer cisgénero jordana, quien ganó una pelea en el ring en las últimas Olimpiadas, como “hombre”. Los algoritmos se encargaron de reducir su éxito, exponiéndola en un país donde se criminaliza a las personas LGTBIQ+, y fue calificada masivamente como un “hombre golpeador de mujeres”. Milei repitió este discurso sin ofrecer más datos que la retórica previamente preparada.
Por otro lado, en los 12 años de vigencia de la Ley de Identidad de Género, se ha registrado un único caso, bajo la responsabilidad de un juez y del sistema penitenciario de la provincia de Córdoba, en el que una persona cambió su identidad de género y fue denunciada por violencia de género en la cárcel de Bower. A partir de este único caso, repudiable pero sin condena en Argentina, Milei acusó a quienes cambian su género en prisión, hacerlo para cometer violaciones.
En Estados Unidos, una pareja fue acusada de abuso infantil. Sin mediar en la situación, Milei, en tono amenazante, sentenció que “la ideología de género constituye abuso infantil; son pedófilos”.
Su batalla cultural, cargada de acusaciones infundadas busca crear un enemigo interno. Esta estrategia impune durante 2024 lo llevó a despidos a miles de trabajadores estatales, al cierre del INADI y del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, además de atacar a mujeres y personas trans. Su radicalización abierta y su desprecio por diversos grupos, mencionados en Davos, movilizó a una parte significativa de la sociedad a alzar la voz contra él: ¡Basta, Milei!
Si Milei se presenta como un outsider de la política, aunque sus intereses económicos no lo sean, el sujeto social que se movilizó el pasado sábado también lo es. El reclamo no puede ser reducido a una iniciativa de los partidos políticos opositores, aunque muchos de ellos se unieron a la marcha y deberían tomar nota de la gravedad que conlleva la “batalla cultural”.
Reducción y distorsión
La semana previa a la marcha se presentaron varios aspectos problemáticos en torno a su convocatoria. Estos no surgieron por parte de las/es activistas y organizaciones sociales LGTBI que impulsaron la iniciativa de la Asamblea y coordinaron de manera ejemplar con otros espacios, en dos días en las redes sociales se logró llamar a todo el movimiento LGBTIQ+ de Argentina y a nivel global. Los gremios se sumaron y organizaron. Pero lo que resultó problemático fueron los enfoques de los medios de comunicación más relevantes y la reacción en el ámbito de la política partidaria.
En primer lugar, la cobertura mediática fue compleja, ya que, si bien se informaron sobre los escandalosos comentarios, las lecturas que ofrecieron fueron demasiado reductivistas. Pero incluso así reconocieron la amplia convocatoria, cubrieron la marcha y habilitaron micrófonos, poniendo a la protesta en las tapas de los principales medios.
Sin embargo, el engranaje en el progresismo político tuvo sus dificultades. El silencio inicial y la falta de atención a los temas de género y diversidad durante la campaña de 2023, que persistió hasta la convocatoria a la marcha, fue agravada por una reacción tardía y distorsionada. Reducir el problema a una cuestión de intromisión en las familias LGTBI o en la vida sexual de las personas es un enfoque que hace píe en lo difamatorio hacia las personas y familias diversas pero no aborda la relación entre estos temas y la crisis económica. Tampoco se trata únicamente de un problema jurídico relacionado con la investidura presidencial y su desajuste con la Constitución Nacional, aunque eso también sea un aspecto relevante. Finalmente, no son cuestiones separadas: el modelo económico y la persecución a las «minorías» están intrínsecamente conectados.
La marcha del 1 de febrero ofrece un mensaje social a la clase política frente a la distorsión y las visiones reduccionistas que han dominado el debate. El concepto de antifascismo no solo señala el crecimiento de las actitudes autoritarias de un conservadurismo radicalizado de Milei, sino que también Davos refleja la ansiedad emocional de Milei por “sacar pecho” y querer liderar ideológicamente la posición de sus pares como Trump, Bukele, Meloni y otros. Estos políticos encuentran en la comunidad LGBTIQ+ un punto clave de confrontación contra el progresismo, especialmente en lo que respecta a la ciudadanía travesti trans.
La lógica económica que comparten estos líderes mundiales promueve la construcción de una sociedad basada en el desprecio hacia los grupos más vulnerables. En Davos Milei ataca, entre otros grupos, a la comunidad LGBTIQ+ con el objetivo de que, en el futuro cercano, sus seguidores reaccionarios tomen la iniciativa y encuentren impunidad en este tipo de gestos provocadores. Y en un futuro próximo, las nuevas generaciones sean que por validaciones anteriores, sientan la necesidad de defender la democracia atacando a otros ciudadanos que no tienen los mismos derechos, sean desventajados y ya estén impresas en sus vidas la discriminación y la exclusión.
El fascismo señalado por la asamblea no se limita al carácter conservador, sino que denuncia la pretensión de transformar radicalmente a la sociedad misma a partir del uso del estado. Atacar a ciertos sectores es parte fundamental de su plan social y económico. Para Milei atacar al feminismo y a la diversidad sexual es una estrategia económica, ligada a su objetivo de desmantelar un movimiento social que ha emergido en las últimas décadas de democracia. El feminismo y la diversidad sexual incluso logró crear un ministerio para abordar las condiciones de vida y la desigualdad generada disputando la misma noción de estado. Al romper el espejismo de la meritocracia, se revela un planteo político y económico que, de ser implementado, transformaría profundamente la sociedad y la economía.
El maniqueísmo mileinista busca explícitamente la polarización de la sociedad, y el estado es una herramienta para hacerlo, ni le importa ni la normativa, ni la democracia. La des-democratización que lleva adelante involucra avasallar con el poder legislativo. Desde hace más de un año Milei no cumple ni con la ley de cupo trans, ni con la ley de identidad de género. No compra hormonas ni controla a las Obras Sociales, cierra el lugar donde podemos ir a denunciar la discriminación.
Estas políticas públicas fueron creadas a partir de las leyes creadas por el poder legislativo. Y aunque los nuevos DNU que modifican la Ley de Identidad de Género, Ley de derecho del paciente, Ley de salud mental que prohíbe patologizar a las personas basándose en la orientación sexual o identidad de género; y posiblemente ni siquiera sean debatidos en el Congreso. La gravedad es enorme para la comunidad trans, los DNU 62/205 de prohibición a menores de 18 años de tratamientos hormonales y DNU 61/2025 se prohíbe que quienes hicieron un cambio registral se alojen en pabellones de mujeres, en caso de que estén detenidas por cometer delitos sexuales o ejercer violencias contra mujeres.
La gravedad de estos DNU es altísima, no solo vulnera el derecho a la identidad y a ser tratada/o/e conforme a ella, sino que al prohibir hormonización a personas menores de 18 aleja el acompañamiento de los servicios integrales a la salud en los momentos claves, generando una mayor estigmatización y retardar o detener las transiciones de género, inhibiendo el desarrollo personal. De nuevo, el impacto en las generaciones de jóvenes esa altísimo, está fortaleciendo mensajes de odio para otros fascistas que vengan a cobrarse su batalla cultural contra niñes que se encuentran estigmatizadas/es/os y alejados de los acompañamientos institucionales.
La reestructuración del estado que vivimos desde hace un año tiene impacto social, se ve y se vive la pobreza y la desigualdad, el silencio de la Corte Suprema, y la incongruencia del Legislativo son caminos que estructuran esta nueva etapa que denuncia el Antifascismo. En la medida que la oposición política no levante la bandera travesti, migrante, mujer y pobre y de los derechos ambientales, difícilmente esté a la altura de enfrentar o representar el ataque de milei y su contra-realidad narrada.
Mientras tanto la Asamblea se reúne y avanza, el fascismo de Milei depara un ataque presente y un futuro en un mundo gobernado desde la desinformación, la utilización del estado como una herramienta de ataque a sectores minorizados y la coordinación de países poderosos contra sus ciudadanos. La marcha, con las miles de personas que nos movilizamos no estamos de acuerdo en este camino. Y el desajuste a los partidos políticos es que entiendan la gravedad del ataque y actúen en consecuencia. Hay modos de hacerlo: poner límite desde las instituciones democráticas, que funcione el congreso con su mayoría opositora para detener estos DNU, que la justicia exponga sobre la utilización del estado en detrimento de sectores poblacionales, ambientalistas, migrantes, mujeres, trans, gays y lesbianas. Y a su vez límite y ampare a niñes y a personas trans, que haga valer las leyes de la democracia.
Pero así también la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista expresa democracia y pluralidad, y el coraje de desenmascarar la opereta de Milei, quien no parece importarle el mensaje social. Este llamado al límite de los abusos debería llegar también a los jueces de la Corte Suprema y a la oposición.