En México se dice que Claudio Xavier González Guajardo guarda dos secretos. Uno es por qué se emperra en que le llamen Claudio X. El otro es su verdadera profesión, además de ser el hijo del ingeniero químico y empresario Claudio Xavier González Laporte, líder del Grupo Kimberly-Clark de México, que fuera sancionado varias veces por corrupción, una de ellas, por el caso de sobre-precios llamado Cártel del Pañal, entre 2011 y 2014.
Claudio X. tiene 61 años, estudió derecho en la Universidad Tufts, en Boston, una de las cinco más costosas. Se autopercibe en sus intensas redes como un hipercrítico del «populismo destructivo», así como «un ciudadano que trabaja por los derechos y la dignidad de cada persona». Presidió la Fundación Televisa y participó del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa en Investigación y Litigio Estratégico. Denunció haber sido víctima de espionaje con el software Pegasus, cuando Enrique Peña Nieto (PRI) era el presidente. El 19 de noviembre de 2015 (restaban tres años para que Andrés Manuel López Obrador llegara al Palacio Nacional), fundó Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), una ONG dedicada a «realizar investigaciones periodísticas, académicas, litigios estratégicos, análisis y comunicación contra la corrupción y la impunidad en México». La preside la socióloga María Amparo Casar. En su propia web admite que recibe subsidios del Estado suizo y fondos privados de las arcas de las Fundaciones Ford, MacArthur y Rockerfeller Bros, entre otras. Con menos ostentación figura que la Federación Nacional para la Democracia (NED) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) proveen el chorro mayor de divisas.
Dos semanas y pico después de ser electa como futura presidenta del país, Claudia Sheinbaum Pardo disertó ante empresarios, anticipando lineamientos que guiarán su gobierno. Claudio X. padre estaba allí, pero en medio del acto se emperró en tener una reunión privada con la disertante. Salió del hall y se encerró a esperarla. Sus fotos, impaciente, aguardando, salieron en los medios. La presidenta jamás acudió a su destemplada convocatoria.
El aún presidente AMLO hace unas horas denunció una reciente remesa que recibió el MCCI de unos $96,7 millones (cerca de u$s 5,1 millones) que provino de la USAID, y aseguró que hubo anteriores durante todo su gobierno. Cualquiera podrá decir que cada organización puede destinar su dinero en la fantochada que le plazca. La cuestión es si esos montos, que alcanzan para muchísimo más que para comprar caramelos a los nietos, son destinados a campañas electorales. Justamente esos dineros fueron para la campaña de los opositores a Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), el partido que fundió AMLO y que el pasado 2 de junio llevó a Sheinbaum a la victoria.
Compitió con Fuerza y Corazón por México, coalición formada por el PAN (Partido Acción Nacional), PRI (Revolucionario Institucional y PRD (de la Revolución Democrática). Xóchitl Gálvez Ruiz, su candidata, ingeniera en computación, obtuvo el 28,04%, muy lejos del 58,96% de la vencedora. Se investiga si los aportes habrían llegado al tercero en discordia: el diputado Jorge Álvarez Máynez, de El nuevo México va en serio (10.51%). Claudio X. y Xóchitl aparecieron juntos en la foto de un acto opositor la semana pasada.
AMLO lo denunció en sus ya célebres «mañaneras». Brindó datos que ampliarían luego la investigación de la Procuraduría Fiscal. Dijo: «Biden no sabe que la embajada de EE UU ha donado millones a MCCI». Desplegando su poder de ironía anticipó que le enviaría una carta al mandatario estadounidense detallándole la cuestión y quejándose formalmente por la intromisión concreta del Departamento de Estado en cuestiones internas mexicanas: las elecciones lo son. El affaire le vino de perlas al mexicano. «Aún se está en tiempo» (en diciembre entrega el gobierno) para efectuar reformas legales que regulen el financiamiento a los partidos políticos y sus abusos, para que traten de evitar injerencias externas. Especialmente si vienen de los EE UU. “Para que no sea con recursos del mismo pueblo que se lleven a cabo campañas en contra de los intereses de la mayoría de los mexicanos (…) Ya van muchos años y se hacen como que no escuchan. No sólo es por México, seguro es lo que están haciendo en otros países, financiando a opositores. Es una mala costumbre”.
Las agencias del mal
El imperio elige sus formas para intervenir. Agencias o fundaciones que desde su nombre apenas disimulan su esencia. Así como la NED tiene probadísimos lazos con la CIA, la USAID cuenta con una caja multimillonaria y es un apéndice del Departamento de Estado. Aunque se define como «independiente» y se fundamenta en «brindar asistencia económica, de desarrollo y humanitaria en todo el mundo para apoyar los objetivos de política exterior de los EE UU». Veamos algunas acciones «humanitarias» en la región. Sólo algunas: por estos días se estudia un convenio de la USAID con el expresidente paraguayo Abdo Benítez, plata que habría ido para la campaña de Santiago Peña, actual mandatario. En El Salvador puso 18.8 millones para agilizar el puerto: es más que una sospecha que el interés real es otro. Correa los expulsó de Ecuador pero volvieron en 2016 para atemperar los efectos de un sismo. En Bolivia operaba desde 1964: primero la unión de cocaleros, en 2008, expulsó a más de un centenar de agentes y contratistas que activaron en perjuicio de condiciones laborales y la organización de las cooperativas; luego, en 2013, Evo echó a la propia agencia, con un discurso en la Plaza de Armas de La Paz, por conspirar contra el gobierno.
Cuando hace unas horas, AMLO hizo sus denuncias, la prensa hegemónica salió en modo sincronizado a recordar cómo el «USAID apoyó a México para abordar desafíos estructurales crónicos»: en 1965 y 1977 en «asuntos de población y planeamiento familiar» y en 1985 ante el terremoto. También en Perú, en tiempos de Fujimori, participó de un proyecto de «planeamiento familiar» que, se supo después, en realidad fue un experimento de esterilización forzada en sectores desvalidos.
En la web oficial, la USAID anuncia programas para la región por u$s 184,6 millones, en cuestiones como la migración (57,7), biodiversidad (13.4), DD HH y Democracia (39,4), entre otros bastante más difusos.