Hay mucha gente que no lo sabe: una de las características que distinguieron a la Argentina, no sólo en el concierto de las naciones de América Latina, fue la existencia de un sistema de librerías, que ya tiene un siglo. Tuvimos una época de oro que tuvo que ver con la Guerra Civil Española, con muchos editores españoles acá: luego esa industria española se repuso, pero acá, por años, seguimos teniendo una industria sólida. Hoy la Cámara Argentina del Libro tiene alrededor de entre 400 y 500 socios; muchos de ellos con librerías. Es el ecosistema del libro: por eso cada vez que cierro una librería lo considero como que estoy de duelo.

Lo destacaron mucho en Europa y otros lugares. La cantidad de librerías en lugares como CABA, el conurbano y muchas ciudades del interior siguen teniendo un importante número de librerías. Pero está en crisis y tiende a desaparecer. La venta por internet, a algunas, sólo a algunas que lo han hecho rápido y bien, les ha permitido sobrevivir.

Algunas pasan a reducirse o a dedicarse a la venta digital: es una cosa dramática porque la librería física cumple un papel absolutamente irreemplazable. El local a la calle, la presencia del librero, la recomendación. Eso no se reemplaza con una página web, ni con toda la inteligencia artificial.

Lo que se llama la industria del libro en Argentina, tal como lo conocemos está muy ligada a la existencia de las librerías. Son mil y pico, pero tienden a desaparecer. Significará un lento adiós a lo que conocimos como «libro argentino», que es un conjunto de librerías de autores y de editores diversos. Tienen su peso pero no como un producto de exportación. Son las editoriales locales las que  en su gran mayoría proveen los libros en el mercado nacional. En muchos lugares de América Latina, la gran mayoría de libros no se producen allí.

El libro conforma la identidad argentina y eso no se logra si las librerías tienden a desaparecer y atrás, una parte importante de las editoriales. Entonces empieza a entrar otro tipo de producto que conforman otro tipo de persona, otro tipo de ciudadano, otro tipo de imaginario que interviene en la educación. Todo eso está hoy en cuestión y no hay conciencia de eso. Además es una industria con trabajadores, vendedores, estructuras comerciales, logísticas, etcétera, incluso asociada a la industria gráfica, ambas afectadas por la apertura indiscriminada. «