En esta era, en la que en lugar de periodismo de investigación prima el de filtración, la difusión de un audio del dueño de Facebook generó una controversia con la senadora demócrata Elizabeth Warren, quién en el marco de las internas para la renovación presidencial de 2020, si no ganó adeptos al menos logró publicitar su imagen como ningún otro golpe publicitario lo había hecho hasta ahora.
El audio de la trifulca fue tomado de una charla de Mark Zuckerberg con empleados de la empresa en la que el fundador de esa red social se refirió en términos amenazantes a una pregunta sobre riesgos para FB ante la posibilidad de que Warren llegara a la Casa Blanca.
La legisladora, enrolada en el ala izquierda del Partido Demócrata, representa al estado de Massachusetts y a los 70 años tiene un largo historial como luchadora por los derechos de las minorías y de los consumidores, por lo que los sectores más conservadores de la dirigencia estadounidense la consideran como “populista de izquierda”. Una especie de Bernie Sanders con polleras.
Es una de las aspirantes, junto con su colega Sanders, para competir en las presidenciales del año que viene contra Donald Trump, que ya anunció que piensa en la reelección y casi seguramente no encontrará oposición dentro de los republicanos.
Precisamente en su rol de defensora de los consumidores y de la sana competencia, había dicho que en caso de resultar elegida como la primera mujer en llegar al Salón Oval -como mandataria- impulsaría leyes para “evitar que esta generación de grandes compañías tecnológicas use su poder político para moldear las reglas a su favor y emplee su poder económico para eliminar o comprar a todos los competidores potenciales”.
El antecedente que tiene en mente es el proceso antimonopólico contra la Standard Opil Compañy, la mayor petrolera del país, que en 1911 fue desmembrada por orden de la Corte Suprema, que entendió que violaba los términos de la Ley Sherman Antitrust, de 1890. El holding se dividió en 34 empresas independientes, una de ellas la Standard Oil de Nueva Jersey, luego Esso y finalmente Exxon; otra fue la Standard Oil Company de Nueva York, que se transformaría en Mobil.
De allí la respuesta de Zuckerberg. «Si Warren sale elegida presidenta, apostaría a que tendremos una batalla legal y apostaría a que la ganaremos. ¿Eso sigue siendo malo para nosotros? Sí, no quiero tener que poner una gran demanda a nuestro propio gobierno. Pero si alguien te amenaza con algo tan existencial, solamente se subes al ring y peleas», transcribe la revista tecnológica The Verge.
Resulta dificil de creer que a Zuckerberg se le haya escapado la grabación, y mucho más que no se trató de una puesta en escena para deslizar una amenaza sobre cualquier candidato que piense en algo parecido a un control sobre un monopolio.
Los casos más recientes de aplicación de la Ley Sherman Antitrust datan de 1982, cuando la telefónica American Telephone & Telegraph AT&T, heredera de la Bell Telephone original, en 2000 fue desmembrada en siete empresas, entre ellas la Bellsouth, que llegó a pugnar por una parte de la estatal argentina Entel sin éxito, y la Bell Atlantic.
El otro caso fue el de Microsoft, llevada a los tribunales por sus competidores en el año 1999 a raíz de la utilización monopólica de un sistema operativo y un buscador en sus computadoras de mesa. El juez Thomas Penfield Jackson concluyó que la empresa de Bill Gates diseñanaba un modelo de negocios de “cebo y anzuelo” del que los usuarios normalmente no podían escapar, eliminando toda posible competencia.
El 3 de abril de ese año dictaminó que Microsoft debía dividirse en dos empresas independientes, una dedicada a crear el sistema operativo y la otra a los diferentes programas. Pero a la llegada de George W. Bush al poder, el clima de negocios cambió y en noviembre de 2001 el Departamento de Justicia laudó a favor del gigante con el simple expediente de obligarlo a compartir la interfaz de programación de aplicaciones. Y santo remedio.
La publicación de The Verge despertó un vendaval de críticas contra el polémico Zuckerberg, que ya conoce el manejo de los tribunales por haber tenido que defenderse en un proceso por la propiedad de las acciones de la empresa con el judicialmente reconocido como cofundador de Facebook, el brasileño Eduardo Saverin, quien denunció que le había birlado una fortuna con un traspaso de documentos de propiedad.
Zuckerberg, que ahora tiene 35 años, no se amilanó. «La trascripción de una de mis preguntas y respuestas hace unos meses se acaba de publicar online, y aunque estaba destinada a ser interna en lugar de pública, ahora que está disponible, pueden consultarla si están interesados en ver una versión sin filtro de lo que estoy pensando sobre temas como la responsabilidad social, la ruptura de las compañías tecnológicas, las interfaces de computación neuronal», dijo.
Zuckerberg también es fuertemente cuestionado por denuncias de que a través de esa plataforma se espiaron los perfiles de millones de usuarios para manipular elecciones a traves de la consultora británica Cambridge Analytica y para otros usos no menos oscuros por agencias de vigilancia estadounidenses.
Warren, en tanto, va desplegando los ejes de su campaña la presidencia en uan red del pajarito. Allí sostiene la necesidad de terminar con el sistema de prisiones privadas, un negocio sobre la libertad de millones de ciudadanos. Y le respondió al dueño de FB en un tuit.
We have to fix a corrupt system that lets giant companies like Facebook engage in illegal anticompetitive practices, stomp on consumer privacy rights, and repeatedly fumble their responsibility to protect our democracy. #BreakUpBigTech https://t.co/c0qWuRb9NN
— Elizabeth Warren (@ewarren) October 1, 2019
«Tenemos que arreglar un sistema corrupto que permite que compañías gigantes como Facebook se involucren en prácticas anticompetitivas ilegales, pisoteen los derechos de privacidad del consumidor y pierdan en repetidas ocasiones su responsabilidad de proteger nuestra democracia. #BreakUpBigTech», anotó.Y linkeó al artículo en cuestión.