Son señales de un gobierno necesitado. Reflejos de un tiempo adverso, oscurecido por la crisis económica y el malestar social. Eso explica que un recurso que en momentos de bonanza y «vacas gordas» sonaba innecesario y excesivo –forzar la división de los opositores a través del Poder Judicial– se haya convertido de pronto en un factor clave. El peronismo, principal partido de oposición, sigue intervenido. A pesar de los primeros dichos del desplazado titular del PJ, el sanjuanino José Luis Gioja, que vaticinaba una rápida resolución de la Cámara Nacional Electoral para reponerlo en el cargo. Pero pasaron tres meses. Y los camaristas Santiago Corcuera y Ricardo Dalla Vía hasta ahora no se pronunciaron. Llegó la feria judicial de invierno, y el discutido gremialista Luis Barrionuevo sigue al frente del partido. La dilación –una estrategia ex profeso– favorece al gobierno y entorpece la tarea de reunificación y organización electoral de una fuerza política que, ahora sí, se ve con chances de volver al poder en el año 2019.
Gioja esperaba que el fallo de Corcuera y Dalla Vía se conociera el último jueves, día de acuerdos en la Cámara. No sucedió. Tampoco el viernes, último día hábil antes del receso. La intervención dispuesta en primera instancia por María Servini sigue, así, vigente. «Es tiempo de que lo saquen. Ya deberían haberlo hecho, porque pasaron tres meses. Nosotros hemos respetado la cuestión judicial con todo lo que era necesario: apelamos al otro día. Necesitamos que resuelvan. Que resuelvan como quieran, pero que resuelvan», exhortó Gioja en diálogo con Tiempo. Para transmitir su fastidio, el diputado y exgobernador de San Juan hizo el ejercicio de trasladar la controversia sobre el PJ a otra latitud: a la siempre caliente disputa republicanos versus demócratas en EE UU. «Imagínese lo que pasaría si allá, por perder una elección, intervinieran al Partido Demócrata. Queda claro que no hay ninguna causa para intervenir al peronismo», insistió.
En el ambiente político circulan varias hipótesis para explicar la intervención del PJ y, sobre todo, los 90 días transcurridos sin definiciones en el caso. Las interpretaciones con más eco atribuyen el origen de esta operación política –porque nadie duda en calificarla de ese modo– a las necesidades de la coalición oficialista Cambiemos. Si la intervención se mantiene a pesar de su poco sustento legal, y avanza el calendario electoral, Barrionuevo (o quien esté en ese momento al mando) tendrá la potestad de fijar reglas e incluir y excluir participantes en la competencia por las candidaturas. El mantenimiento de la intervención apunta a impedir que se realice una gran PASO en la que compitan el kirchnerismo y el PJ antikirchnerista. «Si esto se prolonga en el tiempo llevará, fatalmente, a que el peronismo se presente en las elecciones dividido en dos partes: unos con Unidad Ciudadana y otros con el PJ», advirtió a este diario un abogado con años de experiencia en estas lides que conoce muy bien el fuero electoral.
El problema es que los interesados en prolongar la intervención no provienen exclusivamente de los cuarteles amarillos. En el llamado peronismo «racional» o «dialoguista» buscan la forma de impedir que las candidaturas se diriman en una competencia con el kirchnerismo en el marco de las PASO: para ellos es un escenario a evitar, porque enfrente podría terminar postulándose una rival interna muy fuerte (CFK). En cambio, si se forzara al peronismo kirchnerista a competir con un frente electoral propio que no contuviera al sello del PJ, el sector que se autoproclama como «racional» intentaría salir segundo para luego atraer el voto kirchnerista en un eventual balotaje. Quimera difícil de concretar, que aparte implica el riesgo de favorecer objetivamente a Cambiemos en su obsesión por dividir a la oposición. Cristina, de regreso en El Calafate, promueve la unidad y alienta a los dirigentes con diálogo en ambas orillas –Felipe Solá es un caso– para que busquen acercar posiciones. El objetivo es que el peronismo no se fragmente en dos frentes electorales.
La intervención judicial del PJ podría tener su definición en dos semanas. Lo que resuelvan Dalla Vía y Corcuera interesa mucho a influyentes todo terreno que nunca dejan de tejer hilos, como el senador Miguel Pichetto y los operadores Enrique Nosiglia y Daniel Angelici, ligados en menor o mayor medida a Cambiemos. Una posibilidad que se baraja es que los dos camaristas encuentren la vía de revocar el flojo fallo de Servini –el dictamen del fiscal Jorge Di Lello fue apabullante en ese sentido– pero que al mismo tiempo obliguen a que se designe a otro interventor. Los jueces estarían buscando un planteo jurídico que sea causal de esa nueva intervención. Con el frente judicial en impasse, el peronismo sigue observando cómo se posicionan los dirigentes con expectativas de ser candidatos, tanto a presidente como a gobernador de Buenos Aires. Agustín Rossi, Alberto Rodríguez Saá y Felipe Solá ya están lanzados. Se especula con que Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa harán lo propio. La sorpresa de los últimos días es el ingreso de Axel Kicillof al lote de los que pelean por disputar la gobernación bonaerense. «