La interna que surca a la UCR, desde la asunción de Javier Milei, registró este martes un nuevo capítulo, pero en las entrañas del bloque en la Cámara de Diputados, que conduce Rodrigo De Loredo. Luego de una tensa reunión, que se fue desgranando con el correr de las horas y los cruces, no prosperó la intención de un sector de la bancada para expulsar a los cuatro integrantes que fueron suspendidos por la Convención del partido.

El debate giró en torno al futuro dentro del bloque de los diputados Mariano Campero, Martín Arjol, Pablo Cervi y Luis Picat. Los tres primeros asistieron a la reunión. Un sector, liderado por Fernando Carabajal y Pablo Giuliano, consideraba que virtualmente ya estaban fuera del bloque y, si iban al cónclave, era para «agitar» y defender su relación con el oficialismo. Campero se fue antes del encuentro porque participó del asado ofrecido por el presidente en la residencia de Olivos para los 87 diputados que impidieron que la oposición insistiera con dos tercios la ley de movilidad jubilatoria que Milei había vetado. De ese modo lograron consolidar el blindaje a un veto y la imposibilidad de que el tema se pueda tratar hasta el año que viene.

En franca minoría, el gobierno logró reunir los votos suficientes para impedir ofensivas opositoras que requieran dos tercios y ese número es clave para la más temida por la Casa Rosada: la cristalización de un pedido de Juicio Político, que requiere esa mayoría y, como quedó demostrado en la sesión del miércoles pasado, no pudo ser reconstruida por el arco opositor porque entre otras debilidades, el radicalismo votó divido, y cinco de ellos apoyaron sostener el veto, luego de una reunión que tuvieron en la Casa Rosada el día anterior.

Los diputados votaron todo lo contrario que habían decidido el 5 de junio, con un proyecto impulsado por el radicalismo con el respaldo de los demás espacios opositores para darle, por entonces, una media sanción a la iniciativa previsional. Desde entonces, Milei los consideró «degenerados fiscales» y, en especial, a la unión de votos radicales y peronistas.

Hubo dos ausentes, pero sólo uno pertenece a la UCR. El otro forma parte del Partido Liberal de Corrientes, que integra la coalición que lidera el gobernador Gustavo Valdés. Se trata de Federico Tournier, que también fue cuestionado por sus pares, pero no forma parte del radicalismo y por eso no fue pasible de la suspensión de su afiliación, como sí sucedió con los otros cuatro. El otro que no estuvo y se conectó en forma remota fue Luis Picat.

Los cinco zafaron de quedar afuera del bloque. Fue posible gracias a la presión del sector partidario que se opone abiertamente al presidente del partido, el senador porteño Martín Lousteau. El más poderoso de los sostenes de los diputados proclives a votar para el Gobierno es el gobernador mendocino, Alfredo Cornejo, que impulsa el operativo para desautorizar la suspensión que resolvió la Convención, presidida por Gastón Manes, y la expulsión del bloque, impulsada por su hermano Facundo, junto a una docena de integrantes que representan más de un tercio del espacio de 33 voluntades.

Para los impulsores de la fallida expulsión, el bloque esta quebrado de hecho. «La novedad es que hay ahora un grupo de cinco libertarios a los que sostiene De Loredo. Son topos de La Libertad Avanza dentro de la UCR y eso es inadmisible», sostuvo una fuente vinculada a ese sector. La pelea se va agudizar porque así como los más cercanos al gobierno no quieren dejar el bloque, sus acusadores tampoco.

Semejante tensión pone en crisis a De Loredo como presidente de la bancada con un sector que pedirá un cambio de titular del espacio. Para contener la crisis y acelerar la reunión propuso que se vote, pero la mayoría no aceptó. Así el titular de la bancada se encontró con un primer freno numérico delimitado entre el sector de Manes y otros, tan preocupados como neutrales, como Julio Cobos.

Con la fractura de hecho, que se expresará en las próximas votaciones, la UCR queda dividida para incidir en las próximas pulseadas con el oficialismo. Una de ellas será la insistencia contra el veto a la ley de financiamiento universitario, que también requerirá dos tercios y volverá a poner a prueba el entramado opositor, ahora más diluido con la interna a cielo abierto del radicalismo, con una bancada que ya estuvo dividido hace tres años.

Luego de los cruces, la reunión sumó versiones diferentes sobre su desenlace. El sector de Manes sostiene que De Loredo impulsó una moción para contener la fractura. Propuso que cuando una mayoría resuelva apoyar o rechazar determinado tema, los demás acaten. Dicen que por falta de cuórum no se votó. Por el contrario, otras autoridades de la bancada, como la vicepresidenta, Karina Banfi, aseguró que efectivamente hubo una votación.