La estrategia de la tortuga parece definir las acciones del ministro de Cultura, Pablo Avelluto, cuando tiene que hacerse cargo o, al menos, responder por el vaciamiento cultural que vienen sufriendo las diferentes áreas que están a su cargo. Así como recurrió al silencio o a unos pocos tuits frente al problema que el gobierno generó en la industria del cine, en esta oportunidad, frente a los reclamos del sector del libro, optó por ocultarse dentro de la frase que popularizó Beatriz Sarlo: Conmigo, no.
Sucedió que Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación El Libro, en la inauguración de la 43° Feria Internacional del libro de Buenos Aires, relató con cifras y porcentajes las profundas dificultades por las que está pasando el sector: La industria editorial está atravesando uno de sus momentos más delicados, con caídas en las ventas del 25 por ciento, lo que afecta especialmente a las pequeñas y medianas editoriales. De un año al otro se han dejado de producir 20 millones de ejemplares, o sea, casi 55 mil ejemplares por día.
Gremmelspacher, además, explicó que los principales competidores de Argentina México, Colombia y España tienen políticas públicas activas de protección a la industria editorial y «aunque parezca mentira, Argentina no las tiene. El sector de las editoriales, pero también de los libreros y distribuidoras, está muy preocupado por un proyecto de reforma impositiva que recorre los pasillos del Ministerio de Economía y que volvería a imponer un IVA del 19% a los libros, y que implicaría terminar con la excepción aplicada al sector durante décadas. De aplicarse esta medida, sería el tiro de gracia para el libro argentino, sentenció Gremmelspacher.
A su turno, el ministro Avelluto, le respondió: Parafraseando a una querida amiga escritora, Beatriz Sarlo: Conmigo no, Martín. Esta no es la peor crisis de la industria editorial, no hay ningún tiro de gracia. Que la situación es difícil, lo comparto. Que en el último trimestre del año pasado las cosas empezaron a mejorar es un hecho. Luego, sin presentar un solo dato verificable, lanzó: «Más gente ha visitado la Biblioteca Nacional durante 2016 que durante 2014 y 2015, cuando era la sede de una corriente interna del partido que gobernaba.»
Lo cierto es que la industria del libro, como todas las culturales, está bajo fuego. Y esa es la única razón por la que sus representantes salen a defenderla y se animan a enfrentarse a los funcionarios del gobierno. Posteriormente, Gremmelspacher sostuvo en declaraciones a radio Con Vos que «no fue la intención discutir, sino describir la situación que está atravesando la industria editorial en general, que no está en un buen momento». Luego insistió en que lo más importante no es la respuesta de Avelluto y sí la descripción» de la situación que atraviesa la industria, a la vez que subrayó que «el libro necesita que la actividad económica esté funcionando porque el libro no es material de primera necesidad, pero si hay poder adquisitivo, empieza a levantarse inmediatamente».
Luego de la respuesta de Avelluto, queda flotando en el aire una incómoda pregunta, ya que si no es el ministro de Cultura quien tiene que responder con datos y políticas públicas por la salud del sector, quién debe hacerlo. Tal vez Avelluto, pueda al menos responder a esa otra pregunta, si no es usted, ¿con quién señor ministro?